Prólogo

37 1 2
                                    

Aquella mañana era un día soleado como de costumbre, sin embargo mayormente las personas de clase alta no notaban estos pequeños detalles por estar ocupados en asuntos de suma importancia. Todo el palacio en el cuál mandaba la Reina Sabine Cheng y el Rey Tom Dupain, considerados monarcas de Francia se encontraba en aprietos debido al reciente aviso de la Sra.Dupain, pensaba realizar una fiesta en honor a su primogénita con la finalidad de encontrar al próximo Rey de Francia el cuál continuaría el legado del Rey Tom en compañía de la srta. Dupain-cheng que era como solían llamar formalmente a la princesa Marinette. Aunque la querida princesa que toda Francia adoraba no estaba muy animada a asistir a esa fiesta.

Marinette

-La verdad es que no veo la razón de estas fiestas tan elegantes, Madre- Y era verdad, mi madre cada tanto realizaba una fiesta en mi honor para "Buscarme un pretendiente" aquello era molesto, no necesito un hombre que me mantenga y mucho menos que contraiga matrimonio conmigo, lamentablemente esa forma de pensar no es digno de una señorita como yo, o al menos eso era la forma de pensar tanto de mi Madre como la de todas las mujeres de esta sociedad que se somete ante el sexo masculino.

-Oh, vamos querida, si sigues mostrando ese comportamiento nunca encontrarás a alguien que te haga sentir especial.- Mencionó mi madre con esa sonrisa típica de ella.

-No Me fascina tener que encontrar a alguien "especial" mamá- la interrumpí. Fruncí el ceño, ni aunque cientos y cientos de mujeres me dijeran lo mismo me harían cambiar de opinión- ahg- solté- Está bien, asistiré a este evento que tenías pensado pero no prometo comportarme adecuadamente como una "Dama de mi categoría" debería hacerlo, ¿Te parece bien?-

-Marinette, tarde o temprano tendrás que aceptarlo- mencionó Sabine cabizbaja- no hay nada ni nadie que pueda ir contra la corriente del mar, o en este caso de la sociedad- tomó aire- lamento tener que buscarte un prometido hija mía, pero no hay nada que pueda hacer por el momento.-

Tenía razón, ni yo ni nadie podría en contra de una sociedad machista, no importaría cuanto lo intentemos, solamente no llegaríamos a nada.

-Si deseas, después de arreglarte puedes ir a ver a la señorita Alya.- dijo Sabine con una cálida sonrisa que adornaba su rostro mientras intentaba tranquilizarme.

-¿En serio podré ver a Alya?- mis ojos se llenaron de brillo, últimamente no pude ver a mi mejor amiga por motivos personales, y con personales me refiero a mi familia intentando buscar un pretendiente digno de mí- Que emoción!! ¡Muchas gracias mamá!- Abracé a mi madre y ella me correspondió a mi gesto.

-No hay nada que agradecer, querida- dijo mirándome fijamente- Pero como acabo de mencionar tienes que arreglarte ¿está bien?-

-Si mamá, no te preocupes que yo no tardaré- la interrumpí y Sabine abandonó mis aposentos para dirigirse a los suyos.

Pasaron unos minutos después de la conversación de madre e hija que tuve, mi padre se encontraba en un viaje de negocios por lo que no se encontraría presente durante la ceremonia. Con suerte yo ya me había arreglado a la perfección, sin embargo como ya nos hacíamos tarde con los invitados mi madre insistió en invitar a Alya para que conversáramos durante el evento. Y ahí estaba yo, igual de aburrida que siempre que se realizaba algo parecido.

«si no hubiera comida no bajaría para esto ni en mis sueños.» pensé.

-Ay, vamos Marinette- Dijo mi amiga- ¿no esperas estar pegada a la mesa de aperitivos toda la fiesta verdad? Tu madre quiere que conozcas a alguien más, y con eso no se refiere a nuevos platillos que degustar.-Alya soltó una pequeña risa y yo al rato me le uní.

-Ja, ja muy graciosa Alya, tú más que nadie sabes que prefiero mil veces estar con mis querido aperitivos a qué estar en esta fiesta llena de egocéntricos- Logré decir mientras seguía comiendo un bocado de una galleta de Camembert con mermelada de fresas- Incluso soy capaz de casarme con este pequeño postre.-

Y así pasó la mayor parte de la fiesta, charlando con Alya, y tomando algún que otro aperitivo de mesa sin que nadie se diera cuenta para que mi papel de "damita refinada" no se confunda con el de un cerdo.

-Mari, ya regreso, tengo que ir a buscar a ese joven de la otra vez.- Dijo mi amiga con las mejillas sonrojadas.

-Ah, te refieres a ese joven, Nino ¿me equivoco?- mencioné haciendo que toda la cara de Alya se tornará cuál tomate- Mmm...Creo que todavía me acuerdo la primera vez que lo viste me decías a cada rato "Ay Marinette, Nino es alguien encantador, caballeroso y gracioso, pero yo lo considero como un hermano porque no quiero tener nada con él"- Movía mis manos según las palabras que decía, armando una gran actuación, a mi parecer.

-¡Marinette!-Mi amiga me reprendía mientras yo solo podía reír sin control.

-Está bien, Está bien, no comentaré nada sobre lo que piensas de tu querido noviecito- miré la hora en el reloj del pasillo que había a la distancia- Lamentablemente mi querida amiga, tendrás que ir rápido a ver al Joven del que tanto me hablas antes que termine esta hermosa fiesta.- todo lo anterior lo dije en tono sarcástico lo cuál le saque un par de sonrisas a mi Amiga antes de que saliera de el salón de baile.

De nuevo aquí en soledad, y aburrimiento, el ambiente es relajante, aunque al poco tiempo me volví impaciente y decidí buscar a alguien "especial" al final mi madre quería eso ¿No?
no quise moverme de mi asiento entonces comencé a mirar a los alrededores de aquella sala para ver si encontraba a alguien que llamara mi atención.

«Ahg, por eso fue que no me emocionaba venir, acaso es tan difícil encontrar a alguien mejor que todos estos patanes creídos?»

Me cansé y me comencé a ir a mis aposentos cuando me tropecé con alguien.

-Mira por dónde caminas, idiot...- Estaba por terminar la frase cuando de pronto ví al joven culpable de que callera al piso, era hermoso? No sabía cómo describirlo. Tenía unos ojos verdes esmeraldas que resplandecían y podría verlos todo el día, unos cabellos rubios tal rayos de sol y una piel que parecía tan suave al tacto.- P-perdón d-disculpeme, joven?- mi intención era preguntar por su nombre aunque no creí que me lo fuera a decir, capaz estaba enojado conmigo por decirle "idiota" solo quería desaparecer de la faz de la tierra y encerrarme en mi habitación por tal humillación de parte mía.

-Agreste, dígame Agreste.- me quedé simplemente embobada con su voz.

«Es encantador, pero..¿Por qué simplemente dijo su apellido en vez de su nombre? Quizá quería que lo llamase por su apellido pero ni a mi me gustaría que siempre me llamen así; Mayormente siempre que algún empleado del castillo me dice "srta. Dupain-cheng" los corrijo para que me digan "srta. Marinette" o simplemente "Princesa"» me encontraba muy metida en mis pensamientos cuando me dí cuenta que aún me encontraba en el suelo del gran salón.

-E-eh, muchas gracias Joven Agreste.- Finalmente logré agradecerle, no de muy buena manera pero algo es algo.

Después de articular aquellas palabras de agradecimiento me levanté y como no tuve el valor del seguir metida en aquella fiesta tomé la decisión de salir de ahí para "tomar un poco de aire fresco", esa mentira ni yo me la podría creer, ya que siempre que mencionaba aquello era para salir de la fiesta y no volver hasta que falten escasos minutos para que mi madre dé por terminado la celebración.

sᴏᴍᴏs ᴀʀᴛᴇ ᴅᴇʟ ᴅᴇsᴛɪɴᴏ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora