✨ Epílogo ✨

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"Estábamos, estamos, estaremos juntos. A pedazos, a ratos, a párpados, a sueños."

- Mario Benedetti.

Narrador omnisciente.

Seguramente te preguntarás, pero ¿Que más paso? ¿Que fue de sus vidas? ¿Se murieron? ¿Vivieron felices? Tranquilo, tranquila, te tengo las respuestas, pero primero todo leamos está hermosa escena.

Una chica de ojos azules y un chico de ojos grises, se encuentran sentados sobre la nieve, bajo un árbol. Sonríe y comparten secretos con la mirada.

No ha pasado mucho tiempo y es el invierno del 2023, especialmente no hablan, solo juegan con la nieve y ya está.

La chica piensa en lo fácil que puede cambiar la vida. Puede ir de cero a cien en cualquier momento y viceversa. En que todo eventualmente es impredecible. En que está mañana se ha levantado y mirando al espejo y no dijo «¿Lista para otro día de mierda?» En qué no se auto califico como una persona que es esto, que es lo otro, que no tiene nada bueno... Sino que se miro y simplemente le sonrió a su reflejo, sabiendo que no hay nada mejor que conocer a uno mismo, poco a poco

Así qué ahora se encuentra más abrigada posible y sonríendo, cosa que hacía meses le resultaba tan difícil, pero que ahora es cada vez más fácil, mirando al chico del que está enamorada, porque está enamorada y lo quiere de una manera inigualable.

El chico que le enseño por primera vez que es el amor, a sentirlo de una manera romántica muy bonita, que supuso un cambio verdaderamente significativo en su vida y que vió en ella colores, aun cuendo ella no podia verlos.

Heather se pone de pie, hundiendo la punta de sus botas en la nieve blanda e invita a Ian hacer lo mismo.

—¿Que vamos a hacer? —pregunta el chico.

—No se, lo que sea —ella se encoje de hombros sonriéndole—. ¿Vivir?

—Por supuesto, vivir —asiente Ian, sonriendo de vuelta.

Y no hacen nada en especial, intentan hacer un muñeco de nieve que les queda desastroso y se rinden ante eso soltando carcajadas.

Por otro lado el chico, Ian, la mira. La mira reír de manera espontánea y sin miedo, mira sus ojos azules que anteriormente se encontraban sin una pizca de brillo y que ahora iluminan el ambiente frio como si millones de estrellas vivieran en ellos, en ella.

Se siente dichoso y orgullo de que por una vez, hace meses, hubiera tomado un poco de iniciativa, apartando los nervios a un lado al acercarse a ella, aquella tarde donde el sol estaba en su punto más alto, pero que no importaba porque él estaba teniendo una conversación con ella y eso lo hacía querrer correr felizmente. Se alegra de eso, si no probablemente, tal vez, serían aún dos almas anónimas.

Él sonríe simplemente solo porque ama verla sonreír a ella, verla reír, verla feliz, y sobre todo ama estar a su lado para apreciar todo eso. Compartir con ellas momentos sencillos y simples pero verdaderamente especiales y únicos para ellos, y para quién sepa ver con el corazón y no superficialmente con los ojos.

—Heather —Ian llama la atención de la chica que ha comenzado a tomar fotografías de todo lo que se le atraviesa por delante con una sonrisa enorme.

La chica se gira hacía él con la camara en mano y sin darle tiempo de nada le toma una foto justo en el momento exacto en que él se está quitando su gorrito lana.

—Borrosa, pero quedó linda —comenta ella alzado la mirada y le sonríe—. ¿Qué pasá?

—Pasa que eres preciosa —Heather, que ya se por si tiene las mejillas rojas con el frío, al escuchar eso el color se vuelve más intenso. Eso de que él le diga cosas bonitas la hace sonrojar siempre

Aviones de papel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora