CAPITULO 31 - Viviendo lo real

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La noche se disolvió entre risas, anécdotas y juegos de mesa, además de una famosa idea de hacer karaoke donde cada uno de nosotros nos turnábamos y pasábamos vergüenza con nuestras entonaciones horrorosas. Incluso para mí, que supuestamente iba a cantar en la boda de mi madre, me tomé todo tan a broma que ni siquiera hice el esfuerzo de escucharme bien.

Las lágrimas que caían en el rostro de cada una de las personas que se divertían con nosotros por causa de los chistosos que nos veíamos parados cantando canciones desconocidas y haciendo lo posible por seguir el ritmo de la música, pero lo mejor fue cuando a todos nos tocó elegir una pareja mientras los espectadores elegían una canción graciosa donde nos tocaba hacer baile y en ese momento todo se empezó a descontrolar; Paul con Izzie su hermana, Hanna con su madre, Tyler y David, Liam con la madre de Paul, yo con el padre de Hanna,  todos teníamos ambos pies izquierdos, nos movíamos de manera descoordinados, carecientes de ritmo, gozándonos los unos a los otros y nos vimos obligados parar ya que el dolor en la panza no nos dejaba respirar.

Jamás en mi vida había disfrutado tanto una reunión como esa, desde niña siempre quise que mi casa emanara ese calor de los hogares de mis vecinos, de mis compañeros de clase y el cual estaba presenciando allí.

No podía negar que con mi madre, Robert y Liam, tenía algo muy parecido a ese hogar que añoré por mucho tiempo, pero sí que había sentido una gran diferencia estando rodeada con la familia de Paul y Hanna y creía que lo mismo que yo sentí, lo sintió Liam, la forma en la que sus ojos brillaron toda esa noche, disfrutando de cada platica, de cada tema de conversación, ayudando a servir los platos para cada uno de los presentes, el cómo se divertía con sus amigos y su cuerpo se veía mucho más relajado, menos rígido como lo había visto la mayoría de veces cuando estaba con ellos.

Ambos vivimos la misma ausencia ante una familia convencional, por diferentes razones pero la teníamos, compartíamos el mismo deseo y lo experimentamos esa misma noche.

Luego de cantarle el cumpleaños a Paul, Liam y yo decidimos irnos ya a casa, yo estaba bastante cansada ante aquella tarde, ante aquel día porque a pesar de que la noche había sido maravillosa con no quitaba el hecho de que extrañaba también compartir el rato con Jack, él venía a mi mente a ratos, por momentos fugaces... trataba de no pensar mucho en nuestra discusión, de no darle vueltas al dolor que a lo mejor estaba pasando, porque sí, el pasado sigue doliendo cuando no está del todo curado.

No, quería creer en mis pensamientos negativos que me decían que a lo mejor yo generé toda esa situación, esa discusión. No quería culpabilizarme de algo que no estaba en mi poder, porque lo de Liam y él es asunto a parte de nuestra amistad, el corazón quiere lo que quiere y yo no debería estar en medio de ellos eligiendo con quien me quedo, a quien prefiero, porque claramente no era justo para mí.

No quería darle a importancia a sus palabras cegadas por rabia y dolor, yo más que nadie sabía el hecho de que hay vivencias y recuerdos que no son fáciles de sanar, que todo tiene un proceso y que dicho proceso no es lineal, unos días estás en la cima queriendo con todas tus ganas salir a delante pero en cuestión de segundos el dolor te abrumaba, te arrolla de nuevo a la oscuridad y vuelves a estar en el mismo punto de inicio, pero también era consciente que es nuestra propia decisión enfrentar los temores, cara a cara sin necesidad evitarlos para poder lograr encontrar una luz.

Sí, las palabras me taladraban la cabeza, sabía que tenía secuelas de mi trauma, cosa que mi psicóloga me hizo entender en su momento que era normal y que no iba lograr superar de un día a otro, de un momento a otro y que al día de hoy sabía que había avanzado al ya no ver todo negro, sino con los mismos colores que me permitía la vida ver.

Ya no era la misma persona sin esperanza, odiando a todo el que se me acercara, odiando mi vida y sobre todo ya no era la misma niña que se odiaba así misma.

Dulce ImpulsoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora