CAPITULO 19 - Los tres mosqueteros y la mudanza.

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Joder, no puedo creer que hoy sea el día donde mi vida me dice "Mucha tranquilidad hasta ahora querida... ha llegado de que eso cambie" me estiro un poco más en la cama tratando de cesar mis pensamientos inquietos pero es imposible, por lo que gruño y de mala gana abro los ojos.

Veo la habitación que me acompañará hasta ese día, porque dentro de unas horas estaré destapando algunas cajas donde están cada una de mis pertenencias más importantes en el suelo de otra habitación en la casa de un estúpido de ojos verdes.

¿Me deberá de inquietar desde ya? ¿Por su maldita sonrisa? ¿Por su maldita manía de querer siempre sacarme de casillas? ¿o por el miedo que tengo de volverlo a tener así de cerca como aquella vez en la alberca en la casa de Hanna? Porque para ser sincera, no he podido dejar de revivir ese momento una y otra, y otra vez en mi mente. ¿por qué demonios tenía que causarme esas cosquillas en mi estomago cada vez que recordaba algo sobre él? ¿será que nos vamos a llevar más mal ahora ya que vamos a vivir bajo el mismo techo?

«La química será más insoportable viéndose todos los días.»

No, no creo. La casa es lo suficientemente grande como para no toparnos una vez por un año.

«Si eso quieres creer... »

Para no pelear más con esa vocecita interna dentro de mí cabeza, recojo todas las fuerzas posibles y decido levantarme de la cama a bañarme ya que dentro de poco estará llegando las personas que van a transportar nuestras cosas.

No me siento preparada mentalmente, pero...

Cuando toca, toca, dijo la loca.

Bajo a desayunar cuando veo a tres hombres entrando a la casa, con que estos son los que van a empezar a transportar las cosas, eran tres, uno era blanco, un poco barrigón con algunos trozos de resto de comida por la comisuras de la boca y según su tarjetilla en la esquina de su camisa, se llamaba Rick, este me saluda con gesto de cabeza, detrás de él, está un señor demasiado alto, tanto que para entrar por la casa, tiene que agacharse al pasar el marco de la puerta y este llevaba otra tarjeta con el nombre de Raúl y por ultimo otro señor bastante bajito con el entrecejo fruncido y malhumorado con nombre de Ronald.

Vaya ¿será que la empresa donde trabajan solo contratan por nombres que inicien con la "R"?

Los tres requeteros.

«Es "mosqueteros" »

Pero debería de ser con R.

-Rick, límpiate la boca y empieza a coger esas cajas que están encima del sofá.-dice el bajito con nombre Ronald por lo serio y malhumorado supongo que debe ser quien lidera dicho trio.

El tal Rick se limpia inmediatamente la boca algo avergonzado de mí y de mi madre que acaba de entrar a la sala, yo le dedico una pequeña sonrisa para que se tranquilice.

-Katie, cariño.- dice mi madre y yo termino de bajar las escaleras. – Ya está tu desayuno servido en la cocina.

-Vale, gracias.- me dispongo a ir cuando el ruido me hace volver a mirar donde están los trabajadores.

-L-Lo siento, no fue nada, estoy bien.-Dice Rick sobándose su rodilla con una mano mientras que con la otra carga la caja.

Todos nos miramos, mi madre se está empezando a poner algo nerviosa, supongo que teme que dañen algo dentro de las cajas y el Ronald fulmina con la mirada a Rick mientras esté se pasa corriendo por la puerta para llevar lo que tiene en la manos al carro de transporte.

En ese momento se me acerca el alto Raúl, de verdad, sí que es alto, tengo que alzar del todo mi cabeza para mirarlo a la cara.

Este me sonríe amablemente y me dice

Dulce ImpulsoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora