Habían pasado al rededor de un mes. Matt buscaba la forma de hablar conmigo mientras yo solo lo ignoraba. Mandaba obsequios con sus compañeros de equipo, pero sinceramente seguía enojada. Aquellos regalos, que eran rosas, chocolates, peluches y joyas, se los daba a Melanie.
Ella era amante a esa clase de cosas, yo simplemente no, no me gustaba y menos que se usaran como disculpa.
Lo que hizo ameritaba esto y quizás más, pero no era lo suficientemente valiente para hacerlo o simplemente no quería tener ese cargo de conciencia más adelante.
Mis pasos se apresuraron rápidamente cuando escuché a Matt llamarme a lo lejos, aunque quise él fué lo suficiente rápido para alcanzarme y detenerme tomándome del brazo. Me negaba rotundamente a mirarle la cara.
— Sam, escúchame.— murmuró tratando de tomar mi barbilla para hacer que lo mirara, pero de un manotazo lo aparté.
— No tengo nada que escuchar de tí, déjame tranquila.
— Perdóname. Ese día se me fué, tuvimos más entrenamiento, tenía que llegar a casa a ponerme al corriente con mis deberes ya que me habían dado aviso que podría reprobar algunas materias. Sabes lo mucho que me importa mi futuro...
— A mí igual me importa el mío.— hablé antes de que él terminara.— pero nunca te dejaría plantado de esa manera, y si así fuera, antes te explicaría el por qué, ¿Pero tú qué hiciste? Ni siquiera el último mensaje me respondiste. No te toma más de cinco minutos hacerlo. No es excusa, Matthew.
— Lo sé, soy un idiota, un imbécil, un estúpido. Te prometo que no volverá a pasar.
— has repetido eso miles de veces, que me es difícil ahora creerte por completo.— me solté de su agarre y lo miré por última vez y me retiré.
Solo escuché como maldecia por lo bajo.
Lo amaba, no lo negaba, haría miles de cosas por él pero sé que yo a él quizás no le importaba lo suficiente como para hacer algo para alegrarme.
Mi cabeza estaba confundida realmente. Sus palabras se repetían en mí, logrando que me sintiera culpable de actuar así y no ver un punto lógico de haberme dejado vestida y alborotada.
Caí en cuenta de que debía perdonarlo, solo esta vez.
Después de clases, en la hora de la salida, lo busqué en su respectivo salón donde me dijeron que no había ido a ninguna de las clases y que lo más probable es que estuviera en la cancha.
Decidida, caminé hasta el área de deporte. Solo pensaba en las palabras que podía yo decir para arreglar este embrollo.
Busqué y no había nadie. Fruncí el ceño levemente. A punto de retirarme, unos ruidos salieron de los baños, parecían ser risas.
No le quise poner importancia a tal cosa pero mi curiosidad era tanta que deseaba ver quiénes eran.
Caminé despacio a dicho lugar sin hacer ningún ruido, la puerta de esta estaba media abierta así que pude meterme un poco y echar un vistazo. « mala idea »
Mi garganta se secó, tenía un nudo, angustia, temor, desprecio, odio y quizás más emociones aparecieron al ver la escena.
Mi corazón latía como si de carretilla se hablara. Estaba hecha pedazos, podía creerlo todo pero está jamás.
— Melanie, te amo.— el susurró de Matt era audible.
— ¿Así cómo amas a Sam?— esta rodó los ojos al mencionarme.
— Vamos, no comiences. Sabes a Sam no la amo, puede ser que en algún momento de la vida la quería pero ahora se ha vuelto algo insoportable.
Ambos rieron. Me daban ganas de arrancarles la lengua a ambos. Tenía tanto odio en ese momento que podía haberlo hecho, pero quise calmar mi ira respirando.
ESTÁS LEYENDO
Hermosa Combustión (En Edición)
Подростковая литератураSamantha O'kely, una chica estadounidense de 20 años de edad, particularmente divertida. Ella luego de la ruptura con su novio entra en un bucle de tiempo donde solo quisiese desaparecer sin darse cuenta que su próximo amor está a la vuelta de la es...