18. Calor 1/2

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Harry despertó empapado en sudor y con el pulso acelerado. Miró su reloj, apenas había amanecido. Su pecho subía y bajaba al ritmo de su errática respiración y su piel ardía. En cuanto cerró de nuevo los ojos para tranquilizarse, las imágenes de aquel sueño volvieron a golpearle con una fuerza alarmante.

Louis, el era el causante de su agitación. Louis y sus ojos brillantes, Louis y sus labios carnosos, Louis y su piel de terciopelo, Louis y su cuerpo esculpido, Louis y...simplemente Louis. No necesitó apartar las sábanas para darse cuenta del enorme bulto que se alzaba en sus pantalones. Sus manos hormigueaban con anticipación. Apretó la mandíbula, no era un adolescente hormonal, debía controlarse.

Pero no podía y, en el fondo, sabía el motivo. Descartó aquella idea, aún no era el momento, pero su lobo lo confirmó: estaba entrando en su calor.

Se suponía que aún faltaban más de dos meses para su época de celo y a él nunca se le había adelantado. Aquello no era buena señal, no si no tenía a nadie con quién pasar el celo. ¿Podría Louis ocuparse de él? Decidió no pensarlo demasiado, no en aquel momento, al menos. La imagen de Louis se había grabado permanentemente en su cabeza, mientras su mano se deslizaba sobre su abdomen hasta rozar la cinturilla de los holgados pantalones de algodón gris. No llevaba ropa interior, y en ese momento lo agradeció. Su lobo gruñía anticipando el momento, un gruñido que se reprodujo en su pecho cuando por fin rozó con suavidad la sensible piel de su erección. Cerró los ojos y dejó volar a su imaginación.

Louis estaba sobre él, repartiendo dulces besos en sus labios, bajando por su mandíbula para acabar contorneando su cuello con la lengua. Harry se limitaba a dejarse hacer, mientras sus grandes manos amasaban con deleite el redondeado culo de Louis. Los besos continuaron descendiendo, trazando un húmedo camino sobre su pecho desnudo. La respiración de Harry estaba acelerada y sus largos dedos se enredaron entre las castañas hebras de Louis mientras el chico continuaba su sendero de locura. Los besos se detuvieron abruptamente en la cinturilla de su pantalón. Louis le miró desde abajo, la escena más erótica que Harry había contemplado jamás. Sus ojos brillando con deseo, sus labios abultados y sus mejillas sonrojadas.

¿Cómo incluso en un acto tan sucio Louis podía parecer la criatura más pura e inocente del planeta? Harry no lo sabía, él solo quería corromperlo.

Las pequeñas e inexpertas manos de Louis rozaron el hueso de su cadera antes de tomar la tela del pantalón y retirarlo lentamente. Louis observó su miembro erguido ladeando la cabeza con inocente curiosidad, y Harry soltó un gruñido gutural cuando por fin sintió una lamida tentativa sobre la corona de su miembro. Louis probó, como un niño ávido de descubrir cosas nuevas, y Harry solo podía observar excitado cómo la lengua de su alma gemela trabajaba en su erección. Cuando Louis se aburrió de lamer, comenzó a introducirlo poco a poco en su boca.

Al principio no podía con todo, y con su mano acariciaba el sobrante pero, poco a poco, consiguió hacerlo desaparecer completamente en su boca. Harry gimió. Aquello iba a volverle loco, la dulce boca de Louis subiendo y bajando de manera tortuosa en torno a su pene, sus ojos vidriosos y sus mejillas sonrojadas. Tenía el pelo alborotado ahí donde él había pasado su mano. El placentero ritmo de la boca aumentó mientras una pequeña y suave mano acariciaba casi con delicadeza los testículos de Harry. No aguantaría mucho más. Louis sacó el miembro de su boca y le miró expectante. aún bombeando con su diestra.

—¿Lo hago bien, alfa?

Entonces, Harry se corrió con un grave gemido, echando hacia atrás su cabeza y con la imagen de Louis aún rondando sus pensamientos.

Volvió a la realidad, estaba solo en la habitación, con el único sonido de su respiración descontrolada. Nunca pensó que pudiera imaginar tan vívidamente cómo sería el Eden. Aun asi, cuando consiguió normalizar su ritmo cardíaco, comprobó que aquello no había servido para nada. Su miembro seguía erguido, su lobo enfadado y él, más excitado que antes si es que eso era posible.

No lo pensó mucho cuando se vistió corriendo y subió a su moto, simplemente dejó que sus instintos le guiaran. Quizás luego se arrepentiría. Louis debería haber salido ya hacia el instituto, pero algo le decía que aún estaba en casa.

Cuando llegó a su calle, un embriagador aroma volvió loco a su lobo, sus manos se apretaron con fuerza en torno al manillar de su motocicleta. Nunca había olido nada tan intenso ni tan excitante. Olía a vainilla y a canela, y a sexo y lujuria, olía a hogar y olía a... omega.

Alpha's Owner | ˡᵃʳʳʸDonde viven las historias. Descúbrelo ahora