La lluvia se intensificaba a cada segundo. Si antes era una simple llovizna, ahora se había convertido una propia del invierno. Las copiosas gotas de la lluvia se estrellaban contra el pavimento fresco de las calles. Los árboles se desprendían de sus hojas mediante un meneo intenso a causa de la lluvia.
En una casa de dos pisos, en una habitación decorada con aspecto infantil, una niña de seis años descansaba plácidamente en su cama. Tenía el cabello cobrizo levemente ondeado, que caía sobre su almohada como una cascada. Sus ojos verdes, que ahora estaban cerrados, reflejaban una inocencia y una alegría propias de su edad. Sus labios pequeños y rojizos esbozaban una leve sonrisa, como si tuviera soñando con algo agradable.
Mientras la pequeña disfrutaba de su cálido y dulce sueño, alguien la observaba desde lo lejos, atento, desde una distancia prudente. Era un ángel de aspecto rojizo, con la piel blanca como la nieve y una alas rojas, como la sangre, se abrían cada detalle de la menor, desde su cabello largo, hasta la punta de sus pies levemente notorios bajo las sábanas.
— Te encontré — habló de manera satisfactoria —. ¿Acaso Shingo no pudo encontrarte un lugar mejor?
Sin previo aviso, el ángel maldito ingreso de manera rápida y cautelosa en la habitación donde se encontraba la niña. Se acercó a su cama, evitando hacer ruido, y se inclinó sobre ella, analizando su rostro.
—Hizo un gran trabajo al traerte con los humanos—continuó hablando en voz baja—. Lástima que borrase tus recuerdos. No sabes que tanto influiste en él.
Quería tocar su mejilla, sin embargo, al intentarlo, algo lo detuvo en seco. Una descarga eléctrica que se difundió por todo su cuerpo, haciéndolo retroceder con un grito ahogado de dolor. Si antes sonreía de forma victoriosa, ahora lucía enojado y confundido.
Con la vista rebuscó de forma desesperada algún tipo de protección que estaba impidiendo que la tocará. Rebuscó por todo su cuerpo, y cuando pensó que no encontraría nada, se fijó en su cuello, donde un dije colgaba sobre su piel blanca. Era pequeño, pero se notaba un sello sobre él. Eso era el causante de no poder tocarla.
—Como siempre, Shingo siendo precavido. —murmuró con resentimiento—. Pero no te preocupes. Pronto volveré a recordarte lo que debiste hacer.
Con el ceño levemente fruncido, decidió irse, no sin antes darle un último vistazo a la niña, que seguía durmiendo ajena a todo.
* * *
La niña de cabello cobrizo creció, y resulto ser más curiosa de lo habitual. El poco miedo que tenía a la oscuridad facilitó su manera de explorar lo desconocido. De pequeña siempre arrastraba a su hermana Hina Asanagi a sus intentos de investigar lo paranormal, una pequeña parte de ella sentía una rara conexión con aquello.
Roos Asanagi nunca supo que era adoptada, sus padres prefirieron ahorrarse las preguntas de "¿Qué paso con mis padres?". Y no solo eso, sino que decidieron borrar cualquier tipo de información que dijera lo contrario; sin embargo, no pudieron detenerla a la hora de investigar. Ni tampoco cuando ella y su hermana acudieron al "Instituto de Investigación Milenarista", donde obtendría un poco de su verdadero origen y padres.
Allí descubriría de forma accidental lo que ocurrió con sus verdaderos padres. Para luego, entender que tipo de conexión tenía con "Aeshma".
ESTÁS LEYENDO
𝑳𝑼𝒁 𝑬𝑵 𝑳𝑨 𝑶𝑺𝑪𝑼𝑹𝑰𝑫𝑨𝑫: (𝑰𝒄𝒉𝒊𝒓𝒐 𝒙 𝑹𝒆𝒂𝒅𝒆𝒓)
Fanfictionʟɪʙʀᴏ ɪɴsᴘɪʀᴀᴅᴏ ᴘᴏʀ ᴇʟ ᴀɴɪᴍᴇ "ᴀᴋᴜᴍᴀ-ᴋᴜɴ" -Te encontré, Aeshma-kun-habló con un tono de orgullo, mirando con cierta sensibilidad al de cabello gris. -No pedí que lo hicieras-.replicó él con fingida indiferencia, intentando ocultar su nerviosismo al e...