4

331 34 0
                                    

A la mañana siguiente, el dolor sordo en la pierna no le dejaba dormir, así que Renjun decidió que bien podía ir al gimnasio y entrenar un poco. Eso no haría que su pierna se sintiera mejor pero le ayudaría a dejar a salir un poco de las frustraciones que había estado sintiendo el último par de días.

¿Qué estaba pasando con Jeno, y por qué había actuado de manera tan extraña durante la batalla del día anterior? Después de meses de actuar como si Renjun ni siquiera existiese, de repente el tigre había actuado como si fuera el protector de Renjun o algo así.

Eso era halagador y molesto al mismo tiempo.

Renjun sabía que podía ser hablador y un poco propenso a los accidentes a veces, pero no era una total metedura de pata. Era bueno con los niños, y era un maldito buen médico. De lo contrario, nunca lo habrían puesto en el campo de batalla, sin importar lo desesperados que estuvieran. Claro, Renjun carecía de habilidades en el área de la batalla, pero estaba trabajando en eso. Podía ser un enano, pero había visto a un montón de enanos defendiéndose en una pelea, por lo que sabía que era factible. Sólo necesitaba práctica, mucha práctica. Si tenía que poner todo su tiempo extra en el gimnasio, así seria.

Él estaba dispuesto a hacerlo. Sobre todo porque sabía que muy bien podría estar enfrentándose a sus antiguos miembros de la manada de nuevo y pronto.

Un escalofrío le recorrió la espalda al pensar en eso. Sin embargo, un fuego ardía en su estómago ante la idea de ser capaz de conseguir un poco de venganza por lo que le habían hecho. Aunque no le gustaba pensar que era de ese tipo de personas que guardan rencor, tenía que admitir que conseguir algo de venganza por lo que habían hecho le haría sentir muy bien.

La mejor manera de hacerlo sería aparecer con su nueva manada y darles una patada en el culo.

—Necesitas un poco de disciplina, —dijo una voz.

La interrupción sorprendió a Renjun tanto que tropezó y casi se cayó de culo. Martilleándole el corazón, se volvió y vio a Jeno de pie a no tres metros de él. El cuerpo de Renjun comenzó a cantar con entusiasmo, como siempre hacía cuando estaba en las proximidades del Tigre.

—No tengo disciplina, —Renjun argumentó de forma automática.

Sólo estaba vestido con un pantalón de entrenamiento y una camiseta, mientras que, Jeno llevaba su uniforme.

Renjun estuvo medio tentado de preguntarle si dormía con el puesto o no. En serio, Renjun no podía recordar ni en un momento en que no hubiera visto a Jeno con su uniforme. Excepto cuando por primera vez había llegado a la vivienda de la manada y eso no contaba ya que no era un miembro de ella entonces.

—Te la puedo enseñar —, dijo Jeno, cortando los pensamientos de Renjun.

—¿Enseñarme qué? —Preguntó Renjun, ya que había olvidado por completo de lo que habían estado hablando.

Jeno le dedicó una sonrisa que era demasiado sexy para ser legal mientras daba un paso más cerca. —Disciplina. Lo que no tienes, ni siquiera puedes seguir una conversación simple. —Renjun miró sus tenis maltratados.

—Bueno, es todavía temprano, y no he tomado ningún café todavía, por lo que mi mente está todavía un poco aturdida. —Jeno dejó escapar un suspiro.

—Renjun, ambos sabemos que eres siempre así, con cafeína o no. A menos que estés tratando a un paciente, no puedes concentrarte en nada por más de un segundo. Aunque por lo general es un rasgo lindo, casi te costó la vida en la batalla de ayer.

¿Jeno le había dicho que tenía un rasgo lindo?

Renjun no podía creerlo. Casi sacudió la cabeza para asegurarse de que estaba escuchando correctamente. Tal vez un osito de goma o dos se les habían quedado atascados allí durante la batalla.

pequeña molestia ;; norenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora