Pov: Saeyoung
Nunca me hubiera imaginado que tener un amigo universitario me haría pasar tan malos ratos.
Eran las ocho y treinta y siete de la mañana cuando Yoosung me acribilló a llamadas rogándome que le ayudara con un proyecto de biología porque "casi se terminaba el plazo de entrega y conmigo sería mucho más fácil", aunque debí suponer que al aceptar prácticamente accedía a completar yo todo su trabajo. Maldecía a ese rubio mentiroso y me maldecía a mi por haber aceptado tan ingenuamente.
No se veía ni un alma en la planta superior de la biblioteca de la universidad del joven rubio, solo un par de alumnos que, cómo él, decidieron procrastinar en lugar de levantar el culo de sus sillas y ganarse un título.
Oía a Yoosung parlotear a mi lado mientras rebuscaba en las viejas y robustas estanterías, probablemente dándome información sobre el proyecto, pero yo no le hacía ni el más mínimo caso. Esta mañana solo me había dado tiempo a tomarme un café y me sentía como si en lugar de haberme levantado de la cama, lo hubiera hecho de mi tumba. Mis párpados se cerraban ante mis ojos ámbar, que ni siquiera enfocaban bien los escenarios a su alrededor. Mi pelo que, aunque fuera ondulado y algo rebelde, solía tener un aspecto decente, ahora era una maraña de mechones descolocados que casi asimilaban a una hoguera.
Sentía mi cuerpo comenzando a ceder ante el cansancio cuando escuche la voz chillona de Yoosung llamándome.
- ¡Seven!
- ¡Ah! ¿Ahora qué?.- Respondí, alargando la última letra, delatando mi pereza.
- Eh, he estado buscando pero no ahí nada por aquí que me sirva para el proyecto...¿sabes dónde puede haber otra biblioteca?
- Ehhhhh...mi casa...dos calles...
- Bien, hay una a dos calles de tu casa. Vamos, rápido, ¡no podemos perder ni un segundo más!
- Cállateeeeeee...
Y nos dispusimos a salir de la biblioteca. La entrada estaba en la planta baja, por lo que teníamos que bajar unas largas escaleras para escapar de esa habitación llena de polvo y de enciclopedias del año del hilo negro. Yoosung continuaba de cháchara hablando de no se qué de un boda mientras descendiamos las escaleras. Cuando ya faltaba poco para tocar el suelo, sentí como el cansancio se esfumaba de mí cuerpo y mis ojos ahora estaban más abiertos que nunca.
Frente a la recepción había una chica, una que jamás había visto. Se sostenía sobre unos patines negros forrados con miles de pegatinas brillantes y coloridas, y vestía unos pantalones cortos negros algo ajustados y una camisa azul ceniza con una frase escrita a la altura del pecho, ilegible desde mi posición. Sus manos estaban cubiertas por unos guantes de cuero sin espacio para los dedos, pues lo suyos estaban decorados con números anillos de plata. Sus ojos oscuros eran adorables frente a la mirada de los míos, maquillados con tonos oscuros, pero sin llegar a ser muy cargado. Su pelo corto y rebelde era de un azul oscuro con cierto toque eléctrico, algo ciertamente inusual.
A priori, su actitud contrastaba extraordinariamente con su poco común estilo. Su rostro estaba completamente sereno, era casi indiferente; una mirada que robaba tu alma sin piedad y te dejaba siendo un manojo de nervios desastroso. Su postura era decidida, casi desafiante, pero también parecía ser lo suficientemente prudente para no actuar sin pensar. Tenía cierta vibra astuta, perspicaz. Como si siempre fuera diez pasos por delante.
Sentí mi alma abandonar mi cuerpo en el momento en el que la vi. Era como si mi cerebro se hubiera apagado por no poder procesar semejante belleza y toda mi sangre se hubiera ido a mis mejillas, haciendo que tomen un tono similar a mi pelo y hagan mi cara arder.
Era un sentimiento muy raro: me sentía intimidado frente a esa mujer y su aparente astucia e indiferencia, pero era algo...agradable. Verla ahí, tan despreocupada e inconsciente de lo que estaba causando en mi hacía a mi mente volar.
Noté la manera en la que mis piernas temblaban y, para evitar hacer el ridículo frente a la mujer de mi vida, me sostuve con fuerza de la barandilla de la escalera. Ella ni siquiera me vio, seguro que estaba muy ocupada estando buena o algo así. Entablaba una conversación con la anciana bibliotecaria, ella estaba sosteniendo un paquete en sus manos mientras la mujer mayor hablaba y ella asentía a lo que le decía.
- Yoosung, ¿quién es esa?- mi voz sonó más urgida de lo que me esperaba.
- Es la repartidora. La biblioteca implantó hace poco una especie de servicio porque los alumnos no tenían tiempo ni para salir y coger libros para estudiar, entonces ella va se y los lleva a la habitación.
Eso explica los patines.
Solté un suspiro sin poder evitarlo. Ella se guardo el paquete que la bibliotecaria le había entregado en su mochila y se dispuso a irse para empezar con su trabajo. Pero antes de cruzar por la puerta de cristal, en el segundo en el que iba a salir y desaparecer de mi vista, sucedió.
La chica de mis sueños cruzó miradas conmigo. Rápido, efímero, casi imperceptible, pero pasó. Sus crueles ojos negros miraron a los mios, sin siquiera girar su cabeza por completo. No hubo ningún gesto; ni una sonrisa, un ceño fruncido, una carcajada reprimida, nada. No me dio nada. Solo un vistazo de esos ojazos hipnotizantes que me quitarían el sueño las próximas semanas.
Y con eso, la chica de mis sueños salió por la puerta, dejándome sediento de más. No podía quedarme así, quería, necesitaba, saber más de ti. ¿Cómo te llamás?, ¿cómo has comenzado a trabajar aquí?, ¿es tu voz tan encantadora como tu apariencia?, ¿cómo puedes ser tan increíblemente bella?
Algo arrepentido por no haber reaccionado ante ella y sin tener nada más que hacer, baje las escaleras. Tampoco estaba muy preocupado. Simplemente ahora me aseguraría de visitar más a Yoosung.
Y de encargar un par de libros a la biblioteca.
Pd: shot inspirado en Scott Pilgrim vs the world
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707♡ | One shots
Short StoryOne shots del guapote de Saeyoung. Los personajes no me pertenecen, créditos a Cheritz(? Créditos al creador/a de la portada