MAZIKEEN - Alec Lightwood

"Capitulo 1: Mala Sangre"

Alicante, 10 a.m.

-Inquisidora Herondale, ¿Quería hablar conmigo?. - demandó la muchacha castaña al entrar  al despacho de una de los políticos más importantes de la sociedad sectreta shadowhunter y la mujer que prácticamente la crió. 

El despacho seguía igual como siempre, un escritorio en el centro alineado perfectamente con una runa angelical detrás, de acabados de madera y un ambiente muy rústico excepto por un retrato, en donde aparecia ella junto a su hijo y su esposa, los últimos Harondale.

La historia fue simple, cuando mataron a su hijo y de la tristeza se suicido su embarazada nuera, me adoptó a mi, huérfana de todo tipo de amor familiar por culpa del mismo hombre. Y así, me crió como si fuera su propia nieta. Las últimas de cada familia.

Y digo última porque yo no tengo ninguna intención de continuar con el linaje de mi familia. No tendrán el mismo destino.

En cuanto ingresó, Lydia Branwell, quien se encontraba allí desde hace una hora, la cual sabia porque tuve que esperarla fuera, me saludo con su mirada. Una de las mejores cosas de ser su parabatai era que podía ser muy expresiva con tan solo mirarla y a veces, pedía ayuda. Como ahora.  

La imponente Imogen Harondale la miró muy seria y le comunicó con claridad su orden:

-Enviaré a la señorita Branwell al Instituto de Nueva York para que se encargue de algunos asuntos allí y quiero que tu la acompañes. Necesito que todos en ese Insitituo vean que La Clave no se inmuta dado a los recientes descubrimientos.- dijo con un poco de recelo, entrelazando sus manos sobre el escritorio frente a ella.

Mire extrañada a la señora Inquisidora, no entendía a qué se refería con nuevos descubrimientos.

-¿Qué quiere que haga específicamente?. - Maze dudaba de que fuera tan grave. Tampoco me apetecía encontrarse con Isabelle Lightwood y su hermano, sabiendo como dejamos las cosas... Isabelle, fue una de mis mejores amigas en Idris, hacíamos muchas travesuras juntas. Recuerdo que para que no la atrapará a ella y Jace, le decía a Harondale que la culpa la tenía yo, para que no los castigasen a ellos. Simplemente, les decía: Ventajas de ser la nieta adoptiva de la jefa. Pero el destino nos separó cuando le dije que había decidido ser parabatai de Lydia y aunque he hablado con ella en varias ocasiones por habernos cruzado en misiones, nuestra relación nunca volvió a ser la misma.

Con Alexander era otra historia. Entrenábamos juntos, comíamos juntos, prácticamente dormíamos también juntos, éramos casi inseparables. Todo estaba bien hasta que Harondale me llevó al Instituto de Portugal y cuando me fui a despedir de él, como niña tonta que fui, le besé. Y en cuanto lo besé, deje en evidencia todos los años en los que estuve enamorada de él y calle. Harondale, aun sabiendo como me sentía, me condenó.

Y sobre Jace, mejor no hablemos.

-Quiero que vigiles la actividad de una shadowhunter en particular, Clarissa Morgenstern. Te transfiero a ese Instituto hasta nuevo aviso como la maestra de armas.-

Era la primera vez que me descolocaba una orden, tanto, que me hizo retroceder un paso. 

-¿Cómo...?.- replique

Ese apellido... Fue lo que desencadenó todo...

Lydia, por otra parte, pidió permiso para retirarse en ese momento, cuando vio que necesitaba más explicaciones en privado y la Inquisidora se lo negó. 

-Te irás a ese Instituto y me comunicaras todo lo que haga esa chica, la seguirás hasta su dormitorio si es necesario. Estarás allí permanentemente con ella.- contestó Harondale con fuerza. -Lydia te pondrá al corriente con la situación y las quiero allí a las dos esta misma tarde. Se pueden retirar.-