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Incomestible.

Inoue miraba atentamente la ventana suspirando y jugando con sus brazos colgando de los brazales del sofá. Sin Ulquiorra usándolo podía sentarse cómodamente en el mullido mueble, era suave y cómodo, se sentía agradable aquí, entendía como es que el Cuarto podía cuidarla tantas horas desde allí. 

Dio un brinco, iba a salir. Se colocó bien el brazalete y salió al pasillo asomando primero la cabeza y luego sacando el cuerpo lentamente, cerró con cuidado la puerta. Comenzó su paseo, Ulquiorra estaba en el castillo por lo que si ocurría algo podría llegar a ella sin demora.

—Cada día esta más gruñón— apretó sus puños algo molesta. Ella ponía todo de sí para llevar una trato amable con su carcelero, porque se resistía tanto. 

Escucho una risotada desde detrás de ella, volteó y vio al enorme Arrancar riéndose por escucharla hablar sola. El Sexto la miró desde arriba cuando estuvo a su lado. —¿Das un paseo mascota? 

—¿Eh?— A ella le decían mascota. Se apuntó, no creía que le hablaba a ella. 

Grimmjow miró a todo lados —¿Crees que habló solo? ¿Vez a alguien más?— Ella miró en todas direcciones. Estaban solos. —¡Claro que me refiero a ti! Eres un poco bruta...  

Inoue estiró los brazos para abajo, estaba algo incomoda, este Arrancar tenía un riatsu violento e irascible, además se acostumbro a la baja estatura del moreno y su carácter tranquilo y sereno. —¿Por qué me dices mascota? 

—Porque eres la mascota de Ulquiorra, obvio, porque más. Te alimenta, vigila, te mantiene aseada y encadenada a tu casita de mascota. 

Inoue abrió grande los ojos quería discutir, pero recordó que podía discutir con Ulquiorra porque se trataba de él, sin embargo —¡No soy su mascota!— Dijo inevitablemente. 

Como resultado el Sexto volvió a reírse de ella y en su cara. Infló sus mejillas. Levantó su mano y golpeó su cabeza, unas palmadas midiendo su fuerza —eres ruda como un cachorro, ladras fuerte como uno. 

Iba a continuar, porque ellos disfrutaban de hacerla miserable. 

—No salgo de mi habitación porque puedo resultar lastimada. No porque quiera obedecerlo— argumentó. —No es obediencia, es supervivencia. 

No nos tiene miedo pero esta consiente del riesgo. Grimmjow detuvo su risa. —¿Cómo debería llamarte humana?

—¡Yo no se!— Ella no iba a presentarse, a ella la presentaron como en una exhibición, en una junta con todos los Espadas. Y decir nuevamente su nombre como una presentación formal, después de como actuó Ulquiorra no iba a arriesgarse. 

Salió corriendo sin mirar atrás, termino de recorrer el pasillo y luego bajo las escaleras a toda prisa, salió a las afueras del castillo, se encontró con la blanca arena. Allí ella se sentó y estiró sus manos hasta alcanzar la luz del sol, jugó moviendo sus manos. 

Aquí tal vez no se encontraría con ningún Arrancar. 

—No deberías correr, eso estimula nuestro sentidos depredadores— escucho la misma socarrona voz del Sexto Arrancar. Este se agacho sobre sus piernas y se quedo a su lado. Algo recóndito en su interior hizo que se moviera detrás de ella. 

Un sentimiento amable y lleno de nostalgia, algo como el deber se comenzó a dibujar alrededor de esta mujer humana. 

Ella alzó la mirada incrédula, corrió mucho para perderlo. 

—Quieres mantenerte en una pieza, hazle caso al imbécil tieso ese. 

Inoue ladeó la cabeza. Ellos no parecían llevarse bien, pero le recomendaba mantenerse al lado de su carcelero. 

¿Por qué has llegado tarde?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora