370 64 3
                                    

Hoseok sentía que el mundo se le venía encima, mientras se observaba a si mismo vistiendo aquella seda tan blanca y fina como el mismísimo terciopelo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Hoseok sentía que el mundo se le venía encima, mientras se observaba a si mismo vistiendo aquella seda tan blanca y fina como el mismísimo terciopelo.

Y no era de menos, porque aunque sin duda alguna el vestido era de lo más hermoso que había visto alguna vez, no era capaz de sentirse bien, no cuando las náuseas se aproximaban y su cuerpo tiembla como si estuviese desnudo en pleno invierno.

—Luce hermoso pequeño príncipe—. El alago de parte de su confidente mas grande no hace más que estragos en su estómago.

Sintió nuevamente esas inmensas ganas de vomitar, por lo que se volteó aproximándose a un balde y saco toda esa bilis que tenía pro dentro. No había podido comer nada, por lo que solo expulsaba ese amargo sentimiento que tenía encima.

El otro omega no pudo más que sentir pena por el menor, acariciando su espalda y tratando de reconfortarlo. Ojalá pudiese hacer otra cosa más que mirar la condena de su principe.

Hoseok era un omega sin duda alguna precioso, probablemente la diosa de la belleza y bondad lo había hecho a la medida, entregando todo de ella en su creación.

Pero desgraciadamente había nacido en una cuna de oro que desgraciaría su vida hasta el resto de su existencia.

Seokjin tenia unas inmensas ganas de tomar a su pequeño y sacarlo de ahí, para huir donde nadie los encontrará, pero ¿Qué podía hacer él? Ni siquiera su hijo Taehyung quien era un alfa podía ayudarlos. No cuando podían asesinarlo por traición a la corona.

Desgraciadamente Hoseok había nacido omega y al ser el único heredero a la corona, necesitaba un alfa que tenga la autoridad sobre él.

  —Lo siento tanto Hobi—. Sollozo el omega, escuchando al pequeño llorar.

Seokjin era un omega soltero ya algo viejo, con sus 34 años de edad solo se había encargado de servir a la corona y cuidar a su hijo y al pequeño príncipe omega que tanto sufrimiento había cargado con el pasar de sus cortos 16 años.

Unos pasos fuertes y toscos se escucharon, alertando a ambos omegas que se separaron para mirar como la puerta era bruscamente abierta, un hombre con leves canas y pequeñas arrugas se hizo presente, vistiendo su típica ropa tradicional de sedas rojas y enorme corona sobre su cabeza.

Su aroma amargo aturdió levemente a los omegas.

  —¿Sigues llorando?—. La pregunta era tosca y su tono demasiado duro.

El pequeño omega tembló incorporándose levemente.

  —Padre, te lo suplicó—. Apretó sus labios por un momento para sollozar— No me obligues hacer esto, por favor—. Hoseok no dudo en arrodillarse y llorar bajo los pies de su padre, abrazando su ropa.

El hombre arrebato la tela de las manos de su hijo, para mirarlo con sorna furia y advertencia.

  —Basta de tanto drama Hoseok—. El Rey Gongyoo levanto su mano en segunda advertencia, la clara amenaza de que si Hoseok no se levantaba en ese momento y se comportaba como el principe que era, le golpearía hasta el cansancio.

Hoseok sintió que la piel se le helaba nuevamente, por lo que se levantó tambaleante, con las nauseas regresando, pero tragándoselas con miedo.

Seokjin hizo un leve reverencia al Rey para pasar frente él y secar las lágrimas del pequeño príncipe, acomodándole la ropa y sonriéndole maternalmente.

Hoseok había crecido sin madre por tristezas de la vida, y sin padre por desgracias de la misma. Su madre omega DongWook había muerto cuando el apenas tenia sus dos años de edad y con ello se había llevado el corazón y la vida de su padre alfa GongYoo.

Seokjin tuvo que renunciar a su vida para dedicársela únicamente a ese pequeño omega y a su hijo.

Hoseok miro a Seokjin, quien había ganado ese cariño maternal que tanto le hacía falta y trato de verse fuerte.

Si lo golpeaban a él, seguiría Seokjin y no podía con eso.

El Rey aparto al omega mayor con brusquedad, para tomar del brazo a su hijo.

  —Sonríe, es tu boda.

Hoseok forzó una sonrisa, pero sus ojos no podían mentir, no con tanto dolor y miedo.

Se casaría con un Rey viudo, que tenia la misma edad de su padre y el no quería eso, no tanto por la edad, si no por lo que conllevaría aquello.

A vivido toda su corta vida protegido por esas enormes paredes del castillo, sin ningún tipo de libertad, creciendo únicamente con el odio de su padre, el cariño maternal de Seokjin y la hermandad de Taehyung. En su vida existían reglas y etiquetas, algo que su corazón salvage no deseaba.

Su padre comenzó a caminar llevándolo casi arrastrado escaleras abajo, las bodas reales por tradición eran festejadas en la capilla principal del Reino. Ni siquiera noto cuando llegaron al inicio del "corto" pasillo -El que en realidad era demasiado largo, para que los omegas reales lucieran sus exuberantes vestidos y sus muy largos velos- la gente de la nobleza lo miraba tan descaradamente que las miradas críticas eran fáciles de diferenciar aunque fuesen demasiadas, al final de pasillo junto al sacerdote de Seúl se encontraba su futuro esposo.

Lee JungJae, Rey de un pueblo grande en Korea y sobre todo viudo, que le triplica la edad. Era apuesto por supuesto, pero sus morbosos ojos solo podían hacer que Hoseok sintiera un terror horrible.

  Volteó nuevamente a su padre quien sonreía con tal altanería que le hacía temblar los huesos.

  —Por favor padre, recapacita—. Una última mirada de advertencia logro que casi se tambaleara, pero la suave y última caricia de Seokjin quien estaba tras él acomodando su velo hizo que tomara un poco de fuerza.

  —No me colmes la paciencia Hoseok—. Advirtió con la mirada llena de furia.

La melodía comenzó, los invitados seguían mirándolo sin vergüenza alguna y Hoseok sintió que caería en cualquier momento.

Hoseok no podía con esto, no lo soportaría por lo que al dar el primer paso, su seguridad se desmoronó, y solo quería huir.

  —¡No quiero!

Gritó tan alto que la melodía se detuvo, todo el ligar quedo en silencio, los murmullos no tardaron en llegar, mientras el Rey veía son vergüenza y extremada furia a su hijo, quien se había logrado zafar de su agarre y se había alejado unos pasos de él.

Seokjin tragó saliva, si Hoseok no comenzaba a correr, él tomaría su mano y correría llevándolo a rastras.

  —¡No me voy a casar!—. Gritó nuevamente retrocediendo unos pasos más hasta acercarse a Seokjin.

El Rey decidido a propinarle una extremada golpiza por su arrebato, no pudo más que quedarse parado, cuando las campanas del Reino se escucharon.

La gente se quedo absorta y asustada.

Un sonido que solo era tocado por los monaguillos cuando la ciudad era invadida.

Taehyung quien se coló entre los invitados aprovechó la oportunidad del publico en pausa, para tomar a ambos omegas de las manos y jalarlos para comenzar a correr.

Era su única oportunidad de escapar.

Era su única oportunidad de escapar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Junghope_ VIKINGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora