II

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Todo el entorno estalló en un silencio total, el aire comenzó a helar a todos los presentes y las hojas de las plantas solo danzaban con los pétalos de las rosas al compás rítmico del viento, siendo su única espectadora la presiosa e intocable luna llena.

Lamentable fue que el causante de ese silencio fuese el terror constante hacia los tres jóvenes que aparentemente vinieron a robar lo que les pertenece a la alabada corona real, a la distancia unos reyes asomaban la cabeza detrás de una columna de cemento, los mencionados estaban aterrados por el destino que le esperaba a la famosa primogénita, la heredera al trono, al parecer un criminal no había tardado ni dos minutos en dirigir su mirada a aquella azabache apenas decidió hacer aparición en el enorme salón.

¿Quién sería la desdichada de ser el objetivo de tales personas? Era el pensamiento que resonaba en la mente de los invitados, ¿Que buscaban o anhelaban tener en sus manos? Quién sabía, los únicos o mejor dicho, el único que sabía era un hombre con máscara negra y ojos cuál esmeralda opaca.

Marinette

El helado viento arrasaba con los mechones liberados de mi cabello poniéndolos en mi cara, este momento quizás lo habría querido de no ser por estar con los criminales más buscados de este reino respirando el mismo aire que yo.

«Cual sería la mejor forma de describir este suceso? ¿Una aterradora experiencia? Probablemente sí»

A mí lado se encontraba el principio del reino vecino "Nathaniel kurtzberg" el cuál era un buen pretendiente pero para ser sincera no captaba ni la mitad de mi atención con sus elogios, cualquier hombre que tuviera el mínimo de interés por la princesa de Francia hubiera llamado a los guardias reales para que realicen su próximo movimiento, pero eso era mucho pedir para el hombrecito cabello de zanahoria.

«Wow, ¿ahora tendré que esperar a que mi príncipe azul me rescate de esta desgracia como en los cuentos de hadas?»

Ahora tienen tres minutos para lanzar todas las cosas de valor al suelo!- la voz de Viperion resonó entre las paredes del palacio.

«¿Que deseas que entregue? No es como si mi madre me fuera a dar joyas de gran valor, porque según ella "las princesas usan objetos delicados y hay ciertas joyas que una como yo no debería ni ver"»

Seguido de aquella oración mencionó por el criminal, los tres hombres se quedaron hablando en voz baja para ellos mismos, después Carapace y Viperion fueron recolectando todas las joyas esparcidas por el suelo; Hasta que finalmente llegaron a mi.

-¿Y usted? No se supone que "las princesas deberían tener joyas hasta para regalar"- preguntó el individuo con indiferencia hacia mí.

-Para vuestra información mis estimados, yo no puedo tener aquellas libertades como ciertas joyas hasta que cumpla mi labor al liderar mi reino.- logré decir con "decisión" a pesar que por dentro me estaba muriendo.

-¿Y cómo podríamos confíar en alguien mimada como tú?- hizo aparición Carapace al lado de su otro compañero.

«Estos imbéciles me están sacando de quicio»

Y sin decir nada más me levanté de golpe.

- ¿Cómo personas como ustedes osan de mi palabra? Lo que digo es la realidad, no es mi culpa que al estar en su posición no decidan creerme como es debido.- Articulé mientras que mi dedo índice estaba apegado al pecho de uno de los extraños.

sᴏᴍᴏs ᴀʀᴛᴇ ᴅᴇʟ ᴅᴇsᴛɪɴᴏ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora