Una decisión difícil

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—¿Estás bien? — Paolo estaba sentado frente a Luz en un bar cerca del hotel. Era su rato de descanso y había quedado con ella para tomar algo, aunque no se la veía demasiado centrada.

—¿Qué? —preguntó Luz algo distraída.

—Llevas un buen rato dispersa, si quieres podemos irnos —

—No Paolo perdona, si de hecho he aceptado venir porque no me apetecía estar todo el día sola en casa —

—Aún estás mal por todo ¿verdad? No es plato de buen gusto pasar por situaciones así. —

—Bueno, y además... está el tema de Ainhoa —dijo Luz algo molesta.

La imagen de Ainhoa borracha era difícil de borrar, Luz tampoco podía culparla del todo pero no quería sentir simpatía por ella.

—¿Qué tema? —preguntó Paolo confundido.

—Pues lo de su vuelta y todo eso ¿no sabes lo de que se había ido? Estoy segura de que más de uno lo comenta por ahí —

—Ah, eso sí. Bueno algo he oído sobre que se marchó hace mucho y hacía siglos que no se ponía en contacto y que erais muy cercanas o algo así —

—Sí, algo así —. Paolo la miró inquisitivo y Luz lanzó un largo suspiro. No era fácil hablar de Ainhoa, no solo por el hecho de que les había hecho mucho daño al marcharse así, sino porque después de tanto tiempo, Luz había enterrado todos los recuerdos y pensamientos sobre ella.
Era un tema tan del pasado que volver a verla ahora se sentía demasiado irreal. —Anoche la vi en el bar del hotel, borracha como una cuba —dijo.

Paolo ahogó una risa y dio un sorbo al café.

—¿Qué? —preguntó Luz molesta.

—Nada, nada. Menuda forma de empezar de cero en el pueblo ¿no? Pillandose una cogorza en el bar —

—Bueno eso de empezar de cero, no sé yo. Tiene pinta de que solo ha venido aquí a despedirse y a marcharse otra vez —

—Eso no lo sabes, Luz. La gente cambia —dijo Paolo.

—Sí, la gente cambia pero a veces, y Ainhoa no es de esa gente. Ha tenido doce años para hacer algo, para cambiar y volver o demostrar que por lo menos le importábamos algo. De repente vuelve aquí como si nada, sin explicaciones, hace el numerito, y ¿espera que pensemos que ha cambiado? —

—Pero... ¿Tú le has pedido explicaciones o has hablado con ella?

—No —dijo Luz algo titubeante —pero tampoco quiero explicaciones, a estas alturas no —añadió tajante.

Paolo sonrió y extendió su brazo hasta posar sus manos sobre las de Luz, encima de la mesa, y la miró a los ojos.

—Te conozco demasiado bien a estas alturas como para saber que eso no es verdad —dijo con una voz suave.

—Paolo, es que estoy cansada... hace años pues sí, claro que quería saber qué había pasado, por qué se largó sin más o por qué nunca se molestó en buscarnos pero ¿ahora? Es que no es justo que vuelva y no es justo que se quede aquí.

—Luz, escúchame. Yo te entiendo, pero a lo mejor te haría bien hablar con ella. No sé, quizás aunque no quieras, si te vendría bien una explicación para poder pasar página y luego que ella siga su camino y tú el tuyo —. Paolo sonaba muy convincente cuando se ponía serio y la miraba con sus intensos ojos verdes. Luz bajó la mirada meditando en sus palabras, sabía que tenía razón pero reconocerlo era un poco difícil.

—A lo mejor tienes razón... —susurró.

—¿Qué? —preguntó Paolo divertido.

—No lo voy a volver a repetir, sé que me has oído.

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