III

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Marinette

Dentro del palacio todo era un repleto desastre, los invitados salieron rápidamente como alma que lleva el diablo, los empleados como las mucamas o cocheros salieron a verificar si sus familiares se encontraban resguardadas y protegidas en sus hogares.

Mientras tanto mis padres me dejaron a cargo de Rose Lavillant  -Una joven rubia de cabello corto que trabajaba a las órdenes de mis padres, solía cuidarme cuando era pequeña- para que no me sintiera desesperada o agobiada.

Recordaba esos tiempos lejanos dónde tenía unos seis años, aquella mujer ojiazul siempre venía a consolarme después de padecer una pesadilla, me arrullaba cantando hermosas canciones de cuna y también me contaba cuentos de hadas dónde los príncipes y las princesas vivían felices para siempre. Lastimosamente mi vida no obtendría un final feliz como aquellos cuentos, mi vida a comparación de esas princesas era distinta.

-Su alteza- la mencionada hizo una reverencia mostrando respeto al momento de ingresar al cuarto- la reina Sabine me encargó asearla y realizarle un cambio de atuendo.

Me limité a asentir con la cabeza.

-Señorita- mencionó con voz dulce para captar mi atención- no debería preocuparse, estoy más que seguro que Nuestro rey se encargará de aquellos criminales y no tendremos que volverlos a ver- habló en intento de animarme- Solo debemos de tener fé en nuestra situación- siguió la conversación mientras desataba mu cabello y se encargaba de cepillarlo con delicadeza.

En realidad mi mente estaba recordando todo lo ocurrido aquél día, primero no me convencía la fiesta y mi madre me presionó para asistir, segundo me choqué con un joven de ojos esmeraldas antes de rendirme e ingresar dónde aquellas cuatro paredes me resguardaban y callaban mis llantos, nuevamente me ví obligada a asistir a esa hermosísima ceremonia, mi padre en un segundo decidió regresar de su viaje, para rematar un trío de criminales llegaron en el momento que decidí bajar a conocer a los invitados y finalmente casi roban el collar preferido de mi querida madre haciéndome correr hasta alcanzarlo, los ladrones robaron todas las joyas de los invitados -también las joyas y oro de la familia real- y sin más preámbulos un criminal - específicamente el líder de aquella banda- muestra interés en mi.

-Lo sé, creeme que lo sé- Respondí intentando formar una sonrisa que al final terminó en un pequeño puchero en mi rostro- solo que...me abruma el asunto del matrimonio, sé muy bien que estoy en la edad perfecta para contraer un compromiso de tal calibre, sin embargo...- solté un suspiro.

Si, me encontraba mal por el matrimonio pero preocupada por lo que podría llegar a pasarme, a pesar de estar "protegida" por la ley del Gran Rey de Francia, estaba segura que un par de canallas no dudarían ni un segundo en volver para tomar a una princesita indefensa para amenazar a Tom y pedir dinero para mí rescate o algo por el estilo

-¿Piensa que es demasiado apresurado?- Completó mi oración.

-Exactamente.

- No es por ser entrometida, pero ¿Tuvo la oportunidad de conocer a sus pretendientes?- Preguntó.

«Ahg porfavor, no les pude ni dirigir un "hola" debido a esos rufianes»

-No les pude ni dirigir la palabra pero Tom me conversó acerca de uno- Respondí- digamos que mi estimado señor padre habla a diario de el- suspiré con pesadez- es un tal Nathaniel Kurtzberg.

Ante mi tan poco interés la rubia soltó una risa.

-¿Y como es él?

-Digamos que es una "buena persona" aunque es... ¿Como decirlo? Muy.. arrogante e imbécil.- Respondí mientras intentaba no rodar los ojos en cuanto mencioné lo describí.

sᴏᴍᴏs ᴀʀᴛᴇ ᴅᴇʟ ᴅᴇsᴛɪɴᴏ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora