El océano es un paraíso ladrado con el terror de los terrestres.
Su densidad, teñida de un profundo azul que compite con el negruzco manto del cosmos. Un universo en la tierra, tan misterioso e enigmático que ni los mismísimos dioses son capaces de apreciar en su totalidad.
Un abismo interminable, gobernado por criaturas temibles e impredecibles como su hogar.
Kaires nunca se había tomado el tiempo de apreciarlo en su primorosa existencia. Las profundidades sin explorar, llenas de incógnitas que solo su supremo gobernante ha de conocer. Sin embargo, así como los mares se alzan contra los incautos, con olas voraces y defensivas para todo aquel que invada su hogar, el tirano de los océanos resulta ser un reflejo de lo que procura proteger.
Poseidón, el dios impredecible.
La divinidad de las mil caras, ocultas por una inquietante mirada monótona. Enigmático como las profundidades, temible como sus habitantes. Nadie sabe lo que oculta en realidad, y eso hace que ningún dios, semidiós u mortal sepa hasta qué punto es capaz de llegar.
No obstante, así como él ha tenido el poder de alterar la historia del Olimpo, ha de seguir y obedecer ante el supremo soberano, aun cuando éste no se haga respetar.
—No puedes matarla, Poseidón. —habló Zeus, con su voz resonando por toda la habitación.
Frente a él, recuperado y sin las marcas que obtuvo contra su enfrentamiento con la diosa de la sabiduría, está el temible tirano del mar, con su entrecejo fruncido y mirada fulminante.
—Ella merece un castigo. —dijo Poseidón, calmando su voz—. Todos los que apoyaron la rebelión deben ser castigados. Sin excepciones.
Zeus ríe sonoramente, pero sin llegar a sonar burlesco u denigrante. Si llegaba a hacerlo, está casi seguro que ni Hades lo salva de la furia de Poseidón.
—Tu no perdonas nada. —carcajeó. Se recargó en su trono, ladeando la cabeza—. Lo haré. Siempre y cuando no intentes matar a mi hija.
—Esa basura ni merece existir. —siseó con fuerza, sabiendo que, en uno de los pilares, oculta como una cobarde, está Atenea.
—Tranquilo, Poseidón. —Zeus pidió, risueño—. Estoy para complacer tus caprichos, pero que no sea a cada rato. ¿Acaso no piensas los regaños que Hestia me da por hacerte caso en todo?
Pregunta, adoptando un tono dramático y chillón.
El mastodonte sonríe al oír un bufido por parte del mayor. Poseidón sella sus labios, dándose media vuelta para retirarse del salón.
—¡Adiós, brocheta! —exclamó Zeus cuando el tirano desapareció por los portones, carcajeando.
Poseidón oye el sobrenombre a sus espaldas. Quiso regresarse para lanzarle el tridente al patético de su hermano, sin embargo, una mano sobre su hombro llama su atención. Kaires lo observa, sonriente, aunque es capaz de ver en sus brillantes ojos negros la preocupación que lo ha carcomido desde el enfrentamiento.
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𝙄𝙣𝙛𝙞𝙣𝙞𝙩𝙮 | Poseidón
Fanfiction> James Young - Infinity El tiempo es infinito, regido por los primordiales del tiempo. Sin embargo, el futuro puede ser cambiado con cualquier mínima acción. Es inexacto, controlado a partir del presente del individuo. Kaires sabía la im...