1. Calma

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Dos semanas para la Velada

El leve sonido de la música llenaba el ambiente de aquel gimnasio, Samantha estaba sentada en una pequeña banca, mientras Ronny, su entrenador, colocaba las debidas vendas alrededor de sus manos.

Aquel gimnasio que habían conseguido en Madrid había sido todo un reto, todo en aquel momento era un reto. Faltaba poco tiempo para el gran día, todos tenían muchas emociones dentro de sus cuerpos, en especial Sam.

Cuando llegaron a Madrid, sus días rutinarios cambiaron, les tomó algo de tiempo acostumbrarse a todo, el lugar, el cambio de horario, el clima. Sus cuerpos tardaron en adaptarse a dicho sitio y el trabajo se tornó algo pesado al tener cansancio acumulado.

Samantha, junto con todo su equipo, habían decidido ir a Madrid faltando semanas para el evento, aquello precisamente porque sabían que al llegar sería un gran trabajo el lograr adaptarse, y no se equivocaban.

En esas semanas, los últimos  entrenamientos que Sam tenía eran algo pesados, era mucha más actividad física la que implicaban.

Un nuevo entrenamiento estaba dando inicio, algo ya normal en la rutina de la chica durante sus meses de preparación. Esos días, la rubia no la había pasado tan bien, su cuerpo necesitaba un descanso, necesitaba liberar todo lo que tenía dentro, y el hecho de que se tuviera que adaptar a todo lo nuevo en el lugar era un golpe fuerte.

Los ánimos habían estado por los suelos, pero a ella no le importaba, estaba comprometida a algo, y lo quería cumplir de una buena manera, sin importar nada más.

La rutina empezó con algunos pequeños ejercicios para el calentamiento, poco a poco fue en aumento, hasta mismo terminar con lo que era el boxeo como tal, práctica de golpes, ganchos, esquives, agilidad, todo lo relacionado, todo lo que anteriormente ya estaba en un entrenamiento cualquiera, pero haciéndolo con algo más de intensidad.

Todo aquello porque eran los últimos entrenamientos y entradas a un gimnasio.

La rutina dió por concluida un poco más temprano de lo habitual, Samantha se dejó caer en el ring de aquel gimnasio, respirando agitadamente, Ronny rápidamente se acercó a ella para quitarle la careta, que tras el cansancio estaba acabando por sofocarla.

Pasaron unos minutos hasta que la chica logró regular su respiración, se puso de pie y salió del ring. Se había sentido tan inferior en aquel entrenamiento.

Sentía que lo había hecho mal.

Fue hacía un pasillo algo desolado del gimnasio, donde estaban los casilleros en los que la gente guardaba sus pertenencias. Estando ahí, pasó sus manos por su cabello, en señal de frustración, cerró sus ojos con fuerza, tratando de evitar que estos se cristalicen.

Escuchó los pasos de alguien acercarse, lo que terminó por asustarla, recuperó su compostura y dió un último suspiro, alzó su cabeza levemente para encontrarse con la imagen de Ronny caminando hacia ella.

—¿Estás bien? —preguntó el chico, deteniéndose a un lado de ella —. Decidiste acabar el entrenamiento antes, ¿Te sientes mal?

—No... No es nada, solo estoy algo cansada, es todo —su voz se quebró un poco, pero trató de disimularlo

—¿Segura? No te veo bien...

—De verdad, no es nada, solo es el cansancio que traigo, es todo

—Bueno, no voy a insistir, no quiero abrumarte, si estás cansada ve al hotel, duerme y recoge energías, mañana seguimos entrenando —dijo de manera comprensiva —. Estuviste increíble en el sparring... —expresó como último antes de irse

One shots ══ RiverducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora