Eran pasado las dos de la mañana y Momo no podía dormir todo ese tiempo que había pasado gracias a sus pensamientos acerca de ese sueño.
La vida no podía joderla de esa manera cuando había hecho lo posible para proteger a su único ser querido.
La suerte de Jihyo no podía ser tan mala después de todo por lo que había pasado.
El cálido aliento golpeando contra su cuello le recordaba que tenia a Dahyun sobre su regazo, durmiendo como si estuviese en una comoda cama. Sus manos se aferraban débilmente al torso desnudo de Momo, soltando suspiros leves contra el sensible cuello de la japonesa.
Quiso cambiar de posición, pero al mover su hombro herido sólo provocó que maldijera por lo bajo por su estupidez. Había olvidado que aún seguida atada, al menos su brazo herido.
Su plan era un éxito, por lo que debía salir de ahí antes de que se cumpliera su plazo de desaparición. El estado de Jihyo se vería afectado si la preocupación sobrepasa los límites.
—Joder... —masculló cuando volvió a lastimarse. Había intentado soltarse con su otra mano, pero tener a Dahyun encima no ayudaba.
—Siempre has sido mía... —Momo frunció el ceño ante ese balbuceo de la rubia— Primer día... con esa monja... Mía...
Sintió muchos escalofríos por su columna vertebral al sacar conclusiones sobre lo que había dicho una dormida Dahyun. No podía ser lo que estaba insinuando ¿verdad?
Si bien su memoria no era muy buena en algunas casos que no le importaban, los de la mujer que la cuidó como su hija, jamás los olvidaría y no era posible que Dahyun la haya visto hace más de 9 años atrás... mucho antes que tener a Jihyo en su mira.
—Dahyun... mi brazo...
La sacudió levemente algo impactada por lo que había descubierto con sus conclusiones y sintió a la rubia despertarse perezosamente. El suspiro fue más largo y el beso que dejó en el cuello de la japonesa no lo espero.
—Hay que cambiar la venda y desinfectarla otra vez.
Momo estaba sorprendida por esa voz cariñosa, casi armoniosa si no fuese por su voz sexy cuando recién estaba despierta. Estrujaba los ojos, luego se estiró sobre el regazo de Momo como si fuese lo más normal del mundo.
A la japonesa le llamaba la atención la rubia con tendencias psicópatas. Fue su interés desde que supo de su profesión, pero su interés era meramente sexual.
Sabía que relacionarse más allá de lo carnal no saldría bien para ninguna de las dos. Momo era una abogada muy reconocida, además de ser conocida por defender a quienes merecen serlo porque son inocentes, y por otro lado, Dahyun era una fugitiva en busca de venganza obsesionada con Minatozaki Sana desde que tuvieron contacto.
Eran muy opuestas.
Sin embargo, algo las ataba y eso a Momo la excitaba de sobremanera. Le causaba un morbo que era imposible detenerlo..., dejarlo atrás como si no existiera.
Era su segundo objetivo cuando el primero se cumpliera.
—¿Que tienes, Momo? —Dahyun la obligó a mirarla cuando la tomó del mentón. Siquiera Momo había notado cuando estaba mirando más allá.
El comportamiento cambiante de Dahyun la había dejado pensativa.
—¿Por qué no me mataste cuando me viste? —ladeó un poco su cabeza, atenta a las facciones ahora neutras de la rubia. Para Momo, Dahyun no podía ser tan predecible, era una de las razones que su plan salió a la perfección.—Ganas no me faltaron. —soltó el rostro con brusquedad, iniciando a quitar la venda del brazo de Momo, quien sonreía con diversión—, pero quería verte sufrir, por suplicar que me detuviera mientras terminaba con tu vida.
Torció el gesto cuando las vendas que había traído se terminaron el día anterior. Tendría que limpiar la herida y después ir por las que tenía de respaldo en la oficina.
Momo miraba atenta las expresiones titubeantes de Dahyun. Mordía ese labio inferior que causaba que Momo mordiera el suyo, echando alcohol en la herida para desinfectarla. No le importaba que la japonesa estuviese gruñendo.
No era extraño que pensara así, creyó Momo. Lo sabía, y por eso era arriesgado lo que hizo, pero tenía la seguridad que no le pasaría nada que pudiese dañar su vida.
Al menos no el primer día. Los siguientes eran una apuesta o un contra reloj, pero Momo sabía que algo iba a pasarle que pudiese perder la vida.
—Sin embargo, no pude cumplirlo. —terminó de hablar, llamando la atención de Momo otra vez, pero mas bien parecía que estaba pensando una respuesta— Tus malditas expresiones... no era lo que quería, me frustraba... Eras un completo dolor de culo...
—Matandome... puedes hacer que aparezcan. —comentó de lo más tranquila la japonesa, cerrando los ojos mientras apoyaba la cabeza en la pared. Si Jihyo estaba asegurada, era lo único que le importaba— Es la opción que puede funcionar.
Pasaron segundos que Momo estuvo así, esperando quizás su muerte, pero además de apretar sus labios cuando la herida fue presionada, su rostro fue abofeteado fuertemente.
Suspiró, frotando el área que fue golpeada con su mano libre. Era inevitable sonreír por las actitudes cambiantes de esa mujer.
—¿Te excita verme molesta?
Momo rió, girando su rostro a la rubia que estaba de pie a su costado.
—¿Lo has notado, Dahyunnie? —mantuvo la sonrisa maliciosa, viendo un leve rubor en las mejillas de la rubia.
Dahyun era un paquete completo. Era doctora, psicóloga, fugitiva, obsesiva, pervertida y tierna.
Justo como le gustaban a la japonesa.
—Eres insoportable, Hirai Momo.
Giró sobre su propio eje, yéndose con pasos evidentemente malhumorados que hacían reír más a Momo.
Sus tripas rugieron haciendo que detuviera su burla y torció el gesto cuando Dahyun probablemente regresaría en la mañana con su cepillo de dientes y desayuno.
Aún cuando uno de sus brazos estaba suelto, tuvo que dormir sentada, apoyando la espalda contra la pared al igual que su cabeza.
Al menos no tenía algo sobre su regazo
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Sedúceme | Dahmo
FanficSu único pensamiento era proteger a la única persona que consideraba hermana. Independientemente de la diversión que podia toparse en medio de eso, de su mente no salía ese en específico. Era su única familia. Por otro lado, sólo existía la palabra...