Un día en el centro de estudiantes un poco peculiar, más con un chico que siempre rompe las pelotas. No sé cómo encuentra la forma de hacerme enojar, pero lo hace de maravilla.
2008 el peor y quizás también el mejor año que tuve.
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CAPITULO I | Un mal comienzo
𖤐
Estaba en las aulas limpiando las mesas, porque los pelotudos de mierda no son capaces de limpiar su propio salón.
Tome un trapo húmedo para limpiar las mesas que están rayadas, estamos en 2008 y no puede ser que no haya gente madura, cada mesa que veo hay siete garabatos diferentes.
Hay una mesa en particular que me molesta mucho, porque cada vez que la limpio está la misma frase de «La vicepresidenta del centro es una forra»
Hice una mueca de disgusto y borre el garabato, costaba un poco que se salga porque estaba escrito con fibrón.
— "[......]", la reunión comienza en 5. — avisó — Em, ¿querés que te ayude?
— Nah, está bien, no hace falta. Gracias igualmente, Lauti. - Sonreí.
— Bueno, ahí te espero.
Se fue dejando la puerta abierta. Suspiré de cansancio y mire el aula, al fin estaba limpia, me puse a pensar y quizás debería poner un cartel que diga "Por favor, antes de salir asegurarse que su espacio de estudio se encuentre en buenas condiciones".
Salgo del lugar y voy caminando por el pasillo para ir a la reunión, estaba pensando en muchas cosas, como si fue buena idea ser parte del centro o si yo no deberia estar ahí, o quizás le quité la oportunidad a alguien.
Seguía reflexionando hasta que sin querer me choqué con alguien.
— ¡Ay, disculpa! No te ví...
— Bueno, fíjate bien la próxima vez, pelotuda.
Respondió un chico alto que parecía de mal humor.
— Bueno, tampoco para que me contestes así.
— Si no querés que te contesten así entonces mejor mira por dónde camina, pelotuda del orto.
— ¡Bueno, no me faltes el res-... — Se fue antes de que le dijera las cosas.— Dios, qué día.
Sacudo mi ropa y me levanto para dirigirme a la reunión con el centro de estudiantes, ser la delegada del curso y la vicepresidenta es muy difícil, mucho trabajo pero ahora no puedo dar marcha atrás.
Cuando llegó veo a Camila muy estresada.
— ¡Ay, "[......]", menos mal! — Suspiró Camila.
— Eh, ¿qué pasó ahora? — Pregunté mientras tomaba asiento.
— Que unos chicos se pusieron a fumar y a grafitear los baños. — Habló Tobías por Camila.
— Ay Dios, no puede ser. — Me sorprendí.
— Me da gracia porque conozco al chico. — Dijo Lautaro.
