Caminé por los pasillos. Ya habíamos acabado la jornada de clases. Me acerqué a mi casillero para tomar unas cosas de este.
Voltee un poco, encontrándome a Robby. Su casillero estaba al lado del mío.
— Robby ¿Verdad?— dije sonriendo. Él me miró y rodó los ojos.— Quería pedirte disculpas por lo de hace un rato. Sería bueno que vinieras con tu hermano.
— No pienso ir y menos sabiendo que tú estarás.— sus ojos me escanearon de cabeza a pies y en reversa.
— Mira, no sé que te ocurre pero no deberías tratarme así cuando estoy siendo amable contigo. Te pedí disculpas ya. Si quieres ir ve y sino no vayas. No te estoy obligando.— cerré con fuerza el casillero, pasando por su lado y yéndome.
Su actitud era irritante. Me estresan las personas así, he tratado con muchas pero en verdad este hombre era mucho peor. Creído, arrogante, orgulloso. Todas esas palabras nefastas que me han hecho enojar en menos de minutos.
Caminé apresurada para salir del instituto y por accidente choqué con alguien.
— ¿Estás bien?— sus manos se posaron en mis hombros ganándose mi mirada.
— Ah sí, sí estoy bien.... Oh, eres tú.— sonreí al haberlo reconocido.
— Eres Samantha, la chica de la cafetería ¿Verdad?— asentí.— discúlpame, no te había visto.
Sonreí un poco.— No, no, no te disculpes. Yo era la que caminaba.
— No importa, debí haberme fijado.— sonrió.— ¿Ya te vas a tu casa?
Asentí.— sí, debo realizar unos deberes antes de ir a la fiesta de esta noche.
— ¿Irás caminando?
— Sí, mi novio hoy tiene práctica así que debo caminar.
— ¿Tienes novio?— asentí.— Bien, bien. Te puedo llevar si gustas.
— No, no, gracias pero prefiero caminar.
— No te puedo obligar, si así lo deseas. Pero no sería mala idea que te lleve.
Tenía razón. Suspiré.— Está bien. Acepto que me lleves, solo por esta vez.
Sonrió en grande. Me guió hasta el estacionamiento. Quedé boquiabierta al ver su auto, era el mejor carro que había visto.
— Mierda... Es tan lindo... Parece costoso.— hablé apreciando el hermoso auto de color negro, increíblemente llamó mi atención más de lo que esperaba. Poniendo en cuenta que nunca me llamaron la atención los autos.
— Lo es. Es una marca muy conocida ¿No has escuchado de ello?— Preguntó mirándome. Ganándose mi mirada a él.
Negué con una mueca.— No, no había escuchado de ello. No soy muy amante a los autos ¿Sabes? Creo que están muy sobrevalorados.— dije restándole importancia a mi reacción de hace unos segundos.
Él abrió la boca dando cuenta que se encontraba indignado.— ¿Cómo? ¿No te gustan los autos? ¿Entonces que te gusta?— preguntó rápidamente.
— Pues, las motos, son extremadamente lindas.— sonreí.
— Entonces si ese es el caso, te llevarías bien con mi hermano. Ama las motos.
— ¡¿En serio?!— sonreí en grande, pero rápidamente la borré al recordarme de lo desagradable que fué su hermano conmigo.— Digo. Que bueno. Pero aún así no nos llevaríamos bien.
Rió.— Sí, sí, lo que digas.—
Ambos entramos al coche. Si por fuera era lindo, por dentro también lo era. Era magnífico. Puso en marcha el auto. Durante unos minutos el ambiente estaba callado, no era incómodo, solamente había paz al estar con él ahí. Mi vista estaba puesta en la ventana, viendo a través de ella lo que pasara.
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Hermosa Combustión (En Edición)
Teen FictionSamantha O'kely, una chica estadounidense de 20 años de edad, particularmente divertida. Ella luego de la ruptura con su novio entra en un bucle de tiempo donde solo quisiese desaparecer sin darse cuenta que su próximo amor está a la vuelta de la es...