CAPITULO 14✓

44 4 0
                                    

VICTORIA.

El llanto de Caden llega a mis oídos. Salgo de mi ensoñación y lo arrullo hasta que se queda dormido nuevamente. Le pongo su chupete.

Me levanto de la cama y evalúo la habitación. Me doy cuenta de que tiene un gran balcón; las puertas son corredizas, las deslizo y la oscuridad me recibe. El viento ligero golpea contra la piel desnuda de mis hombros. Me acerco hasta el final del balcón; la temperatura ha descendido lo suficiente como para que tenga que abrazarme a mí misma para encontrar un poco de calor. El toque ligero en la puerta llama mi atención.

-Adelante.

Concedo el paso a quien quiera que sea. Los pasos son más ligeros, casi como una pluma.

-El jefe mandó que le trajera la cena. Si necesitas algo más, puedes llamarme o tocar la puerta -informa la pequeña voz, un tanto frágil y demasiado chillona para mi gusto.

Solo asiento. Sé que ha salido simplemente por el sonido de la puerta al cerrarse. Reviso el armario y encuentro ropa de mi talla, sorprendente. Me acerco a la puerta de roble y me adentro en el baño, dejando la puerta semiabierta por cualquier cosa. Cuando estoy lista, salgo y dejo todo en su lugar. Acomodo mejor a Caden en la cama, colocando algunas almohadas a su alrededor para evitar que se caiga mientras no estoy.

Bajo por las enredaderas a un lado del balcón, doy un último vistazo al interior de la habitación y retomo el camino hasta el suelo. Al estar a un par de centímetros del suelo, me deslizo y caigo de pie.

Me fijo en los hombres que custodian la casa a esta hora. Creo que cambian de guardia y no me equivoco, ya que cuando me adentro a unos pocos metros en las plantas que hay, casi creando una barrera, los veo acercarse a la entrada y recibir algunas órdenes por parte de quien parece el jefe de seguridad. Volteo mi rostro al escuchar un crujido a una distancia considerable. Me acerco con cuidado al lugar de donde provino el ruido y me encuentro con un hombre vestido con ropa táctica. Al verme, empieza a hablar por lo que supongo es la radio que lo comunica con su equipo. Se asusta al verme ir directamente hacia él; agarra su pistola al verme más cerca, las manos le tiemblan. Le arrebato el arma y le rompo el cuello.

Dejo el cadáver cerca de la salida y salto la reja que conecta la casa de al lado con esta. Cruzo el jardín y salgo a la carretera. En la parte trasera, me espera un auto para llevarme directo al bar.

Llegó al lounge bar, a unos kilómetros de la casa de Salvatore. No tardó mucho en la entrada. El guardia de seguridad se acercó hasta donde me encontraba, y le di indicaciones específicas: no dejar entrar a nadie con un tatuaje en el dorso de la mano en forma de águila.

Al adentrarme al bar, localizo de inmediato a Anna en la misma mesa de siempre. El olor a alcohol y alguna sustancia se vuelve más fuerte a medida que me abro paso entre la multitud. Consigo llegar y, a primera vista, no parece ser ella hasta que levanta la cabeza.

-Señorita Rossetti, un gusto volver a verla -digo riendo mientras ella voltea.

-Señorita Vallejo, siéntese porque el chisme está fuerte -me sonríe de lado.

-¿Cómo te fue en tu cita de hace días? -sonrío mirándola, enarcando una ceja ante su cara sonrojada.

-Nada innovador, solo algo de charla y logramos hacernos amigos nuevamente. Y ninguno intentó nada.

-¿En serio? Si es así, entonces explícame por qué la hora de tu vuelo se retrasó -insisto, y ella se sonroja aún más, si es que se puede.

-Es cierto, ya te pareces a Salvatore con las cosas que haces -susurra.

Me río y ella empieza a contar cómo le fue en el ensayo de prueba. Justo cuando estamos por terminar de formar el plan, recibo una llamada del escuadrón que está cuidando la habitación.

-Mi señora, uno de los hombres dejó pasar a la de servicio a la habitación y se ha dado cuenta de que no se encuentra. Directamente ha salido a informarle al capo -su voz es agitada, por lo que deduzco que está corriendo.

-Mantengan al equipo de seguridad distraído mientras llego.

-Sí, señora.

Corto la comunicación, me despido de Anna y salgo por la parte trasera del bar. Calculo más o menos unos siete kilómetros de regreso por esta parte. El sonido de algún motor se escucha lejos. Sigo mi camino hasta llegar a la carretera de piedras.

Faltan unos cuantos metros para llegar a la casa. Una luz viene desde atrás, abriéndose paso en la oscuridad.

La camioneta se detiene y uno de ellos se baja. Intenta ponerme un pañuelo con cloroformo en la cara, mientras otro sostiene una jeringa. En dos movimientos ágiles, tengo al del pañuelo agarrado y le rompo el cuello. El otro ni se inmuta; sonrío y lo miro desafiante. Me acerco y quedo a solo dos pasos de él.

-¿No que muy valiente, hijo de puta? -le digo con burla.

-En realidad, por si no te has dado cuenta, estás en desventaja -responde.

-Yo no le tengo miedo a la muerte. Yo trazo mi propio destino y en ningún momento he estado en desventaja - respondí, viendo cómo su sonrisa se curvaba a medias.

Él camina los dos pasos y yo le asesto un golpe cuando va a dar su segundo paso, lo desorienta y le quito la jeringa. La parto a la mitad, igual que hice con el otro, y le rompo el cuello.

-Nos vemos en el infierno y saluda a Lucifer por mí -le digo y lo suelto.

Camino hacia la camioneta y la reviso completamente. Cuando voy a ver el asiento de atrás, encuentro una caja. La abro y veo cachorros de lobo; apenas tendrían una semana y media de nacidos. Los levanto con cuidado y los coloco lo más alejados de la carretera. Luego, al estar al frente de la camioneta, abro el capó, agarro la batería y la saco. Busco el encendedor que tenía y me dirijo al tanque de gasolina.

-Maldita sea, tendré que improvisar con los malditos cuerpos -murmuro con rabia.

Me acerco al primero que maté, lo arrastro hasta debajo del carro y lo dejo ahí. Busco en la maletera y encuentro un destornillador. Sonrío y vuelvo a donde está el segundo cuerpo. Lo monto en la parte delantera y regreso al primer cuerpo. Me meto debajo de la camioneta con mucho cuidado de que no me caiga gasolina en la cara. Con la punta del destornillador, golpeo el tanque. Salgo, espero hasta que salga el primer chorro hacia afuera y, cuando sale, prendo el encendedor. Observo cómo el fuego se expande rápidamente por todos lados.

Me doy la vuelta y busco la caja con los cachorros. Sigo mi camino y, cuando estoy lo suficientemente lejos, se escucha una explosión. Sonrío.

Llego a una distancia considerable. Mientras avanzo por el jardín vecino, visualizo el mismo lugar por donde bajé. Agarro la caja donde están los cachorros y los dejo debajo del árbol con la cazadora encima. Subo por las enredaderas hasta llegar al balcón. Justo en ese momento, la puerta es abierta por Salvatore.

-¿Qué quieres? -le preguntó.

Lo veo entrar a la habitación seguido de Hunter. Salvatore no responde, solo me mira curioso, como si sospechara algo más. Eso me llama la atención.

-Necesito que vengas al despacho de inmediato.

El Lado Oscuro De La Mafia [ BORRADOR] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora