Un día una niñita tropezó con una roca y se echó a llorar escandalosamente, su padre con ojos vetustos se quedó viendo cómo lloraba, hasta que la niña se levantó por su cuenta. Desde entonces en adelante, en el transcurso de la vida de la niña, cada vez que se daba un buen tropezón, no tardaba en ponerse de pie por sí misma. Claro, lloraba un poco cada vez, total solo era una niña, pero la cosa fue que sus lágrimas cada vez fueron siendo más escasas.
Habían pasado muchos años cuando su padre recibió la siguiente llamada:
─¿Puede venir? ─dijo una voz masculina.
La voz al otro lado era desconocida para él. Se preguntaba quién decía aquello y por qué.
─Disculpe, ¿quién es?
─¿Puede venir o no?
─¿Cómo sabré dónde ir si no me dice dónde? y, además, no sé con quién hablo.
─Usted no sabe con quién habla ─se burló la voz─, yo sí sé con quién hablo. Usted es su padre. Usted debe haberle enseñado, yo sé que usted debe haberle enseñado ─repitió la voz y rompió a llorar.
El hombre viejo estaba desconcertado, mientras tanto al otro lado el llanto del otro hombre se volvía más descorazonador.
─¿De qué me habla?
─La encontré.
─¿Que encontró a quién?
─A su hija, a quién si no. Dicen que se pegó en la cabeza y en vez de ir al hospital se acostó a dormir.
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Donde se esconden las cosas
Kort verhaalA lo mejor vengo a contarte sobre personas del submundo que en su mayoría no saben cómo han llegado allí, pero solo a lo mejor. -Relatos-