—Corta, Samu.
El primer desenvaine arrasa con casi todo.
Los asistentes espectadores y evaluadores de la prueba de admisión se tienen qué sostener y cubrir el rostro con lo que pueden cuando la gran onda expansiva se desprende de la espada que sostiene Atsumu Miya, uno de los aspirantes y nuevos estudiantes de ese año.
La Hematita incrustada en el inicio de la hoja alargada de la espada brilla ante un velo dorado que la envuelve y que también combina con los ojos encendidos de Atsumu cuando ve una gran concentración de hileras de árboles caer delante de él como consecuencia del ataque que acaba de realizar que aunque no iba directamente con el propósito de herir la naturaleza, también ha yacido a merced de él.
Las maldiciones que acaba de eliminar en la que podría ser la segunda más corta presentación de un alumno en la historia de esa escuela han sido de categoría 2.
Con ese nuevo récord se manifiesta como uno de los más problemáticos y más talentosos prospectos que se han visto desde el ingreso de Oikawa Tooru hace tres años. Su presentación ha sido incluso más esperada que la de Kiyoomi Sakusa, otro aspirante de ese año que es el resultado de una larga generación de hechiceros que dominan el ilusionismo y que, por lo mismo, las expectativas son altas.
La familia Miya, sin embargo, son adoradores de la muerte. Así los llaman desde el nacimiento de Atsumu y el caso de los gemelos Miya que todo el mundo conoce pero que también es tabú dentro del mundo de la hechicería.
La mitad de los evaluadores quieren apelar, a pesar de la increíble demostración que Atsumu Miya acaba de darles de su fuerza, para que el chico no ingrese a la academia.
No solo por lo que ya de por sí se dice de él, que es problemático, que es majadero, que es sumamente presumido e ingobernable, sino porque prácticamente devoró la cognición espiritual de su gemelo durante la gestación.
—En pocas palabras, se lo comió cuando estaba dentro de la panza de su madre.
—Cállate. No lo digas como si fuera una hazaña.
—¡Es que lo es!
Kiyoomi no dice nada, sabe que a Motoya, su primo, le encanta exagerar y hacer un drama de todo. Sin embargo, en esta ocasión, sabe que tampoco ha disfrazado su comentario solo porque le desea hacer un favor a Atsumu Miya pues ese rumor no es más que la verdad.
La prueba está en que, para empezar, ninguno de los estudiantes de nuevo ingreso, ingresan a la escuela de hechicería ya teniendo un contrato con alguna maldición. La oficial que los acompañará y protegerá por el resto de sus vidas. Como aprendices de hechicero saben invocar maldiciones pequeñas extraídas de la naturaleza y la vida silvestre y salvaje como animales, pero no más.
Es hasta la ceremonia de graduación, luego de tres años de estudios y preparación, que se les concede la oportunidad de hacer un contrato con una de las maldiciones que a academia aprueba y de las que tiene control dentro de su amplia colección en la Caja Negra, la sala de conexión que les permite tener contacto con el mundo espiritual. Todos esos demonios han sido cazados por hechiceros de primer grado y han sido, en su mayoría, domesticados para servir a los hechiceros.
Ninguno de ellos es dócil, sin embargo, existe cierta seguridad de que cada maldición que está bajo su posesión no le causará grandes problemas al hechicero con el que se una una vez que el contrato se haya efectuado, además de que en caso de que exista algún evento inusual, cada maldición puede ser removida del hechicero si este atenta contra su vida.
Ningún hechicero, en lo que van de las últimas dos décadas, se permite hacer contrato con una maldición que no esté bajo la jurisdicción de las escuelas de hechicería, esto debido a la última gran guerra en la que maldiciones sobrepasaban las órdenes de los hechiceros al punto de llevarlos casi a la extinción.
Actualmente se considera un delito que un hechicero o aprendiz de hechicero haga un contrato fuera de las leyes y normas de magia que rigen el mundo actual con alguna maldición fuera de jurisdicción.
Sin embargo, el caso de Atsumu Miya es especial.
No sólo porque logró hacer un contrato aun dentro del periodo de gestación de su progenitora, lo cual ya de por sí es inusual, sino que además hizo ese contrato con su gemelo a quien prácticamente le arrancó la vida a cambio de volverse su arma.
Nunca se había visto algo así en casi 50 años.
El único caso excepcional fue el de Oikawa Tooru, otro prodigio rechazado por la sociedad tres años mayor que él, tras convertir a su mejor amigo de la infancia en su maldición.
—Trece segundos —escucha Tooru la voz de Hajime dentro de su cabeza. Sus compañeros a lado de él apenas y se recomponen de lo que fue esa onda expansiva que los sacudió también a ellos pues están como espectadores igual—. Eso fue lo que le tomó a él hacer mierda a esas maldiciones de categoría 2.
—Vocabulario, Hajime —responde Tooru, uno de los aprendices de hechiceros de tercer año más fuertes, por no decir que el más fuerte, como si Hajime estuviera ahí con él.
En realidad lo está pero flota recostado en el aire pues la gravedad a él no le afecta. Los demás no pueden verlo solo porque él no se muestra y porque a la mayoría les incomoda ver a la maldición de Oikawa convivir con ellos, después de todo él también es una clase de marginado social y una "basura" por haberle hecho eso a su amigo.
Tenían seis años cuando Hajime cayó de un precipicio mientras jugaban.
Tooru no tuvo más opción que convertirlo en su "arma" a cambio de arrebatarle su vida normal. Se querían tanto a esa edad tan temprana que estar uno sin el otro era impensable. Las consecuencias de hacer eso, no las pensó en ese momento pero tampoco se arrepiente de ello.
Hajime sigue con él y es lo único que le importa.
—¿Cuánto duró la tuya, Oikawa?
Pregunta Matsukawa a su lado, otro estudiante. Oikawa desvía su mirada a él y a todos los que esperan que hable. Hasta ese momento lo consideraban como el mejor aprendiz de toda la academia, el más fuerte y al que debían de superar.
Los ojos de Oikawa, sin embarg, se toman su tiempo para mirar más allá por encima de las cabezas curiosas de sus compañeros hasta que atrapa la mirada carbón del joven amo de la familia Sakusa quien ya tuvo su presentación hace un par de minutos atrás. También fue impresionante pero definitivamente parece que, en ese momento, ambos comparten un mismo pensamiento ahora que presenciaron la de Atsumu Miya.
—Dieciocho —responde Tooru, simple y Kiyoomi retira su mirada de él para mirar de nuevo hacia abajo. Hacia la arena por la que camina digno Atsumu Miya mientras se acerca a recibir la puntuación de los evaluadores.
—Cinco segundos más letal...y más interesante que tú.
(︶︿︶)
Notas:
No pregunten, solo gócenlo (?)
La verdad es que ni yo sé qué acabo de escribir, solo sé que salió ayer en una sentada y aunque pretendía que fuera un OS solamente, y que fuera IwaOi, no sé en qué momento me transtorné y se volvió SakuAtsu jajajaja Pero sí que habrá IwaOi porque tiene rato que no escribo de ellos y me dieron ganitas.
No es un AU de Jujutsu Kaisen como tal, solo tomé como que la idea de las maldiciones en armas pero pues nada más. Y pues bueno, es todo (?) Creo que será algo corto, no tengo como que muchos planes para este en realidad, todavía tengo mis demás fics en un semi hiatus y no había tenido ganas de escribir nada hasta ayer.
¿Habrán otras parejas? Sí. Pero la principal es SakuAtsu.
Nos leemos pronto en alguna actu, de este o de otra historia, seguramente actualizaré There's no way pronto también c:
¡Besos!
Romi-out.
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Obsidiana【Haikyuu-SakuAtsu】
FanfictionLa maldición que habita en la espada del joven aprendiz Atsumu Miya es de Hematita y es un tabú para los hechiceros. Comenzando porque es ilegal tener un contrato con una maldición fuera de jurisdicción y porque se trata de su fallecido hermano meno...