–¡Ya estoy en casa! –anuncia Riley entrando por la puerta, con la mochila a hombros y una expresión de cansancio inigualable. El último turno ha sido tremendamente agotador. Necesita horas de sueño, masajes por todas partes y un buen baño con esas velas aromáticas que Rachel compró la semana pasada y que tanto le gustan.
Tira las llaves en el mueble de madera del recibidor, deja la mochila recostada sobre el mismo y entra en el salón.
La imagen que ve hace que se paralice en seco.
–¡Oh, Dios mío! ¿Qué llevas puesto?
Rachel se encuentra sentada en el sofá, con las piernas cruzadas y rodeada de papeles. Riley la examina de arriba abajo, con detenimiento, recorriendo con la mirada cada centímetro de su ser. La suave y bronceada piel de las piernas de Rachel le provoca un suspiro, una sensación que se intensifica a medida que su atención se desplaza a lo largo de cada detalle. Va vestida únicamente con una de las sudaderas anchas de Riley, el cabello recogido en un moño desordenado y unas gafas de pasta, con la montura negra.
Rachel alza la vista y la mira confundida.
–¿Llevas gafas? ¿Cómo es que no sabía nada de esto?
–Solo las llevo cuando estoy cansada y las odio.
Riley sigue observando a Rachel y su adorable rostro. Con un gesto involuntario toca sus gafas, acomodándolas de nuevo en su lugar y eso vuelve loca a Riley, que siente como la excitación se apodera de ella de forma totalmente inesperada.
–Oh, Morena... A mí sí me gustan. De hecho... no sabes, realmente no sabes lo mucho que me gustan esas jodidas gafas.
Rachel suelta una carcajada mientras Riley salta sobre ella y empieza a besarla con pasión.
–Es que no me puedo creer lo buena que estás –halaga Riley mientras se deshace de la sudadera de Rachel.
En medio de su pasión desenfrenada, el teléfono de Rachel empieza a sonar. Es el tono que tiene seleccionado para las llamadas de su madre.
–No... No lo cojas... –suplica Riley haciendo pucheros.
–Es mi madre ¡Shhh! –responde simplemente poniéndole un dedo en los labios a Riley –¡Mamá! Me pillas en mal momento, estoy trabajando y...
La corporalidad de Rachel cambia drásticamente. Se incorpora, sus hombros se cuadran y la sonrisa desaparece.
–¿Cómo? No te entiendo bien mamá, ¿por qué lloras?
Los ojos de Rachel buscan los de Riley. La bombera aprieta la mandíbula esperando que Rachel le diga qué es lo que está pasando.
–Pero... ¿cómo es posible? –Rachel vuelve a colocarse la sudadera y empieza a paso rápido por el salón mientras las palabras salen sin control.
Riley no sabe qué hacer, mira la escena sin saber qué está pasando exactamente, pero está claro que ha sido algo grave.
La madre de Rachel intenta explicarle algo más a Rachel, pero cuanto más habla, más color pierde la morena. De pronto sus pasos nerviosos se detienen y su tez preocupantemente pálida. La abogada mira a Riley, con los ojos llenos de lágrimas antes de derrumbarse.
–¡Rachel!
Riley sostiene a Rachel entre sus brazos mientras revisa el paño de agua fría que ha colocado en su frente. Con las piernas estratégicamente elevadas sobre el sofá para facilitar el flujo sanguíneo, intenta aliviar el mareo persistente tras el breve desmayo. A pesar de no haber durado más de unos segundos, la sensación de aturdimiento todavía perdura.
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Law and Fire - Leyes y Fuego
RomanceRiley, una bombera recién ascendida a subcapitana, ha dedicado su vida al heroísmo y la valentía en servicio de la comunidad. Pero cuando conoce a Rachel, una talentosa y cautivadora abogada, su mundo se incendia de una manera que nunca imaginó. Ril...