Muñeco de nieve

88 10 0
                                    


Ben buscaba en el armario de su casa, ya había encontrado unos guantes para él, pero su compañero necesitaba unos más grandes, si bien, él alíen era más grande que cualquier miembro de su familia, él chico humano sabia de sobra que su madre siempre guardaba varias prendas de distas tallas por si algún día las llegaba a necesitar.

Se detuvo al encontrar un par más grande que todos los demás, llamo a Rook para que se los probara y por suerte, le quedaron bien.

-Listo, vamos a jugar –Tomaba del brazo al mayor para llevarlo fuera de la casa.

- ¿Jugar? ¿Con la nieve? ¿Eso no lo hacen los niños? –Salían al patio y él menor lo soltaba.

Ben suspiro un poco molesto –Rook, tienes que relajarte, no solo los niños pueden jugar, nosotros dos jugamos video juegos todo el tiempo –Caminaba unos metros del mayor y tomaba un puñado de nieve –Ahora te mostrare un juego que me encanta –Sin más arrojo la bola de nieve directo al mayor.

Para él no fue difícil esquivar, Rook sabía bien lo que era una guerra de bolas de nieve, pero pensó que era un juego infantil, nuevamente, esquivo otra bola, miro al castaño quien ya tenía otra lista, pero no la lanzaba, pudo entender que lo que Ben quería era que él también lanzara alguna bola, por lo que tomo un poco de nieve y volviéndola una bola la arrojo en dirección al humano.

El primer tiro fue fácil de esquivar para él héroe, no así el segundo, su compañero fue rápido en armar una segunda bola, la cual le dio directo en la cara, se desoriento un poco, pero rápidamente recobro la compostura y arrojo la bola que tenía en la mano.

Rápidamente se enfrascaron en una pequeña guerra entre ellos, esa era la idea del humano desde el principio, por lo que le alegraba que su compañero se estuviera divirtiendo, fue inesperado para Rook, pero le gustaba ese juego, era cómo entrenar con Ben, pero sin que este hiciera trampa con sus aliens, la verdad, era impresionante que este no estuviera usando el reloj.

¿Cuántos minutos pasaron? No estaban seguros, pero no fueron muchos, les hubiera gustado seguir así mas rato, pero un grito molesto los saco de su juego, era él Sr. Bauman, que no lucia muy feliz.

- ¿Se puede saber que están haciendo? –Miraba más que nada a Ben.

-Solo estamos jugando –Él adolescente no le veía nada de malo.

-Pues deberían buscar un juego al interior de su casa o que no tire nieve, están enterrando mis calabazas gaxianas –Expreso molesto.

- ¿Que? –Nunca había oído de este tipo de calabaza.

-Crecen en clima frio, pero el hielo directo en ellas las puede quemar –Explico Rook.

-Si, por eso les pediré que no maten mi siembra –No espero respuesta y entro a su casa.

-Y yo que pensé que en el patio trasero no tendríamos problemas –Hablo molesto, güiro para buscar a Rook y se encontró con que este estaba entrando a la casa - ¿A dónde vas?

-A dentro, él Sr. Bauman... -Fue interrumpido.

-Nos dijo que no tiráramos nieve, podemos hacer más cosas aquí afuera –Se agacho y empezó a hacer una bola.

Al principio Rook estuvo por recordarle que les dijeron que no hicieran eso, pero guardo silencio al notar que él castaño no levanto la bola del suelo, en su lugar empezó a hacerla rodar por este, así lo hizo hasta que tuvo un tamaña considerable, luego repitió el proceso, pero esta vez dejo la bola algo más pequeña.

Ben miro al mayor esperando algún comentario, pero este no dijo nada - ¿Qué esperas? Levántala y ponla encima de la otra –Indico mientras volvía a hacer otra bola.

-Un muñeco de nieve –Se habló a si mismo al notar lo que él humano quería hacer.

Cumplió la indicación dada y en el momento en que ponía la bola mediana sobre la otra, Ben coloco la más pequeña, que sería la cabeza, ambos miraron la base de nieve durante unos instantes.

-Ve por los brazos, yo buscare lo necesario para su cara –Entro en la casa.

Rook miro los arboles cercanos, pero no veía ninguna rama en el suelo, no quería romper una rama en perfecto estado de un árbol, pero la nieve lucia limpia, espera, nieve, al pensar en eso se agacho y movió un poco la nieve del suelo, claro, las ramas estaban enterradas debajo, ya con eso no le costó mucho encontrar las ramas necesarias.

Volvió a donde estaba el muñeco y se encontró con su compañero ya acomodando la bufanda de este, en silencio se acercó y coloco las ramas a merced de brazos, cuando ambos terminaron con lo que hacían, Ben le entrego unos trozos de carbón, esta vez entendió bien lo que tenía hacer, por lo que en conjunto ambos armaron el rostro del muñeco.

Se alejaron un poco del recién armado muñeco de nieve y lo miraron con gusto –Quedo bien –Comento Ben.

-Creo que es algo pequeño –No miro cómo él adolescente volteaba a mirarlo.

-Arma uno tú, arma uno tú solo, a ver cómo te sale –Reto al mayor, él cual empezó por su cuenta a armar un nuevo muñeco, considerablemente más grande que el anterior.

24 días para NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora