My Parasyte guardian

Parte 2: Migi

El muchacho miraba el cuerpo de la mujer que recién había encontrado, recostado sobre el sofá de su propia casa, esa casa donde las cosas habían cambiado tanto para él. Tiene la intención de tocarse la cicatriz en su pecho pero no lo hace, no le da oportunidad a que su parasito se dé cuenta de que su cabeza aun husmea el recuerdo de ser tan doloroso pasado. 

Prefirió concentrarse en la mujer, esa chica que le parecía tan extraña y cautivadora. Observa su rostro respirando lento y suave, durmiendo como si hubiera conseguido algo de paz después de mucho tiempo, en vez de recordarlo lleno de lágrimas y con arrepentimiento en los ojos.

"Ella es igual a mi..." 

Es su pensamiento, único y monótono.

— · —

[Shinichi narra]

Esta mujer era...

"Eres humano y Parasyte... "

Ella era la única en el mundo. La única capaz de comprender el sufrimiento, esta pena de tener un monstruo consigo. Ese miedo de lo que pasaría si se revelaba contra él, pero al mismo tiempo...no dejar de ser un humano.

Ahora, están vulnerables. –Migi va haciendo uso de su voz para que le tome atención, observando con atención su cuerpo reposando.

...Deberíamos Atacar 

Me sugiere, volviendo parte de sus miembros en navajas afiladas.

— ¡Migi! –lo reprendo al ver que trata de acercárseles por su cuenta sin hacerme caso, pero apenas avanza dos pasos en dirección a la extraña. Mi reproche en voz alta, es interrumpido por el sonido de transformación que me distrae.

Observo como su mano izquierda se ha convertido en cinco navajas afiladas y un ojo sobresale a un costado del pulgar.

Ya se despertó -me informa Migi, regresando su ojos a un costado de mi rostro.

Según él, ya habíamos perdido la oportunidad perfecta para acabar con el enemigo que en un principio nos había atacado y tenía intenciones claras de matarnos.

"Su sed de sangre es fuerte". Me había dicho Migi cuando ella quedo inconsciente.

Por alguna razón, al ver su rostro yo no veía lo que Migi decía. 

Yo veía; confusión, tristeza, dolor, miedo. Rasgos únicos de supervivencia. La supervivencia que ella había probado a lado de ese parásito y la que yo probé con Migi.

Suspiro lento, para avanzar un paso a su dirección a pesar de las protestas de Migi.

— Etto...-mi voz tiembla al principio, porque es la primera persona que veo, que tiene lo que yo en el brazo y que puedo categorizar como mi "igual".

— Hola –termino al final, teniendo la firmeza suficiente. La mujer se incorpora en el sofá, voltea su rostro a mí cuando la saludo.

— Ah, –responde con la misma claridad que yo al hablar, ¿acaso tenía el mismo miedo que yo? — Hidari esto...

¿Hidari? También escogiste la des-complejidad en el nombre

Por supuesto. Soy un parásito y aborrezco verme ridiculizada por familiarísimos -habla la otra parásito y Migi la mira.