Son las 8:30 de la mañana, los primeros rayos de luz empiezan a filtrarse, anunciando la inminencia del desayuno. Me encuentro en la sala de ocio, recostada en uno de los sillones, reflexionando sobre cuál es el propósito del gobierno en todo esto. Tal vez buscan controlar la sobrepoblación, ya que en los últimos años ha habido un aumento considerable de nacimientos. No lo sé con certeza, lo único que tengo claro es que debo sobrevivir, por mi familia.
El sonido de la puerta abriéndose interrumpe mis pensamientos; es Cloe.
-Rita, ¿cómo estás?
-He estado mejor, ya sabes, La Selección, el gobierno, mi familia... tengo miedo, Cloe.
Decirle a Cloe cómo me siento no me incomoda; con ella, me siento protegida y segura. Ver un rostro conocido entre tanta incertidumbre resulta reconfortante.
-Yo también. Al final, vivir en nuestro pequeño pueblo no era tan malo, ¿verdad?
La veo sonreír un poco y se sienta a mi lado.
-Rita, quiero mostrarte algo. No hagas preguntas ni ruido, confía en mí.
Se levanta y me hace una señal para seguirla.
Dudo por un momento, ¿y si es una trampa?
-Rita, no te haré daño, para eso ya está el gobierno, guapísima.
¿Acaso me delato tan fácilmente?
Siguiendo a Cloe por el pasillo en penumbra, la oscuridad nos envuelve como un velo. El sonido de mis pasos es la única interrupción en el silencio, mientras me pregunto a dónde nos llevará este camino. Cloe, siempre envuelta en misterio, avanza con determinación hasta detenerse en un punto específico del pasillo. Entonces, como si revelara un secreto, toca un botón camuflado y, ante mis ojos, unas elegantes escaleras de caracol emergen del suelo.
El asombro me embarga, pero confío en Cloe y la sigo sin dudar. Ascendemos por esas escaleras, sin conocer el destino que nos aguarda, y tras unos minutos emergemos en el tejado. La altura es mucho mayor de lo que imaginaba; calculo que estamos a unos 100 metros del suelo.
-Si solo estamos en la última planta, ¿qué será el resto del edificio?
-No lo sé aún, pero lo descubriremos juntas.
-Pero... ¿Cómo encontraste esto, Cloe?
-Los días antes de que despertaras fueron extraños. Éramos muy pocos despiertos en la concentración y teníamos mucho tiempo libre a solas. Así que dediqué mis días a pensar. Una de las 20 veces que pasé por el pasillo en un día me pregunté: ¿por qué ese pasillo es tan oscuro y tiene tan poca iluminación? Estaba claro que escondía algo, y así encontré estas escaleras.
Estoy realmente asombrada. Cloe es increíble.
Sentadas en el tejado, Cloe y yo compartimos un cómodo silencio mientras nuestros ojos se pierden en el horizonte. Ante nosotros se extienden interminables granjas y áreas de cultivo, creando una serenidad que rompe la rutina del bullicio cotidiano.
El silencio entre nosotras se convierte en una conversación en sí mismo, llena de contemplación y asombro por la vastedad de la tierra que se despliega frente a nosotros. Por un momento, dejamos atrás las preocupaciones y las dudas, y solo existe la paz que nos regala el paisaje.
El viento acaricia nuestras mejillas mientras compartimos ese instante de tranquilidad, como si el tejado nos hubiera brindado un refugio temporal de La Selección.
La paz no dura mucho; un estruendo que indica el inicio del desayuno nos saca de nuestro ensimismamiento y nos devuelve al mundo real.
Cloe se levanta rápidamente y se dirige hacia las escaleras para bajar sin ser vista, y yo la sigo.
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Orden en caos
AcciónEn el oscuro teatro de La Selección, Zoe desafía el control del gobierno. Entre numerosas pruebas y la lucha por la supervivencia, su corazón se enreda en una red de emociones que desafían las reglas impuestas por una sociedad implacable. En este mu...