13

58 11 4
                                    


Ahora entiendo por qué está muerto en vida.

Taemin Lee.

Decidí ocultar mi enfermedad a todos. Se hablaría de ella solo si fuese necesario. No quería que nadie me viera con lástima y con cara de "pobrecito se va a morir".
Me doy ánimos a mi mismo frente a la verja del colegio.
Yo puedo con esto.
A paso firme entro sin mirar para el lado. Estoy solo, Tiffany  tiene gripe. Desde aquella noche en mi habitación no he visto a Minho y por una extraña razón...me siento raro.
Quería verlo.
...y algo más.
«Estúpido de mí»
Me dirijo hasta mi salón, ahí en fondo de la clase está él. Vestido completamente de negro. Inclinado hacia detrás con la cabeza pegada a la pared y los ojos cerrados.
— ¿Dónde estabas metido? —sin pensarlo me siento a su lado.
— ¿Desde cuándo tengo que darte explicaciones, Lee? —responde sin abrir los ojos.
— Tienes razón —me levanto— Tu vida me tiene que importar una mierda, haz lo que te dé la gana. Eso sí, no me molestes.
— Eres tan ingenuo —se pone de pie y doy uno paso atrás— Ven.
— No quiero.
— Sígueme.
Soy tonto.
¿A qué si?
Terminé en los baños. Minho revisa en cada cubículo y cierra la puerta. Se acerca a una distancia prudente. Me alejo hasta que mi espalda termina tocando la pared.
— ¿Qué? —arqueo una ceja.
— Sabes lo que quiero.—Muerde su labio inferior.
Nuestras bocas se tocan, trago grueso.
— Respeta mi espacio personal.
— ¿Deseas que te bese, Lee?
— No.
— ¿Seguro?
— No, digo sí.
— ¿Por qué te pones tan nervioso conmigo? —alardea— No te voy a morder, puede que sí, pero no te va a doler.
— No voy a ser tu muñeco inflable —lo empujo por el pecho.
— Nadie ha dicho que lo seas.
Se vuelve acercar y está vez acorrala mi cuerpo contra la pared sin escapatoria.
Me besa, nuestros labios se hacen uno, cierro los ojos y dejo que su lengua juegue con la mía. Me muerde el labio inferior y me da un casto beso antes de separarse.
— No juegues más conmigo —mis ojos se humedecen y me contengo para no llorar. 
— Esto no es un juego —me dice— Tú eres y serás solo mío.
— Ya basta —le grito.
Tengo ganas de darle un puñetazo por su perfecto rostro.
«Imbécil»
— No me voy a detener y lo sabes. —se cruza de brazos.
Lo odio, definitivamente sí.
— ¿Qué soy para ti, Minho? —me lleno de valor y pregunto— ¿Qué sientes por mí? Dime la verdad por favor.
Se queda en silencio.
— Que te quedes callado dice mucho de ti —bufo— Joder que idiota he sido, creyendo que ibas a cambiar por mí. Ni siquiera te importo.
— Tú no sabes nada.
— Entonces explícamelo.
— Será mejor que lo dejemos así.
Vuelven a clase sin hablar, en todo el día no me mira. Coincidimos en los pasillos y me ignora como un completo desconocido.
Vuelvo a casa y mi padre me ha dejado una nota que se había ido de cena romántica con Amber.
Caliento un poco de comida, me doy una rápida ducha. Luego de tomar mi medicación me tumbo en el sofá a ver una película.
Llaman a la puerta y reviso la hora.
— ¿Quién? —nadie contesta. Me acerco a la puerta esperando que...
— Acaba de abrir, Lee.
— ¿Qué haces aquí? —abro.
— Necesitamos hablar —pone su boca en línea fina— ¿Puedo pasar?
Me quito del medio y pasa.
— Voy a hablar y quiero que me escuches —enciende un cigarrillo.
— Soy todo oídos.
— Siento algo por ti —se pasa una mano por el rostro antes de darse una larga calada— Lo que tampoco sabría cómo decirte porque estoy bastante jodido.
El humo gris abandona sus labios y es una escena digna de mirar.
— ¿Cómo puedo ayudarte?
— No puedes, Lee, nadie puede —sigue fumando— Me da miedo querer porque ya me han fallado.  Amaba a mi madre...la encontraron muerta. Luego creía que la única persona que siempre estaría conmigo...me arrebató mis ganas de vivir.
— No entiendo nada —intento acercarme, pero me evade.
— Lee mi padre...ese señor abusaba de mí en las noches después de provocar la muerte a mi madre —brama con rabia e ira— ¿Dime cómo quieres que el corazón de un niño siga latiendo después de ello?
No sé qué responder.
Tengo la boca en forma de O y las manos en mi cabeza. Yo sabía que escondía algo, pero no pensaba que era algo tan grande y horroroso.
Ese era el secreto de Minho Choi .
Su corazón continuaba latiendo día a día, aunque él ya estaba muerto.
Su propio padre era el culpable.
Corro a abrazarlo, no se lo esperaba. Se deja que lo toque, mis diminutos brazos se envuelven en su cuerpo y parezco un enano.
— Yo lo siento tanto —sollozo— Déjame enseñarte a querer, a sonreír de nuevo.
— No quiero tú lástima, Lee —rompe el abrazo— Te estoy mostrando toda mi oscuridad, para ver si decides quedarte.
— Quiero quedarme y ser tu luz.
Me sonríe de lado, más no dice nada.
Son cinco minutos de silencio.
— Afuera está lloviendo.
Vuelve el silencio mientras mira por la ventana.
— Vamos —me toma de la mano.
Terminamos bajo la fuerte lluvia, a lo lejos se ven los relámpagos que parecen que dividen el cielo cada que iluminan. Nos empapamos por completo.
— ¿Alguna vez has besado bajo la lluvia, Lee?
Niego.
Sus manos se apoderan de mi cuello y me regala el mejor beso que he recibido en la vida.
— No te prometo que será fácil —habla sobre mis labios—, pero si menos lo intentaré.
Se a lo que se refiere.
— Es suficiente con eso.
Volvemos adentro, le presto ropa y una toalla.
Lo miro cambiarse sin ningún problema, no le importa que lo esté observando como un tonto.
Mi ropa le queda mejor a él.
Le mandan un mensaje de texto, lo revisa detenidamente y luego me mira.
— Tengo que irme —termina de secar su cabello con la toalla.
— ¿Pasa algo?
— Nada de que preocuparse —se encoge de hombros—, digamos que cada vez estoy más cerca de encontrar la paz.
Se va.
¿Qué habrá querido decir?

La Bestia (adaptación 2min)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora