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Todas las imágenes que salgan en la historia, no son mías, derechos al autor de las imágenes (Si fueran mías lo diría en algún momento) Sin nada más que decir ¡¡Comencemos!!
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Anteriormente:-
¿Por qué-

-Mañana, ya nos darás la charla viejo, ahora tengo que acompañar a Bakugou a su habitación - Como si de un desconocido fuese, pasó de él, cosa que dañó de cierto modo el orgullo del mayor, el cual no es poco.

-Shoto, soy tu padre y tu m-

-Vamos Bakugou, tienes que descansar - Eso destruyó por completo el orgullo de Enji Todoroki.

Con eso dicho, el Todoroki menor se retiró hacia los vacíos dormitorios. Ya habían pasado el primer día de esa semana juntos, y, sinceramente, el bicolor no creía poder olvidar este día.

Le encantó estar sentado, bajo un árbol, en un silencio acogedor, con el cenizo recostado en él, mientras veían el precioso lago delante de ellos. Quiere creer que este será el primer día y el primer recuerdo de muchos, junto con este rubio, que lo tiene delirando de amor.

Desea que Katsuki lo acepte, que vea que son el uno para el otro, y lo hará, él sabe que logrará este sueño; el sueño de tenerlo entre sus brazos, oliendo su perfume, viendo sus ojos al despertar, acariciar sus cabellos que bailan a la par del viento… lo conseguirá.

-Buenas noches, Bakugou - Susurró, alejándose de la habitación perteneciente al mencionado, con una sonrisa plasmada en el rostro, cerrando así la puerta.
Mañana, será otro día igual de perfecto que el de hoy, lo presiente.
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Se levantó con una sonrisa muy inusual en su serio y neutro rostro, la explicación de esa sonrisa era sencilla; Bakugou, es difícil de explicar, pero, siente que por fin tiene una razón para levantarse sin pereza de la cama, para sonreír y reír.

Una razón fuera de su círculo tóxico familiar, fuera de los deseos egoístas de su padre, siente que ahora, está haciendo algo que a él, le gusta, y no cumpliendo un deseo pasado de su padre.

Es increíble como de intensos siente sus sentimientos, aunque, aun con esa intensidad, no los sabe descifrar, no sabe ponerles una “etiqueta”, o una descripción a estos sentimientos, al menos no por él mismo, ya que para poder resolver ese problema, tuvo que hablarlo con su hermana.
Recuerda que se quedó de piedra al él contarle como se sentía acerca del peli rubio: Le explicó como al verlo sus facciones faciales se elevaban, dejando una hermosa sonrisa plasmada en su rostro, que sus manos, siempre una diferente de la otra, por la diferencia de temperatura entre ellas, se coordinaban para volverse las dos igual de inquietas y sudorosas, que cuando lo ve su corazón siempre calmado y ligero, se vuelve frenético y pesado. Eso le contó, pero, no le dijo toda la verdad, no por esconder nada, sino, que, al explicarle todo eso a su hermana, sintió que no podía contar más, que el resto se quedaría para él y solo para él.

Ya que, no le contó como al escucharlo hablar, sus orejas sentían que estaban escuchando la mejor melodía que existía, ni que al rozar sus hombros sentía que todo mal que tuviera en el cuerpo se fuese, ni mucho menos que al verle sonreír su día se hacía directamente el mejor día de su vida.

Sí, el mejor día de su vida, hasta que la mañana siguiente lo volviese a ver  sonreír, y así encerrándole en un hermoso bucle que ningún ser vivo de este mundo tiene, ni tendrá el poder suficiente para sacarlo de él.

-¿Vas a quedarte todo el día mirando esa pared? - Katsuki había dejado de cocinar su desayuno al ver como el bicolor se quedaba viendo con una sonrisa algo tétrica, a su parecer, a la pared de la cocina, no decía ni hacía nada, ni siquiera cuando lo llamó o habló reaccionó.

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