[{That's my dad♥}] [{Giyuu Tomioka and 'male reader'?}]

[{Capitulo 5}]

-Calidez —

Narrador: Tomioka Giyuu

-Entonces secuestraste a un niño...— Dijo Shinazugawa con irritación y desinterés en su tono. Lo miré unos segundos.

-No lo secuestré, solo estoy cuidando de él por un tiempo porque es la opción más viable...— Respondí con indiferencia, se sentía un poco cómodo sentarme a charlar con el albino en un tejado.

El albino soltó un pequeño bufido desviando la mirada -¿El patrón ya lo sabe?..— me preguntó y yo lo miré con algo de curiosidad.

-Aun no...es algo muy reciente...— Contesté sin ningun filtro, realmente no le veía nada de malo.

-Deberias decírselo...Aunque aún no termino de entender porque tomaste estas desiciones...digo, nunca sonríes y actúas frío ante los demás ¿Por qué razón protegerías un niño del que ni siquiera conoces su nombre?..— dijo el albino y agaché la cabeza en shock, no sabía cómo responder a eso, realmente no lo había pensado, solo sabía que algo dentro de mí no me había permitido abandonarlo ahí.

Narrador omnisciente

El infante de cabellos oscuros corría por toda la finca, inspeccionando el lugar. Sabía que ya era tarde, pero no podía dormir, estaba impaciente por la llegada de aquel hombre que lo acogió, tenía muchas preguntas y pocas respuestas.

Se sentó en el suelo de la sala principal, ya agotado de deambular sin un rumbo fijo. Sentía leves escalofríos en la espalda cada tantos minutos, se sentía solo mientras se le erizaba la piel de las palmas al estar siempre alerta. 

El lugar se veía impecable y era calido, algo a lo que no se sentía familiarizado. Eso era lo que daba mala espina, que no todo podía ser bueno, debía haber algo mal, algo que el propietario escondiera. Así como un sentimiento secreto oculto en su corazón, un recuerdo muy doloroso que su mente trate de olvidar, un deseo insaciable que su consciencia intentase callar. Algo, algo en específico debía haber.

No podía quedarse tranquilo, ya había revisado todos los armarios, debajo de cada mueble, en cada cajón. Por más cosas algo extrañas y con algún trasfondo nublado que encontraba, lograba descifrar que aquello no era su verdadero objetivo.

Se sentía atrapado, pero a la vez libre, como si hubiera salido del mismísimo infierno para entrar a uno nuevo, llamado vida. Y eso lo horrorizaba.

Le aterraba saber que ya no era una posesión, ya no era un objeto usable al que se le podía sacar algún provecho. Este era un comienzo, pero que no logra tapar un final, su consciencia no le permitía borrar sus huellas, porque el recordaba, todo.

La puerta corrediza se abrió con delicadeza, anunciando su llegada, las lámparas de papel estaban aún prendidas y el pequeño ya había caído en los brazos del sueño probablemente hace unos minutos.

Se acercó con delicadeza y lo cargó para poder llevarlo a la cama, su expresión estaba vacía, debido a que estaba pensando. La pregunta de Shinazugawa había creado una duda gigante en su interior si no es que la había agrandado.

"¿Por qué lo salvé?" Se cuestionó a si mismo, pero su cerebro no respondía, no le dejaba decifrarse. "Si piensas seguir cuidándolo, cuídate a ti también, ese mocoso no soportaría más pérdidas." Resonó lo último que habló con él el amargado pilar en su mente ¿Y si tenía verdad?

Recostó al niño suavemente en el futon antes de sacar otro para acostarse el, su cuervo observaba desde su nido sobre un mueble, pellizcandose un poco las plumas para limpiarlas cada tanto.

El oji-azul suspiró pesadamente, cansado de tantas preguntas y confusiones que no podía responder pero tampoco frenar antes de susurrar un leve "¿Qué se supone que haga ahora?.."
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Buenos días/ tardes/ noches, queridos lectores!
¿Cómo han estado?
Lo sé, tardé demasiado con este capítulo, tuve un bloqueo.
Y también es muy corto...
Pero al menos espero que les haya gustado.

Y sin nada más que decir

¡Chau!