Docente de la Universidad de Columbia busca pareja del mismo sexo para una relación que no se base en atracción física o deseo sexual. ¿Encontrará alguien que dé con la talla?
*Esta historia es victuuri*
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―¿Has vuelto a hablar con él desde que te fuiste?
La única persona en la vida que podría escuchar a Yuuri sin juzgarlo era Phichit, quien estaba hablando con él por videollamada.
―No. Ha tratado de llamarme incontables veces, me ha dejado mensajes en el hotel e incluso me ha dejado disculpas en el chat, pero lo he bloqueado. No quiero hablar con él, me dolió mucho lo que conversamos.
―Oh, Yuuri, lo lamento tanto.
―Yo lamento haberme conformado con lo que me prometió. ¿Cómo pude pensar que sería suficiente, Phichit? Soy una buena persona, quiero encontrar a alguien que lo note y que me entregue todo de él por eso.
―Lo sé y es válido lo que pides, Yuuri, solo que...
―Solo que fue un error pensar que podía conseguirlo con él.
Phichit no quería decir eso. Estaba claro que Víctor se interesaba por él, lo quería. Pero en una relación eso no era suficiente.
―Creo que ambos tienen diferentes formas de pensar. Creo que Víctor te quiere, en verdad te valora.
Yuuri suspiró.
―Sé que lo hace, como persona lo hace y es genial como amigo. Pero yo no quiero ser solo su amigo, soy su esposo, o bueno, al menos hasta que llegue a Nueva York en un mes y medio y hable con mi abogado.
―¿No hay forma en que puedan volverlo a conversar?
―No hay nada qué conversar, Phi. Seguramente piensa que yo soy quien ha roto parte del contrato al enamorarme de él y tiene razón. Así que debo terminar con todo esto y al menos tratar de empezar mi vida desde cero.
―Yuuri, creo que debes hablarle.
―Ya le dije todo lo que tenía que decirle, Phi. Le dije que lo amo y que quiero más. Pero sé que él no me lo va a poder dar.
Phichit no pudo decir más. Su amigo parecía tener muy claro, que lo que estaba hecho, hecho estaba.
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Chris tocó desesperado la puerta del departamento de Víctor y le gritó tanto, que consiguió que este le abriera la puerta. Cuando lo vio entendió la tragedia: Víctor estaba en pijama, con el cabello desordenado y con una cuchara en la boca. Víctor lo miró molesto ni bien le abrió la puerta y se tiró al sillón para hacer lo que había hecho las últimas dos semanas encerrado en casa: dormir y no hacer nada.
