Capítulo 16

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Ver así a Rachel está matando a Riley. El dolor que siente es sobrecogedor y no se ve capaz de ayudarla de ninguna manera, salvo con estúpidos pequeños gestos, como llevarle un chocolate caliente que sabe que apenas beberá.

Deja la taza de chocolate en la mesita del salón, frente a Rachel, y se sienta a su lado en silencio. Riley la mira de reojo. A pesar de que la televisión está encendida, no la mira, tan solo mantiene la mirada perdida al frente. Ha pasado los dos últimos días así, pero se ha acuciado tras el entierro, como si de pronto fuese consciente de que se ha despedido de su padre y no pudiese aceptarlo.

–Voy a recoger un poco, ¿te parece? –pregunta con todo el cariño del mundo. Rachel asiente ligeramente sin mirarla –¿necesitas algo? –niega mientras aprieta los labios intentando no llorar de nuevo. Le aprieta la mano antes de irse en dirección al dormitorio.

Riley estira las sábanas de la cama mientras oye como Rachel llora en el salón y siente cómo su corazón se encoge en consecuencia. Cierra los ojos un instante y maldice por no saber qué cojones hacer o decir, antes de poner el edredón por encima de las sábanas de un tirón. Intenta centrarse en la tarea que tiene entre manos, pero las imágenes de los últimos dos días no dejan de venirle a la mente. Rachel ha estado ausente, ajena a su entorno, desde que entraron en el tanatorio, tanto, que Riley tenía que guiarla para evitar que tropezase.

Se sienta en la cama, dejándose caer y se cubre el rostro con sus manos, intentando controlar la respiración. No puede permitirse el lujo de mostrarse débil ahora, necesita estar ahí para Rachel.

El teléfono de Riley suena en el bolsillo trasero de su pantalón tipo cargo.

–¿Dígame? –responde sin mirar quién la ha llamado.

–Riley –reconoce la voz de Ben al instante y aleja el teléfono de su oreja para darse cuenta de que es el móvil del trabajo. Como si fuese un acto reflejo, aclara la voz y cuadra los hombros, mientras espera a que Benedict siga hablando –Sé que son días complicados y que estás de baja, pero tienes que venir.

El tono de Ben no deja lugar a dudas, algo grave tiene que estar ocurriendo.

–¿Qué pasa?

–Spencer Reynolds, el capitán de la 27...

–Sé quién es, ¿qué pasa con él? –interrumpe Riley con impaciencia. No tiene tiempo ni ganas de aguantar más tonterías ahora y menos llamadas con titubeos.

–Le han asignado aquí durante tu baja. Lleva dos días aquí y lo primero que ha hecho ha sido pedir una inspección para revisar el estado en el que tenía la estación la anterior capitana. Va a estar aquí durante estas dos semanas Riley y no tiene pinta de que la cosa vaya a ir a mejor. Está revisándolo todo con lupa.

–¿A qué santo ha pedido una inspección, Benedict?

Es como si Riley pudiese verle encogiéndose de hombros al otro lado de la línea.

–¿Resultado? –de momento se mantiene confiada, aunque empieza a sentir como la rabia se apodera de ella. ¡Cómo aborrece a Reynolds! Riley ha sido atacada de todas las formas imaginables, pero su trabajo es su fibra sensible, aquello que hace que sus entrañas se retuerzan.

–Ha sido favorable, hemos recibido el informe hoy, pero ha habido un par de cosas que han llamado la atención y Reynolds se ha encargado de pasarle el informe a O'hara.

–¿Qué cosas?

–Había una manguera en mal estado y uno de los camiones no tenía el mantenimiento hecho.

Riley cierra el puño. Si hubiese estado ahí estos dos días, ni la manguera estaría en mal estado ni habría un camión por revisar. Ninguna de esas cosas habría ocurrido bajo su mando.

Law and Fire - Leyes y FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora