8. El hermoso niño que se parece a su madre.

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Sostuvo la moneda de plata brillante en su mano y la hizo girar. Era la primera vez en años que tocaba plata. Era insignificante cuando poseías innumerables cosas y precioso cuando lo perdías todo. A diferencia del platino, el metal gris claro, que se veía muy frágil, era como el cristal de un sueño fugaz.

Un sueño de hace mucho tiempo.

Todas las noches, reflexionaba mientras reflejaba la superficie brillante de la moneda contra el cielo de color naranja.

Comprar pan.

Una hogaza de pan grande, salpicada de pasas. Eso podía durar seis meses. Podía comprarlo con azúcar. También sería bueno ir por mantas para el próximo invierno. Comprar botas con pelo o irse a una ciudad sureña un poco más cálida. Los inviernos allí no serían tan duros como este.

"¿Qué hago?"

Arok se puso en cuclillas en el granero y hundió la cara en su regazo, contemplando las posibilidades. Si fuera el Conde de siempre no se preocuparía por cosas así de estúpidas. Inmediatamente hubiera ido a la papelería, comprado papel y bolígrafo y enviado cartas a todas las direcciones que aún recordaba. Pero ahora estaba seguro de que no iba a obtener una respuesta a ninguna de sus peticiones. Todos los que alguna vez se preocuparon por él ahora le dieron la espalda. Al menos Derbyshire y Wolflake, que eran muy cercanos, se negaron incluso a visitarlo y estaba seguro de que incluso si se paraba en la puerta de sus mansiones, todos iban a pretender no conocerlo. En el desesperado momento, el único que le tendió la mano fue Klopp. Incluso después de todo...

Mirando hacia atrás, notó que estaba en un camino que conducía al mismo abismo. No podía desperdiciar su precioso dinero en algo sin sentido sabiendo muy bien que no habría respuesta de todos modos. Ni siquiera tenía hambre. Y en realidad, imaginó que se trataba de una oportunidad de oro que en definitiva no iba a presentarse de nuevo. No quería gastar su preciosa moneda de plata en pan que podría obtener con solo follar de todos modos y, haciendo un poco de memoria, Arok recordó lo que más deseaba en su vida. Claro, lo abandonó porque pensó que nunca iba a tener el capital.

Pero allí estaba.

Arok, que no había dormido en toda la noche, salió del establo antes de que los hombres vinieran a buscarlo y hasta que llegó la mañana, deambuló en busca de una modista de alta gama. Por supuesto, el dueño corrió a Arok de la tienda, temiendo que la reputación se deteriorara cuando sus clientes vieran que le hacía ropa incluso a los indigentes. Suplicó varias veces, se tiró de rodillas, mostró su moneda de plata y se retorció mientras pedía el favor. El sastre de pelo largo rió fríamente mientras levantaba las gafas que colgaban del puente de su nariz:

"¡Una sola moneda de plata no puede ni comprar una corbata! Vamos, largo."

Estaba un poco sorprendido. Con esta preciosa moneda de plata, pensó que podría comprar al menos un juego de ropa de mala calidad si no había de alta gama. Fue decepcionante que ni siquiera pudiera comprar una de las corbatas que había usado una vez antes.

Estuvo husmeando todo el día en cualquier lugar que pareciera una tienda, pero tenía suerte si no le golpeaban o al menos lo tiraban a una esquina de la calle. Al final, renunció a las tiendas de alta gama que estaban a lo largo de la acera principal y pudo comprar un traje muy gastado y zapatos feos en la tienda de ropa de segunda mano en mal estado que encontró en los locales utilizados por la clase trabajadora. Pagó toda su plata por él y recuperó algo de cambio que utilizó para comprar jabón en otra tienda. Con el corazón emocionado, sin darse cuenta, corrió hacia la orilla del río y antes de que fuera demasiado tarde, se lavó y se puso la ropa que olía a polvo y moho con cuidado. También se metió los zapatos. Ojalá pudiera alisar algunas de las arrugas, pero no podía darse ese lujo después de tanto. Arok se pasó la mano por el cabello aún húmedo, lo echó hacia atrás y siguió caminando. La gente lo miró un poco, pero no mostraron la hostilidad que tenían antes. Siguió entonces, con el pecho nervioso. La mayoría pasó junto a él, pero uno o dos alfas jóvenes lo miraron fijamente. Por razones desconocidas, estaba terriblemente asustado, por lo que Arok eligió quedarse en una sombra que fuera lo más discreta posible.

into the rose garden. Tomo 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora