Prólogo

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Prólogo

EL MIEDO que sentía Lionel era impresionante. Ni siquiera se había sentido así cuando los médicos le dijeron que iba a estar casi tres meses fuera de la canchas luego de que en un partido de Champions contra el Chelsea sufriera de una rotura de bíceps femoral en la pierna derecha. Pero, como no podría tener miedo si su novia estaba pariendo dentro de la sala frente de él, gritando de dolor, y él no podía ayudarla porque había sido echado de la sala por desesperar a la paciente.

Su familia lo miraba como si fuera un loco salido del manicomio, pero, en su cabeza todo tenía correlación. ¿Y si ella lo necesitaba? ¿Y si ese chabon la estaba lastimando? ¿Y si le dolía mucho? Si Lionel parecía haberse comenzado a volverse loco cuando Anto le contó de su embarazo, ahora se había vuelto totalmente loco en los momentos de parto. Su cabeza solo pensaba en las miles de cosas malas que podían pasarle a ella sola ahí adentro. Él necesitaba saber cómo estaban ella y su bebé.

—Lio —lo llamó su mamá. Justo con el tono que utilizaba cada vez que lo iba a regañar a él y a sus hermanos—. Cálmate, gordo, Anto es fuerte. Ella puede sin tu ayuda. Ahora sentate y esperá a que el doc salga y nos dé las actualizaciones.

Lionel le hizo caso a su vieja, sentándose junto a su mejor amigo de toda la vida, el primo de Anto: Lucas Scaglia. También el responsable de que ahora Anto estuviera junto a Lionel, gracias a él se conocieron desde chiquitos y Lionel estaba hasta las manos de Antonela, pero esa es una historia que tendrá su propia sección algún otro día.

El morocho lo miró con media sonrisa, feliz por él y sus logros no deportivos. Su mejor amigo de la infancia estaba en camino a formar una familia con la mujer de su vida. ¿Ese no es el sueño de cualquiera? Esa era la realidad de Lionel Messi.

—¿Qué pensas, Leo? —le preguntó al verlo tan inquieto.

—¿Y si necesita de mi?

Lucas luchó contra su instinto hincha pelotas para no reírse de su amigo. Lionel y él siempre fueron el dúo dinámico. Lionel el tranquilo, él un hincha pelotas. Así funcionaba su amistad.

—Nah. No creo. Mi prima es muy fuerte, leyó libros sobre parir y eso. Ella debe estar bien.

—¿Vo' pensa'?

Ver a su amigo tan asustado por su jermu hizo preguntarse a Lucas que clase de macumba le había hecho su prima para tenerlo tan amarrado. Él hacía cualquier cosa por ella, cualquiera.

—Sí boludo, cálmate. ¿Este no es el hospital más cheto? —Lionel asintió. Él quería que su bebé naciera en Argentina, si se daba en Rosario, pero la situación del país había decaído y no quería arriesgarse. También era más seguro que naciera en Barcelona— Banca un toque, Anto esta en las mejores manos.

Lionel se sintió cómodo con las palabras de su mejor amigo, más no tranquilo. En su interior tenía un sabor amargo de noches atrás.

—¿Y qué nombres pensaron al final? —preguntó Patricia, la mamá de Anto y su suegra.

Habían hablado de demasiados nombres, pero se habían decantado por:
—Celia Antonela. Y si es pibe no' jodemo', porque solo pensamo' el de la nena.

Admitió, con una media sonrisa.

Anto le había dicho que no se ilusionara, pero aún así era imposible. Lio había tenido un sueño donde una nena morocha lo abrazaba en medio de un campo de fútbol mientras lo felicitaba por un gran logro. Hablo de eso un poco con sus compañeros del Barcelona y, la mayoría llego a la conclusión de que su bebé probablemente sería mujer. También le contó a Anto, que le dijo que se dejara de boludeces, que debía ser solo un sueño. Pero, Lionel elegía creer.

Messi: Luces de legadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora