En su último año de secundaria el presidente estudiantil jamás esperó meterse en un lío por apoyar a una banda escolar, sin dar marcha atrás debe cumplir con las reglas de su familia y soportar a su primer amor, integrante de la banda, White Silk.
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Todos los estudiantes de la secundaria alta estaban por doquier en el gran auditorio que tenía la escuela. Probablemente ese era el lugar favorito de Jimin, era su personalidad a gritos. Tenía butacas de madera cubiertas con una tela color carmín, siendo lo suficientemente acolchadas para quedarse ahí durante horas. Las luces eran cálidas e iluminaban sofisticadamente el lugar, lo suficiente para destacar a un artista y para que el público no se sienta demasiado estimulado. Aunque el escenario no era tan grande, cabía la orquesta de cámara de la institución, y él disfrutaba de ver a esas cuarenta y cinco personas de todas las edades tocando instrumentos clásicos cada vez que podía, pese a no pertenecer en ella.
En la escuela actualmente había solo una banda oficial, las mismas personas que conformaban esa orquesta hacían de banda de marcha en eventos como desfiles. Y volvían a ser una orquesta clásica en lugares como auditorios. Lo demás eran agrupaciones que variaban en los instrumentos de percusión, viento y cuerdas, pero se resumían a hacer cosas en el club y participar en el único festival de música que había.
Los únicos diferentes ahí eran White Silk. Y Jimin tenía una mala espina por ver dos guitarras acústicas detrás del escenario. El rubio asumió que eso se trataba de algún movimiento a sus espaldas, pues minutos atrás miró como Wendy, una de las mejores amigas de su hermana y la actual vicepresidencia del consejo estudiantil, indicó dónde ponerlas. Honestamente no se sentía enojado o defraudado, la banda siempre pedía participar en todo y si no daba el permiso él, alguien más iba a hacerlo. Solo se sentía preocupado del cómo iban a resultar las cosas y del cómo dejó que eso pasara.
