▎Capitulo 2 ▎

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POLONIA QUEDO ATRÁS

POLONIA QUEDO ATRÁS

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NADIA.

Febrero dos.

El restaurante del Hotel Imperial Cassa era una extensión de su reputación: lujoso, impecable, y diseñado para impresionar. Los altos ventanales ofrecían una vista panorámica de Roma, mientras el interior combinaba mármol pulido con detalles dorados. Todo exudaba una perfección calculada, que me recordaba la razón de estar allí: una formalidad que mi padre insistía en cumplir. Un desayuno con los señores Lombardo.

Llegué con unos minutos de antelación, no porque estuviera particularmente emocionada, sino porque sabía que cualquier retraso sería motivo de críticas. Mi madre ya estaba allí, sentada junto a los Lombardo en una mesa situada en el centro del salón, como si fueran los dueños del lugar. Claro, técnicamente lo eran.

El señor Lombardo, un hombre de unos sesenta años con cabello perfectamente peinado y un semblante serio, se levantó para estrechar mi mano en cuanto me vio. Su esposa, con su porte impecable y un vestido de alta costura, me ofreció una sonrisa calculada.

Mi madre tenía el ceño ligeramente fruncido aunque lo disimulaba tras una sonrisa cortés. Sabía lo que pensaba. Este compromiso no era algo que ella hubiera aprobado. Ninguno de mis hermanos lo hacía, salvó mi padre. Pero la política tenía su propio peso. Y el solo buscaba protegernos haciendo que no, nos falte nada.

—Nadia, querida, ¡qué gusto verte nuevamente! —dijo la señora Lombardo con una sonrisa de boca cerrada.

—Gracias —respondí tomando asiento junto a mi madre

Logan no estaba. Había supuesto que estaría presente, dado que esta reunión era parte de ese interminable ciclo de "Formalidades Familiares" que parecían dominar mi vida últimamente. Sin embargo, su ausencia fue un alivio inesperado.

—Logan lamenta no poder acompañarnos hoy —informó el señor Lombardo mientras servía un poco de café en su taza-. Tiene compromisos en la empresa que no podía posponer.

Por un momento el peso de las responsabilidades me resultó más evidente que nunca.

El desayuno comenzó con un desfile de platos refinados: croissants recién horneados, huevos benedictinos adornados con caviar, frutas frescas dispuestas como si fueran obras de arte. Todo tan perfectamente elaborado que resultaba casi imposible disfrutarlo.

La conversación giraba en torno a temas superficiales: la economía italiana, el impacto de las inversiones familiares y, por supuesto, las próximas elecciones.

—Tú padre nos ha hablado maravillas de ti, es impresionante lo que has logrado en Polonia a tan corta edad — comentó el señor Lombardo que a pesar de sus sesenta años aún lucia jovial

Asentí como siempre lo hacía en estas situaciones, mi madre sonrío en mi dirección y respondió por mi, por un momento mis ojos se dirigieron hacia a la ventana donde un inmenso jardín lleno de rosales se extendía hasta una piscina al fondo, pero en lugar de consolarme solo me recordaba lo lejos que estaba de Polonia, donde al menos tenía el control de mi destino.

Anatema [ Instintos Peligrosos ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora