𝗗𝗲𝘃𝗼𝗿𝗮𝗱𝗼𝗿𝗲𝘀

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Jisung corría sin cesar, su cuerpo ya al límite, pero la necesidad de escapar lo impulsaba a seguir adelante

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Jisung corría sin cesar, su cuerpo ya al límite, pero la necesidad de escapar lo impulsaba a seguir adelante. Su respiración era irregular, no se molestaba en tomar aire con calma, ni en intentar controlar el dolor que sentía en su pierna. En su mente solo existía una cosa: sobrevivir. Pero escapar de una horda de zombies era mucho más complicado de lo que había imaginado, especialmente cuando esos zombies no eran adultos, sino niños, pequeños y rápidos, que parecían moverse a una velocidad aterradora.

Quería volver al supermercado, con Hyunjin, Yeji y Felix.

El joven se maldijo a sí mismo por haber tenido la pésima idea de buscar sobrevivientes en un jardín de niños, donde los muertos vivientes no solo se encontraban en grandes cantidades, sino que también corrían tras él como si su vida dependiera de alcanzarlo. En las películas, los zombies siempre eran lentos, torpes, fáciles de evadir. Pero esto no era una película, y Jisung no podía evitar preguntarse por qué esos niños muertos corrían con tal furia. ¿Acaso todo en su vida había salido mal?

De repente, la realidad lo golpeó con fuerza. Pisó mal, su pie no resistió el impacto y el cuerpo de Jisung cayó al suelo con un crujido sordo. Un dolor agudo lo atravesó, pero no podía permitirse lamentarse. No había tiempo para eso. Si no se levantaba rápidamente, los niños zombies estarían encima de él. El terror se apoderó de su mente mientras luchaba por incorporarse, pero el dolor en su tobillo era insoportable. Se quedó en el suelo unos segundos, su mente en blanco por el dolor, antes de dar un gritito bajo de frustración y arrastrarse hacia la seguridad de un callejón cercano.

Con cada movimiento, el dolor en su tobillo empeoraba, y la ansiedad de saber que los zombies estaban acercándose lo impulsaba a seguir, aunque su cuerpo ya no respondiera como él quería. Se arrastró torpemente, ignorando el escozor en su piel y el cansancio que lo invadía, hasta que finalmente logró esconderse detrás de un gran contenedor de basura. Pensó que allí estaría a salvo, al menos por unos minutos, hasta que la horda pasara. Pero no fue así. Los niños zombies, con su velocidad inquietante, lo encontraron rápidamente. Sin poder hacer nada, Jisung se rindió al destino, sus ojos se cerraron con fuerza, esperando el golpe final.

Fue en ese momento cuando un sonido inesperado rompió el silencio. Disparos. Fuertes, rápidos, certeros. La sorpresa se reflejó en los ojos de Jisung, quien, al abrirlos, vio a un chico de pie frente a él. Su figura parecía surgir de la nada, como si fuera un ángel salvador. Jisung lo observó sin poder apartar la vista. El chico tenía el cabello morado, perfectamente cuidado a pesar del caos del apocalipsis, y una piel pálida que contrastaba con la sangre salpicada sobre su ropa. Su rostro, afilado y marcado, mostraba una expresión seria mientras observaba a los zombies caer ante sus disparos. La primera impresión de Jisung fue que ese chico debía ser un Alfa, un verdadero Alfa, por la forma en que se movía con tanta confianza y destreza.

𝓓𝗲𝘃𝗼𝗿α𝗱𝗼ɾ𝗲s ძᥱl 𝓓𝗲𝘀𝗲𝗼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora