IV

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Marinette


Me encontraba revolviendo aquella bebida caliente con la cuchara, no veía la hora a qué se enfriara porque estaba cien por ciento segura que esa bebida quemaba como los mil demonios.

Resultaba que esa mañana, mi madre me trajo el desayuno con una enorme sonrisa, según ella era porque no habíamos dialogado desde el inconveniente de los "fugitivos".

En un mueble aterciopelado de color oscuro se encontraba la mujer de cortos cabellos azabaches mirándome fijamente, no habíamos hablado desde que entró y yo no estaría dispuesta a hablar si ella no lo hacía.

-Hija...-la de ojos marrones habló para llamar mi atención.

Desvíe la mirada del té de manzanilla a la mujer que me dió la vida.

-Si?-le respondí a modo de pregunta, no tenía ganas de hablar. Luego de tal respuesta parecía que mi madre pensaba en lo que diría a continuación.

-Te eh notado extraña- soltó- no me malentiendas, pero desde que entré no hablaste, ¿pasó algo que desees contarme?

«Y recién te das cuenta?»

Desde la ceremonia pasaron unos tres días, y en aquellos tres días mi rutina era repetitiva; despertaba, hablaba con Rose y más empleados, comía y dormía, y si por algún motivo quisiese  salir a los jardines o a un sitio unos pasos alejados del castillo tenía que llevar a alguien que vigile mi "imprudencia", mi "rebeldía" y para colmo mis "cuidados".

Todavía después de todo lo que recibí, mi madre no tenía ni la más mínima idea de lo que me pasaba.

«Luego me dicen ciega»

-Marinette.-habló mi madre para sacarme de mis pensamientos.

«No me dí cuenta que seguía ahí.»

-No tienes nada de que preocuparte- le respondí- me encuentro bien.

Comencé a jugar con la sabana que aún me cubría la mitad de mi cuerpo, si descubría mi mentira me haría cientos y cientos de preguntas de las cuales harían hechar a perder mi paciencia.

Ante mi respuesta mi madre arqueó un ceja y colocó su té -ella también tomaba un té de manzanilla- en una mesita al frente suyo.

-Puedes mentirle a todos, Marinette- ya sabía de mi mentirita- no obstante, yo soy tu madre y conozco muy bien las acciones que realizas cuando estás nerviosa.

«Mierda...»

-Hija mía...- no me fijé pero en ese momento se encontraba sentada al borde de mi cama- sabes muy bien que no necesitas mentir cuando estés conmigo-continuó hablando mientras poco a poco se acercaba a mi para posar sus manos sobre las mías- porfavor, te pido que deposites tu confianza en mi.

Le miré y luego desvíe mi vista nuevamente dónde estaba mi bebida.

«Me pide confianza y no confía en mí para cuidarme sola»

-Marinette...

Antes de responder, dí un suspiro de resignación y miré a la mujer que se encontraba frente mío.

-Madre...-Suspiré nuevamente-me encuentro harta de que en estos tres días me hayan sobreprotegido ¿enserio mandan a un guardia para que me proteja? Ni siquiera estoy a salvó dentro de esta bendita habitación.- Confesé.

Mi madre frunció el ceño ante mi respuesta.

«si las miradas pudieran matar yo ya estaría metros bajo tierra en ese preciso instante.»

sᴏᴍᴏs ᴀʀᴛᴇ ᴅᴇʟ ᴅᴇsᴛɪɴᴏ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora