Capitulo 5 (T1)

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AYANA:

-realmente hay veces que no te llego a comprender del todo, un día me tratas bien, pero al otro me vienes echando las culpas de que te haya pasado algo malo ¿que narices Ryu?

-me estás agotando Ayana

Esta semana, Ryu había sufrido unas cuantas perdidas, nunca me quiso decir de que, pero desde que le robaron el ordenador de su escritorio no fue lo mismo.
Aquella vez que vino a casa estuvo tranquilo y pensaba que se le iban a bajar los humos. Hasta el punto de cabrearse con cualquiera que se le pasara por delante.

-no te puedes enfadar con todos

-claro que puedo

-por que hayas pertenecido a Pavel o lo que mierda sea no te creas un rey- sabía a la perfección que diciéndole eso le iba a doler, pues ambos estuvimos juntos desde aquel momento, solo que yo tuve la oportunidad de ser adoptada y el no.

Se mantuvo estático, su mirada fija en mi con un semblante serio, si no hubiera sido mi amigo de seguro que me hubiera matado. Pero así fue realmente.

Corrió hacia mi agarrándome del cuello, me estampo contra una pared apretando su agarre en mi cuello nuevamente.

-Soy Ryu Shi-oh y no le tengo miedo a Pavel- me estaba dejando sin aire

Trato de mirarlo, pero lo único que puedo distinguir son sus ojos, unos ojos negros completamente, no podía ver nada a través de ellos. Y se le notaban algunas venas, venas negras en su piel, por todo su cuerpo, era lo segundo que más destacaba.
Además de su fuerza antinatural, podría romper un coche con sus propias manos sin significar nada para el.

-¿que te está pasando?- le pregunte. El no me contestaba -joder Ryu ¿que narices te pasa?- seguia sin contestar.

De repente quito su agarre del cuello y se alejó hacia su ventanal, dejándome tirada en el suelo como a un perro. Tosí lo más que pude, tratando de coger aire y esperando que no me hubiera dejado marca de su fuerza.

Pavel se trataba de la mafia rusa. Llegaban a interesarse a entrenar a aquellas personas que estaban "solas", abandonadas o que no tenían nada que hacer. Ryu fue víctima de ellos, pues nadie quiso adoptarlo. Pasó un infierno allí por lo poco que me llegue a enterar.

En cambio yo pase de familia en familia por algunos motivos personales, pero no me diferencio mucho de él, pues ambos habíamos sufrido dolor durante años.

-perdón- susurró cabizbajo. Se giró y me miró a los ojos. ¿Estaba...llorando?

-¿por que lloras?, ¿no que eras valiente?- le pregunte tratando de levantarme, pues no me quedaban muchas fuerzas -será mejor que te deje solo.

-no por favor- volvió a caminar en mi dirección, esta vez agarrándome de los brazos -no te vayas, quédate a mi lado

-controla eso que tengas encima y ya nos volveremos a ver- me quite sus manos de encima y me fui cerrando la puerta de paso.

Me dolía hacerle eso, pero no estaba bien. Estaba raro.
Bajaba las escaleras, despidiéndome de algunos de sus empleados o guardaespaldas que se encontraban en la puerta y Jane me había llamado, dejándome varias llamadas  perdidas.

-¿has averiguado algo?- le pregunte.

-es algo muy serio

-ahora nos vemos, acabo de salir

Nunca me dio buena espina aquel comportamiento repentino. Pensé en un principio que se pasaría, que sería como la etapa de la adolescencia, algo que llegaría a su fin, pero no fue así, en cambio todo fue empeorando. Ahora lo pagaba con todos a excepción de una persona, Tsetseg, era su favorita ¿por que no lo sería?

𝕮𝖆𝖒𝖎𝖓𝖔𝖘  𝖊𝖓𝖙𝖗𝖊𝖑𝖆𝖟𝖆𝖉𝖔𝖘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora