𝐢. you're spinning me around, my feet are off the ground

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you're spinning me around, my feet are off the ground ❜




El verano casi llegaba a su fin, para bendición de Andromeda, cuyo único consuelo ante aquella tortura era pasar tiempo con Atticus, a quien había extrañado más de lo normal los últimos meses de clase.

Aunque tuvo que pasar la mayor parte del verano encerrada en el orfanato, había logrado hacer cosas divertidas como el viaje a la playa que habían tenido hace poco, el cual Andromeda había —para su sorpresa— disfrutado a pesar de tener que ver a la señora Volkova en traje de baño.

Uno de sus recuerdos más memorables había sido la fiesta de cumpleaños que Atticus había organizado a escondidas para ella, por supuesto, el 13 de agosto. La fiesta había sido fuera de las rejas del edificio escondida entre el bosque, donde todos sus amigos del orfanato la esperaban con un gran pastel y regalos hechos a mano.

A pesar de todo, había algo que a Andromeda le entristecía en medio de toda aquella felicidad: no había recibido ninguna carta por parte de sus amigos en Hogwarts, ni siquiera en su cumpleaños.

—Seguramente las lechuzas se extraviaron —la consolaba Atticus, quien estaba al tanto de todo aquel asunto de la magia —. Ya sabes, estamos prácticamente en medio de la nada.

Andromeda no estaba muy convencida de que eso fuera cierto, pero prefería creerle a Atticus.

Suspiró en cuanto la campana que indicaba la hora de la cena sonó, y en lugar de bajar las escaleras, se quedó en la habitación. Se recostó en su cama, mirando al techo; agradecía que Volkova la hubiera trasladado a otro dormitorio después de aquel incidente con la serpiente, donde ahora tenía compañeras mucho más agradables que las anteriores.

—Díganle a Atticus que no bajaré a cenar —pidió Andromeda bostezando a sus compañeras antes de que bajaran al comedor —, no tengo hambre.

—Está bien, Andy.

En realidad Andromeda moría por cenar, pero después de haber probado todos aquellos manjares que servían en Hogwarts, la comida que se servía aquí le provocaba nauseas.

Los párpados empezaban a pesarle mientras pensaba en aquella tarta de melaza que había probado en el banquete de fin de curso. Después de unos minutos, se quedó dormida y mientras soñaba con flores y pasteles sintió como alguien sacudía con agresividad su hombro.

—¡Señorita Black! ¡Señorita Black! —llamaba una voz chillona. Andromeda, medio dormida, apartó al dueño de aquella voz con un manotazo. Sin embargo, esta insistía con gran ímpetu:

paris, texas¹ ✹ harry j. potter Donde viven las historias. Descúbrelo ahora