Xochiquétzal lo miraba con una expresión neutral. Era bellísima, largo cabello negro como la tinta y ojos de todos los colores de las flores lo miraban con detenimiento. Un cuerpo que era la ambición de muchas mujeres, tomaba la forma que más se ajustara a los gustos de quién le viese o simplemente se asemejaba al anhelo del corazón. Piel bronceada y un pendiente de plata en su nariz. Vestía. . . Okey, esa si no se la esperaban.
Vestía unos jeans algo holgados y rasgados, un top negro y botines de tacón alto.
-¡Abuela!-exclamaron espantados los niños.
-Dejaron que los siguieran-regaño sin despegar su mirada del moreno que se sintió desfallecer.
-Con todo respeto señora- empezó a decir Mu arrodillándose en una rodilla, Shura y Aioros siguieron su ejemplo.
-Señorita-corrigió bajando a tierra. Su tacón al tocar tierra produjo un poderoso sonido seco. Los niños se estremecieron y se abrazaron asustados.-Tranquilos niños, no estoy molesta con ustedes.-sonrió con ternura y les acarició los cabellos.-Son estos tontos y el Tonatiuh que me hicieron enojar. Ustedes cumplieron lo pedido.-los niños dejaron de temblar y suspiraron aliviados.
-Nosotros seguimos a los niños al despertarse las bebés y notar que faltaban. . . No contamos que fueran a sacrificar a una de nuestras guerreras-explico en tono diplomático.
La Diosa chasqueo la lengua malhumorada, con paso lento y coqueto se acerco al altar y se inclino con aburrimiento sobre la chica que no paraba de moverse y chillar amordazada, con calma cruzo los brazos y la miro detenidamente.
Un pesado silencio reinaba sobre el lugar. Xochiquétzal no decía nada, simplemente miraba a la Saintia, leyendo su alma tal vez. Finalmente, después de un rato dejo escapar un suspiro profundo. Movió unos de sus delgados y elegantes dedos y las ataduras de la Saintia de la Corona Boreal fueron destruidas.
Aioros sentía su corazón latiendo en sus oídos, un miedo primario lo embargaba, estaba delante de una Diosa al mismo nivel que su padre Apolo. Era de noche, momento oscuro donde la protección de su padre desaparecía por completo y lo dejaba a merced de quién osara atacarlo en las penumbras. . . Como en su más tierna infancia. No se atrevía a levantar su mirada, solo podía escuchar el sonido del taconeo de la Diosa de las flores y el amor acercarse a él.
-Por cuestiones que escapan de mis. . . manos-suspiro con irritación- No. . .-luchaba con las palabras como si lo que fuera decir le causara un peso enorme-Habrán. . . más sacrificios humanos en nuestro nombre-
Aquella declaración causo una conmoción en los presente y en los niños. ¿No más sacrificios humanos? Eso era algo impensable. Sus leyes e ideologías ancestrales no concebían cosa semejante, los aztecas creían que el mundo seguiría existiendo si se regaba sangre en la tierra. Por eso los sacrificios humanos. Sin sangre no habría más mundo.
-¿Porqué?-se le escapo aquel incrédulo susurro al de cabellos rizados, el niño estaba en shock.
La pregunta hizo chasquear la lengua de la Diosa, se detuvo frente al arquero y extendió su mano dispuesta a tocar al moreno, peor fue repelida por una barrera que le quemo la mano. Ni se inmuto por su mano quemada, como si se esperase ese resultado. Con cuidado se arrodillo a su altura.
-Escúchame tonatiuh, te encargo a estos tres y a sus hermanas, como bien sabes están destinados en contra de mi voluntad a las armaduras doradas. . . Pero igual ocultan otros secretos que de seguro y ya te hueles- se levanto con elegancia y se dispuso a irse, pero un pensamiento pareció detenerla, sonrió divertida- Sabes, hijo del sol, si te hubieran sacrificado. . . Hubieras sido un muy buen sacrificio, aunque dudo que a cierto Dios le guste que te vuelvas a sacrificar. Y de poder tocarte, él me arrancaría la cabeza y la piel en microsegundos-ante esto Aioros alzo su rostro sorprendido, ¿esta Diosa hablaba de quién creía que hablaba?- Dile a Atenea que lamento este incidente y que tratare que no vuelva a ocurrir en el futuro cercano. Por favor que esto quede entre nosotros, lo último que quiero es que haya problemas- acarició los cabellos de los niños y desapareció en una resplandeciente luz.
Los niños se miraron entre si.
-¿Saben que están metidos en un buen lio, verdad?- Shura se acerco al trio de aterrorizados niños con el ceño fruncido fuertemente. Los niños se encogieron sobre si mismos.
-Eso lo decido yo-
Aioros se levanto y se encamino hacia los niños, dándole una mirada severa al español. Estiro sus brazos a los niños suavizando su mirada, atemorizados aún se acercaron y se dejaron cargar por el heleno, que sin mirar a nadie en particular dio media vuelta y se dirigió de nuevo al Santuario.
-¿No está molesto?-pregunto Jason
-Algo, pero sé que no era su decición. Eran ordenes de arriba y los semidioses no podemos oponernos a las ordenes de nuestros padres divinos. Jamás-
.
En otro lugar, Apolo miraba las estrellas. Atado de manos y pies con cadenas doradas que se perdían en el aire.
-Quiero comer carne-
.
Les gusto?
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Viva la vida!
OverigAioros a recibido la tarea de entrenar una nueva generación de Santos de Oro, quienes tienen sangre divina corriendo por sus venas. Mientras una nueva amenza surgue en el horizonte, un peligro tan antiguo como poderoso que tiene el poder de destruir...