𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈𝐗

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—¡Caleb!

— No hace falta que me grites Kyara, estoy en la cocina.

—Hay un grupo de coches fuera, me imagino que serán para ti — dijo mientras venía hacia la cocina.

— Vendrán para que vaya con ellos al trabajo — pille la última calada del cigarro y lo apagué contra el cenicero.

— Volveré en un par de horas, de todos modos, te avisaré— le di un beso a Kyara en la frente y me dispuse a salir por la puerta.

— Espera Caleb — Kyara se acercó y me dio las llaves del coche.

— Gracias Ky.

Salí hacia mi coche donde ya estaba esperando mi compañero, Alessandro.

— ¿Llevas mucho esperándome, princesa?

— Como me haces esperar tanto tiempo, casi pensaba que no ibas a venir — apagó su cigarro contra el asfalto y se despegó de mi coche.

— Nunca faltaría al mejor día de trabajo Alessandro.

Nos montamos en el coche.

— ¿Al final que pasó con Kyara? Os volvisteis a pegar o, la volviste a pegar.

— La pedí perdón.

— ¿He oído bien? ¿Tú? ¿Caleb Hartley? ¿Pidiendo perdón? Pellízcame, esto tiene que ser un sueño. — dijo mientras estiraba su brazo.

— Quita tu brazo de mi vista o lo parto por la mitad.

Empezó a reírse, pero justo cuando bajó su brazo llegamos a la oficina. Me bajé del coche y fui a dar la primera ronda del día.

— Tener en cuenta los puntos ciegos que voy a tener a mis lados, necesito ojos en todos lados, ¿Entendido?

Vi una mano levantada en la parte de atrás, por lo que decidí dejar que hablarán.

— Y sí... no sabemos manejar armas, ¿Se nos asignará otro trabajo?

Levante levemente mi ceja y mire a la persona.

— Claro

— ¿Podríamos saber cuál es?

— Limpiar la escena después, si por alguna razón no concreta dejáis una gota de sangre, os mato, si dejáis los cartuchos de las balas en el suelo una vez que las hayamos usado, os mato, y — Me acerqué a él sutilmente y le miré a los ojos —  si las balas no se extraen de los cadáveres, adivina qué pasa.

— ¿Nos matas?

— Chico listo — sonreí sarcásticamente.

Me di la vuelta para volver a sentarme y note a alguien levantarse hacia la puerta, me giré bruscamente y empuñe mi arma hacia él, recibiendo tres disparos perfectos, en la espalda, cabeza y nuca, cayendo completamente muerto en el suelo.

— ¿Alguien más quiere abandonar la sala como su compañero?

Hubo un largo silencio.

— Bien, entonces, levároslo.

Varios de mis compañeros cogieron el cadáver y lo tiraron a la incineradora, limpiando después la sangre del suelo y paredes.

— Necesito que todos los nuevos vengáis conmigo, tenéis que pasar una prueba.

Les llevé a una sala oscura iluminada por varias luces rojas, había fotos colgadas en cuerdas con pinzas.

— No os dolerá si no os movéis, ¿Entendido?

𝐔𝐥𝐭𝐢𝐦𝐮𝐦 𝐕𝐨𝐭𝐮𝐦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora