(🦅) Dahyun

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-Oye... ¡Kim, ya!

Se había ido por unos segundos, pero inicio la persecución en la trayectoria que habían trazado hace un año cuando regresó a la tierra.

Ya estaban afuera de aquella jodida prisión, escondiendose de unos campesinos que se habían cruzados en su camino. Bueno, ellas se habían tropezado con el hogar de esos campesinos.

Dahyun se sentía del asco. Todo su cuerpo estaba sudoroso, cubierto de suciedad por la tierra donde tenían que arrastrarse hace algunas horas.

Sin embargo, esa sensación no era comparada a lo que sentía al tener el mente que Minatozaki Sana sería únicamente para ella cuando quitara el estorbo... los estorbos.

Tenía planeado satisfacerse de ver a la abogada que la envió a prisión, totalmente muerta como se lo había advertido la última vez que la vió.

Todo estaba yendo muy bien, nada había cambiado. Poco le importaba que estuviese embarazada, iba a desaparecer a Park Jihyo.

-Llegamos, Kim. -una de las fugadas le habló, extendiendo la mano a la contraria que tomaba aire en sus pulmones con las manos apoyadas en sus rodillas.- Te espero en el lugar de encuentro mañana.

-Excelente, Soyeon -estrechó la mano con una extensa sonrisa, recibiendo un asentamiento por parte de la rubia.

Quedó sola en la oscuridad de la noche que estaba siendo interrumpida por la Luna que no dejaba de brillar.

La sonrisa emocionada no dejaba de adornar sus labios, recordando las maneras que podía hacer sufrir a Hirai Momo después de ocuparse de Park Jihyo. Le mostraría lo feliz que era por tener a Sana, lo feliz que era por hacerle muchas cosas hasta matarla.

-Desearas no vivir, Hirai Momo.

Soñó tantas veces las maneras que haría acabar a Sana después de tenerla en sus brazos. La había enloquecido tanto que su motivación más grande fue volver a tenerla.

No negaba que la abogada tenía cierto aporte en su fuga, pero nada se comparaba con las ganas de volver a tener a Minatozaki Sana.

Se había enamorado desde el primer momento que la vio en su primer día de terapia. Sana había pasado por mucho desde pequeña y eso en parte la conmovió, la incitó a apoyarla más de lo debido en la relación Medico-paciente.

Dahyun palpó sus bolsillos, Soyeon le había dado un farro de billetes para que sobreviviera algunos días. Chaeyoung también le había regalado algo por salvarle la vida dentro de la prisión y otras más.

Kim Dahyun no era mala persona en si, solo que la rabia había hecho que cambiara más de lo que ella podía controlar.

-Una habitación.

La mujer le quedó mirando extraño, e incluso parecía que había cambiado de color de piel más blanca.

Dahyun advirtió articulando palabras, que no dijera nada o iba a morir.

La habitación no era tan agradable, pero en comparación a su habitación de celda era un paraíso que iba a disfrutar ahora. Dejó las pocas cosas que tenía sobre la cómoda.

Tardó unos cuantos minutos en el baño. La suciedad se había impregnado en ella lo suficiente para tardar en tallar su piel para sacarla.

Ahora estaba más limpia. Miró su cabello negro húmedo. Tendría que cambiarlo para asegurar salir un poco más tranquila a la calle, pero por el momento, iba a tomar un descanso.

Tenía que ordenar más sus ideas solo si el plan salía mal, que era imposible. Sin embargo, lejos de tomar un descanso como deseaba su cuerpo... Su mente viajó aquel día hace dos años cuando Hirai Momo la visitó después de meterla a la cárcel.

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-Señora Dahyun, tiene una visita.

Apretó su mandíbula cuando le pusieron las esposas.

Era tan indignante el como la habían descubierto antes de que el plan fuese llevado a cabo.

Park Jihyo.

Jamás pensó que fuese la persona que hipnotizó a Minatozaki Sana. Esa misma chica con la que Dahyun estuvo apunto de secuestrar para hacerle cosas de las que no se iba a arrepentir.

Estaba sintiendo la satisfacción bajo su piel cuando la miró frente a frente por primera vez, fingiendo amabilidad para no demostrar lo que verdaderamente sentía.

-¿Te parece cómoda la habitación? Hice lo posible...

-¡Cierra la puta boca! -hizo a lanzarse sobre la mujer frente a ella, pero el vidrio que tenía como separación la hizo detenerse. La miraba con odio por lo que había hecho- Debí matarte cuando te la llevaste, Hirai Momo.

La mencionada sonrió con altanería, mostrando lo superior que era simplemente por estar del otro lado totalmente libre y no como ella que tenía malditas esposas que no le permitían moverse libremente.

Su sangre hervía de rabia, de impotencia y frustración por su mala decisión. Ya estuviese lejos con el amor de su vida, lejos de Park Jihyo y de todos los que intervinieran en su relación.

Todo por dejar viva a la maldita abogada que tenía frente a sus narices.

-Ay, dios. Sólo estás hundiendote más, querida.

-¡Juro que voy a ir por ti, y por tu maldita prima! -impactó como pudo las palmas de sus manos contra el vidrio, haciendo que los guardias de seguridad se acercarán a ella. La japonesa no apartó la mirada, siquiera se sobresaltó-, que voy a matarlas lentamente cuando salga de aquí. ¡Park Jihyo se arrepentirá de vivir!

Quería mostrar terror a la abogada que permanecía de pie mientras ella era arrastrada de vuelta a su celda, gritando maldiciones y las diferentes maneras que podía matarlas para hacerlas pagar por lo que habían hecho.

No iba a dejar que la alejaran del amor de su vida. Y estaba segura que no iba a dejarlo. Haría lo imposible por salir y recuperar a Minatozaki Sana.

-Voy a ir por ti, mi amor -sacó una foto del bolsillo de su oberol, acariciando las hermosas facciones que poseía la mujer. Dahyun no había conocido la perfección hasta que se topó con Minatozaki Sana- Eres mi única obsesión, Minatozaki Sana.

Besó los labios de la chica con delicadeza, acariciando por última vez antes de ponerla sobre su pecho y quedarse meditando los planes a futuro que podría hacer.

Nadie iba a arrebatarle la especie única que era Minatozaki Sana.

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Su sangre aún hierve como dejó que eso sucediera. Lo pudo haber evitado, pero no creyó que las tres tuviesen algún tipo de relación.

Sonrió con malicia.

Ahora estaba libre y podía cumplir las advertencias que Hirai Momo creyó eran mentiras.

-Cumpliré mi promesa así me conviertas en una asesina, Hirai Momo.

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Sedúceme | DahmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora