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Guardián. 

Era desolador verla imperturbable ante sus ojos pero ni siquiera su riatsu era perceptible, toda la esencia de ella se esfumó después de traerlo a la vida. 

Tocó su pecho, era extrañó y pesado. Lo que sea que ella usó para llenar su vacío era incomodo de tolerar. 

Desconsolado viendo a la mujer como si estuviese detenida en el tiempo, su cuerpo parecía que irradiaría calor y luz en cualquier momento como solía hacer. Sus rosadas mejillas en su cara de inocente muchacha, sus cejas que se curvaban amables dándole un aspecto más sereno que su personalidad. Las tupidas pestañas sombreaba sus ojeras adquiridas allí, en el hueco mundo ella permanecía  inmutable ante todo lo que la rodeaba. 

Sin lugar a dudas era demasiado bizarro verla tanto tiempo en silencio y quieta. 

Inoue Orihime fue dispuesta en una especie de sarcófago abierto construida en cristal por los mismos Arrancar que se reunieron después de su llamado los cuales no fueron pocos. Desde entonces cada quien interpretó a su modo el como complacerla y empezaron a actuar en su nombre tratando de hallar el modo de traerla de regreso. Siendo Ulquiorra quien decidió quedarse a su lado día y noche. 

Los meses y los años pasaron después de esa gran guerra en el hueco mundo y en el mundo humano. Harribel se levantó como la reina del hueco mundo, una reina sin corona porqué no era la fuerte de todos actualmente. Y construyó junto a los Arrancars que la seguía, edificó y materializó lugares para Inoue, de todos los lugares que construyó Ulquiorra escogió uno para depositar el cuerpo vacío de Inoue Orihime y cuidarlo. 

Un santuario parecido a una enorme pagoda abierta en medio de un verdoso oasis pristiño, de varios niveles, rodeado de jardines de flores que crecieron sin cesar. El fenómeno no pasó desapercibido, cada Hollow o Arrancar que pasaba por allí inclinaba su cabeza hasta salir del rango de ese lugar. 

Era como un paraje sacado de un libro de fantasía como las cosas cursis que le gustaban a la humana. 

El antiguo espada comenzó a escribir las cosas que pasaban a detalle, si la humana despertaba iba bombardearlo de preguntas, al menos tendría un respaldo para ese momento o simplemente le arrojaría el libro para evitar quedarse con la boca seca de tanto hablar. 

El lugar lo mantenía limpio, atendido y en silencio a la espera de escuchar su voz o su risa donde sea que este y siempre se mantenía cerca sin salir de aquel lugar siendo visitado ocasionalmente por los otros Arrancar que fueron cautivados por ella.

De vez en cuando Harribel venía con su sequito a visitar a la entidad más poderosa de todo el hueco mundo. 

Ella inclinó su cabeza ante su presencia. 

—¿Ya despertó?— Tier preguntó aun con su cabeza abajo. Dejó ver su fuerte anhelo.

—No— suspiró.

Tier notó lo humano que parecía Ulquiorra, no era difícil pensar que no era un Arrancar. Más parecía alguien de la misma edad que la humana que permanecía dormida tan profundamente. Sin su hueso Hollow en su rostro, su rostro ya no era de un color blanco invierno, incluso parecía un tono pálido natural de piel pero lo más sorprendente era que mostraba claros indicios de "sentir" algo que Ulquiorra nunca manifestó ya que personificaba el vacío de los Hollow, su vacío y su crueldad, esos rasgos se habían suavizado en este gris extraño que lo envolvía y lo fortalecía, lo acompañaba con sus crecientes poderes. 

Las fracciones detrás de ella apenas podían soportar estar de pie en su presencia. 

Lo que sea que Inoue le hizo hacía que toda la energía destruida en el hueco mundo fuese depositada en él por lo que su sola existencia cada día y a cada segundo se hacia más grande y poderosa. 

¿Por qué has llegado tarde?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora