Escribo desde la resistencia, querido diario:
Estoy en casa de mi abuela. Vine a buscar los regalos, ¡Claro!, y pienso quedarme unos dias, por lo menos hasta que se me pase la bronca. Dejé una nota en casa y chau, me fui. Hoy andaban desesperados toros, como siempre que tengo que poner los puntos sobre las des. Mamá me llamó al celular tres veces, tratando de conformarme y dándome un permiso que no le pedí para venir a lo de MI Abu. Papá con lo suyo, peleando con mi vieja porque por culpa de su descuido me había arruinado la ilución de la fiesta (cualquier pretexto les sirve a esos dos para seguir batallando y yo soy su excusa perfecta, por supuesto). Hasta Javier me llamó pidiéndome disculpas, obligado a punta de cañón por Rubén, seguro. Más de lo mismo. La cuestión es que me fui de ese loquero y acá estoy en paz.
Cuando llegué, vi estacionado un camión en el portón de entrada del jardín. Era de la empresa que contrataron para mi fiesta. Varios obreros desmontaban la carpa. Otros cargaban cajones con vajilla.
La abuela revisaba sus canteros y recogía papeles alrededor de la fuente.
Abuelinda (le encanta que le llame así ) me abrazó como siempre. Adivinó que iba por mis regalos. Me esperaba para abrirlos juntas. ¡Es tan curiosa la abuela! Conociéndola, raro sería que ya los hubiese estado espiando.
Nos sentamos en el sillón de mimbre de la antesala. La luz del jardín del patio interno entraba por el vitral, destellando rojos y violetas por entre los helechos colgantes.
Los regalos desbordaban dos enormes bolsas de consorcio. Abu Yamile los acomodó así, y al tanteo, según ella, los organizó: regalos de la familia en la bolsa negra, y los de amigos, en la verde... Mmm... ¡lo que invento para hurtarlos!, pero a Abulinda le perdono cualquier cosa. Bueno, casi cualquier cosa, tampoco es cuestión de entregarse atada.
Alcancé a decidir que abririamos primero los regalos de mis amigos. Como indica la tradición, empezó a romper paquetes para atraer la buena suerte (cábalas de familia).
Siete collares y once anillos de acrílico, de plata, con canutillos; algunos lindos y otros descartables. Un atrapasueños que sonaba a viento, ¡precioso! Abu leía las tarjetas y escribía en ellas el contenido del regalo para que luego supiera agradecer a cada quien. La miré con cara de pocos amigos y se comprometió a ayudarme. Lo hará ella, claro.
Selvas me regaló una caja de música de palo santo que Perfumo el hambiente apenas la abrimos. Cuando le di cuerda, sonó una versión metálica de imagine, de John Lennon, que a Abu le hizo saltar un par de lágrimas. A mí me pareció bastante anticuado el regalo. Me hizo acordar a la cajita de música laqueada que mamá tenía (esa sí que es prehistórica con la melodía del Para Elisa ), regalada para sus 15 por de amigo del alma, el tío Esteban (bah, tío de sangre no es, pero para mí siempre fue como un tío ... Al fin y al cabo de sangre, sangre, yo no tengo parientes ...). Si habré jugado con esa cajita, la armé y desarme como doscientas veces .
Estrella todas mis compañeras de vóley, me compraron un equipo deportivo con la marca de la selección. Está de bueno ¡siempre quise uno así!, pero me dio vergüenza pensar que me lo regalaron porque ya les daría pena verme con el conjunto azul que uso desde hace dos años para todos los campeonatos. ¡Se jugaron! Claro que se los agradeceré.
Mis amigos del barrio (los de la casa de mamá, porque los de los del edificio de papá, no trajeron ni saludos... Son unos miserables, esos...) también se pusieron de acuerdo para comprar un par de zapatillas. Pasables, si, aunque ese color verde... Veré si puedo cambiarlas.
Isabel me trajo un libro de poemas muy raro, hecho con tapas de cajas de cartones, muy original. Leeré de qué se trata. Pedro y Analía, dos más: una novela y uno ilustrado de mitos. María Eugenia, una agenda con poesías de Federico Gracia Lorca, una para cada día, con tapas de cuero y papel sedoso, preciosa. Mis amigos saben que me gusta leer y escuchar música. ¡seis discos nuevos! ¡Genial!
Bueno, me está llamando Abu para ir almorzar. Después te sigo contando, sobre todo porque voy a necesitar tiempo para comentar algo sorprendente... ¿Inquietante?... No sé si te querrás enterar ...
Siempre tuya (las tripas me llaman a gritos... Ya vuelvo).Ceci
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El Jamón del Sánguche
Teen FictionGraciela Bialet Bueno, ¿Por dónde empiezo mi propia historia?... Aver... Sí, sí. Me tienen podrida. Tironeada de acá. Tironeada de allá. Al fin y al cabo yo era hija única Y ahora, que mis viejos hicieron la suya, Aparecen hermanos por todos lados...