One shots ══ Riverducción

2. Secuestro

Sollozos desesperados por parte de la rubia llenaban aquel cuarto en estado de deterioro. Frente a ella, cuatro personas estaban de pie, mirándola, observando como ella se sacudía en acción desesperada de tratar de liberar sus manos. Una persona en especial estaba en el medio, los otros tres hombres estaban detrás de él, rodeándolo de algún modo.

De pronto un chico con vestimenta negra, y que al parecer era el "líder" de dicho trío de hombres gritó.

—¡Dispara! —su voz salió con evidente enojo —. ¡Dispara, maldita sea! —gritó eufórico —. ¡Hazlo antes de que lo haga yo mismo!

Aquellos gritos eran únicamente para el chico que estaba en medio, el cual sostenía una arma. Félix apuntaba hacia la mujer que tenía a sus pies, la cual lloraba sin control alguno, mientras súplicas desesperadas salían de ella.

—¡Por favor no! —su garganta ya dolía, llevaba rogando así por varios minutos —. ¡Por favor no lo hagan, suéltenme se los ruego! —de sus ojos lágrimas que eran de miedo puro caían hasta empapar sus mejillas.

—¡¿Qué mierda estás esperando?! ¡Dispara de una puta vez! —exclamó otro de ellos

—¿No lo vas a hacer a caso? —el líder de aquel grupo se empezó a acercar al pelinegro

Fue en ese momento cuando Félix se dió la vuelta, disparando en contra de aquellos tres hombres, sin embargo el impacto de bala solo fue para uno, que terminó herido en la parte del hombro. Los otros dos se fueron contra él, trató de disparar pero las balas se habían acabado. Aquella pistola solo estaba recargada con una sola bala, la cual era para poner fin a la vida de la chica secuestrada.

Félix empezó a golpear a los dos hombres que se habían avanlanzado contra él, logró noquear a uno, al otro lo dejó tendido en el piso, retorciéndose de dolor y algo fuera de sí tras un golpe en su cabeza. Al primero, que era al que le había disparado, había caído al suelo tras el impacto de la bala en su hombro y por la misma sorpresa, producto de eso su cabeza golpeó contra una mesa cercana, dejándolo completamente fuera de sí.

Con los tres hombres indispuestos, se agachó en dirección a la chica, sacó una pequeña llave del bolsillo de su pantalón y le retiró las cadenas que aprisionaban sus manos. Notó como alrededor de sus muñecas habían marcas rojas muy notorias, todo eso debido a los inútiles intentos que había hecho al tratar de zafarse.

—Tienes que irte de aquí —le dijo ayudándola a levantarse —. Ten esto —el chico posó en sus manos otra llave, un poco más grande que la anterior —. Esta es la llave de la puerta que está afuera, la entrada principal no tiene ningún obstáculo, yo me encargué de eso. Tienes que salir de aquí Samantha.

—¿Y t-tú? No me puedo ir sin tí —habló entre sollozos

—No puedo irme, ellos pronto despertarán, no pararán de buscarte hasta encontrarte y acabar contigo, yo me quedaré para evitar eso, hasta que los distraiga tú podrás huir. —sus ojos se tornaron cristalinos, listos para derramar lágrimas.

—N-No, no me voy a ir sin tí, podemos salir de aquí los dos —rogaba sin piedad —. Por favor Félix, tú me ayudaste en el tiempo en el que estuve aquí, por favor ven conmigo, no me dejes.

—Por favor... —su voz salió entrecortada, las lágrimas no tardaron en salir —. No hagas esto más difícil Samy... —la llamó por el apodo que días antes le había puesto, tras una de las cortas charlas que habían tenido cuando lo mandaban a dejarle comida.