𝐩𝐫𝐨𝐥𝐨𝐠𝐮𝐞

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all the leaves are brown and the sky is gray
california dreamin' ━━ the mamas & the papas




        La mañana era fría, Andy seguía durmiendo dentro de la habitación que compartía con otras dos niñas. No pasó mucho tiempo para que el golpeteo furioso en su puerta las despertara.

—¡Arriba! ¡Hora del desayuno!

A Andromeda no le apetecía desayunar, aunque no se la podía culpar: la comida no era realmente mala, pero la fila para conseguir comida era tan larga, el comedor tan pequeño para tantos niños y la cocinera tan grosera —todo a las siete de la mañana— que de sólo pensarlo el hambre se le quitaba.

Pero hoy era su cumpleaños número once y había sido advertida por la directora que, si volvía a saltarse un sólo desayuno más, la llevarían con los lobos para que la devoraran. Aún recordaba las curiosas, por no decir tontas, palabras de la señora Volkova.

La señora Volkova era alta, delgada y sobretodo, vieja. Tenía enormes ojos azules, una nariz tan respingada como la de un cerdo y un mentón demasiado prominente, que además de ser quien dirigía el orfanato, enseñaba también ruso, que era el único idioma que sabía hablar.

Le había jalado del brazo, desde el jardín bajo el árbol en el que Andromeda descansaba, hasta la entrada del orfanato: un lugar impecable, pero muy viejo y grande, en el que sólo los más desafortunados de toda Inglaterra vivían. Volkova por fin la soltó.

—¡Es la terrcera vez en la semana, Andy! —gritaba la vieja, con un inglés que era pésimo —¡Si vuelves a saltarrte el desayuno, yo misma te llevarré con los lobos!

El orfanato estaba rodeado con rejas de color negro, con un decorado antiguo y elegante, pero que no impedían que los niños encontraran una forma de salir hacia la enorme extensión de campo, lleno de colinas y bosques enormes, que estaban repletos de ovejas, conejos, ciervos e incluso de animales tan salvajes como eran los lobos.

Andromeda, con la cabeza gacha, le había contestado con falso arrepentimiento:

—Lo lamento mucho, señora Volkova.

—Lo sentirrás cuando los lobos saquen tus trripas de tu estómago —reprochó la mujer con acento ruso, palmeándole el estómago —. Así fue como asesinarron a los Romanov.

—¿No se supone que los fusilaron? —cuestionó Andromeda, confundida.

—Bah —se mofó la señora Volkova, haciendo un gesto con la mano —, eso sólo es una historria que los amerricanos inventarron parra que los niños le teman a las arrmas de fuego. Mi padrre estuvo ahí —siguió, orgullosa de sus conocimientos.

paris, texas¹ ✹ harry j. potter Donde viven las historias. Descúbrelo ahora