La herejía de Lorgar

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Lector Pov:

Durante la gran cruzada, la lealtad absoluta de Lorgar y los Portadores de la Palabra al Emperador y su Imperio era incuestionable. Sus mundos leales entregaban regularmente diezmos en el nombre del Emperador y las órdenes de Terra eran aceptadas sin rechistar. Lorgar y su Legión habían participado exitosamente en la Gran Cruzada del Emperador durante casi un siglo, tiempo en el cual el Emperador jamás amonestó a su entusiasta hijo ni a su Legión por su ferviente adoración hacia Él, aun cuando su doctrina chocaba con la política del Emperador de difundir la atea Verdad Imperial.

Pero el Emperador, aunque amaba a su hijo, estaba profundamente perturbado por su comportamiento. Inicialmente toleró las creencias de su religioso hijo, pero a medida que la Gran Cruzada llegaba a su cénit, el Emperador se fue frustrando con el lento avance de las conquistas de Lorgar para el Imperio. El Emperador finalmente ordenó a los Portadores de la Palabra cesar en sus actividades religiosas, porque su misión era reunificar la galaxia bajo el estandarte de la secular Verdad Imperial y no predicar la divinidad personal del Emperador. El Emperador se había opuesto desde hacía mucho tiempo al esparcimiento de la religión organizada y estaba determinado a usar la creación del nuevo Imperio del Hombre para ensalzar a la razón y la ciencia, no a la religión, como la verdadera luz que guiaría a una nueva civilización interestelar humana. El Emperador estaba particularmente preocupado por cualquier noción de que Él debiese ser adorado como un dios y las masacres de los Portadores de la Palabra contra aquellos que se negaban a aceptar la divinidad del Emperador apestaban a los excesos religiosos que tan a menudo habían envenenado la historia humana.

El Emperador ordenó a una fuerza compuesta por la Legión de los Ultramarines, liderada por su Primarca Roboute Guilliman y acompañada por un grupo de elite de sus guardaespaldas personales, la Legio Custodes, y por el Regente Imperial, Malcador el Sigilita, arrasar la ciudad capital del planeta Khur, un mundo muy apreciado por los Portadores de la Palabra, quienes consideraban su capital Monarchia como la "ciudad perfecta" por la intensa devoción religiosa de sus ciudadanos y la enorme cantidad de catedrales y monumentos dedicados a la adoración del Emperador como un Dios. Tras la destrucción de la ciudad por los Ultramarines, toda la Legión de los Portadores de la Palabra, 100.000 Marines Espaciales, fue reunida en la superficie del planeta, a distancia visual de las humeantes ruinas de Monarchia, donde los Astartes fueron humillados y reprendidos por el mismo Emperador, quien psíquicamente los obligó, incluyendo a Lorgar, a arrodillarse frente a él; y les explicó que le habían fallado a la Humanidad y a Él.

Lejos de cambiar de idea, Lorgar se mantuvo colérico y desafiante frente a Malcador, Guilliman y al propio Emperador; llegando a agredir violentamente a los dos primeros y a contradecir sin cortapisas al último. Tras el rechazo de su padre a aceptar su adoración, Lorgar entró en un profundo estado de melancolía.

Sintiéndose traicionado por el Emperador, se negó a recibir en audiencia a nadie excepto a Kor Phaeron, el Primer Capitán y Cardenal de los Portadores de la Palabra. Kor Phaeron era el padre adoptivo de Lorgar y lo había criado desde su infancia en Colchis como miembro del Cónclave. Kor Phaeron sirvió como el principal lugarteniente y consejero de Lorgar desde que este había gobernado como teócrata de Colchis. Lorgar también llamó a su lado al Primer Capellán de la Legión, Erebus, quien por largo tiempo había sido otro consejero de confianza. Ambos simpatizaban con los anhelos religiosos no correspondidos de Lorgar y sentían que los Portadores de la Palabra debían servir a dioses que merecieran verdaderamente su adoración. Ellos le explicaron que conocían a tales dioses, los seres divinos antaño adorados por la Vieja Fe de Colchis, y así, Lorgar conoció la existencia de los Dioses del Caos, que no solo aceptaban la ferviente adoración que ofrecía, sino que la exigían. Fue así como las semillas de la Herejía fueron sembradas entre los Portadores de la Palabra. Intrigado, Lorgar exigió que su Legión encontrara a estos dioses, y Kor Phaeron, junto a Erebus, quienes siempre habían sido seguidores secretos del Caos desde hacía décadas propusieron una peregrinación.

Ruby: hija de VulkanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora