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A la mañana siguiente, deidara no le envía a Obito su usual mensaje de buenos días. En vez de eso, se dirige directo a clases.

Se cruza con óbito en el camino, pero con resolución mantiene su cabeza gacha y pretende que no lo ve, y como también tiene puestos sus audífonos pretende que no escucha cuando obito lo llama por su nombre.

Deidara le mensajea a Obito diciéndole que hoy no almorzará y que se quedará hasta tarde en el laboratorio, que no lo espere. A propósito se queda pasada las diez, sólo para asegurarse de que no se encontrara con óbito cuando se marche.

Lo cual es la razón de su gran sorpresa al encontrarse con óbito parado en pleno frio, esperando por él.

-¿Todavía estás aquí? - Deidara pregunta-. ¿No te has pasado tu hora de llegar a tu casa?

-Dije que esperaría por ti -dice obito.

Deidara hace una mueca. ¿Por qué obito está haciendo esto mucho más difícil de lo necesario? En silencio, se encamina hacia su apartamento. Obito lo sigue.

Cuando deidara siente que la mano de obito roza la suya, se aleja. -No -dice-. No hay nadie viéndonos. No hay necesidad de fingir.

Obito no responde. Deidara no lo mira.

El resto del trayecto procede en absoluto silencio. Cuando llegan a las puertas del apartamento de deidara, óbito vacila antes de inclinarse hacia deidara y darle un beso, tal como siempre hace. Esta vez, sin embargo, deidara lo aparta.

-Como ya dije, no hay nadie para quien fingir -dice, sabiendo que su voz sale más cortante de lo planeado. Óbito inhala con brusquedad. Entonces, antes de que pueda decir algo, deidara se escabulle dentro del edificio, cerrando la puerta tras él.

Tobi: Buenos días, senpai.

Tobi: ¿Estarás disponible para almorzar hoy? Prepare comida para ambos.

Tobi: ¿senpai?

Tobi: ¿Pasa algo malo? Ayer no parecías tú.

Tobi ¿Fue algo que hice?

Tobi: Si es así, me disculpo.

Tobi: Por favor, hazme saber cómo puedo remediar esta situación.

Tobi: ¿Dei?

Dei: Estoy bien.

Dei: Y deja de enviarme tantos mensajes, estoy en una conferencia y mi teléfono no deja zumbar.

Tobi: Oh. Lo siento.

Deidara encuentra un asiento en la cafetería a la hora del almuerzo. Justo ha empezado a comer cuando óbito llega, sosteniendo una bolsa de papel. Se queda de pie incómodamente cerca de la mesa.

-deidara -empieza, cauteloso-. No me dijiste que estarías libre para almorzar.

Deidara se encoge de hombros. -Se me debió haber olvidado.

-¿Por qué estás comiendo aquí?

-Simplemente quise cambiar de ambiente.

Los ojos de obito descienden hacia el plato de comida en frente de deidara. -Te mandé un mensaje antes, diciéndote que había preparado comida para los dos -saca un cuenco de la bolsa y se lo muestra a deidara. Contiene lo que parece ser bakudan sin picante. Deidara casi cede justo ahí, la comida de óbito es maravillosa, mientras que la comida de la cafetería es, a falta de una palabra mejor, una porquería. Pero...

-Supongo que no vi el mensaje -dice-. Bueno, no importa. Tengo mi propia comida aquí, así que. No te molestes.

-Oh -dice obito-. ¿Puedo sentarme?

FingirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora