Trabajo... esa era tu palabra más repetida y odiada. Siempre volvías a casa para huir del trabajo. Volvías a mis brazos en busca de refugio.
📍FICCIÓN 📍
Actualizaciones lentas.
Este es mi esfuerzo y mi trabajo. NO acepto copias o adaptaciones. Quié...
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Las cosas parecían estar igual que siempre. Todo era tranquilo, no pasaba nada en particular. Mi hermano estaba a semanas de empezar la universidad, mientras que yo estaba todos los días metida en el empresa.
Mi trabajo es mucho más fácil desde que tengo ganas de ir. Siempre estoy esperando por si me mandan a la oficina en la que trabajaba Nanami. Pero no volvió a pasar y eso me confundía. ¿Acaso no hago bien mi trabajo?
- Yume, ven a mi despacho -me llamó mi jefe.
Me levanté y fui tras él, no suele llamarme con ese tono de seriedad. Entré al despacho y me senté delante cruzándome de piernas sobre la silla.
- ¿Sucede algo? -pregunté.
- Necesito algo urgente y solo tu puedes ayudarme, ¿aceptas?
- No se lo que me va a pedir -mencioné con desconfianza.
- ¿Aceptas o no? Solo necesito saber la respuesta.
Me lo pensé por un par de segundos. ¿Qué es tan importante como para llegar a esto? Miré los ojos de mi jefe, reflejaban súplica.
- Bien, acepto. ¿En qué consiste?
- Está noche tienes que negociar con un hombre, haz que se interese en la empresa y consiga ser nuestro socio -asentí entendiendo la situación-. Me alegra poder contar contigo.
- No tenía otra opción, ¿o si?
- No, no la tenías. Esta es toda la información -me entregó unos documentos-. Tienes que estar en el lugar acordado a las ocho, no le gusta llegar tarde.
- De acuerdo -acepté.
Me levanté de la silla, abrí la puerta para irme.
- ¡Yume! -me llamó-. Lleva un vestido corto -sonrió para después guiñar su ojo derecho.
Salí del despacho y fui al mío. Nunca me había pedido nada parecido y que ahora lo hiciera me desconcertaba por completo.
- Joder -suspiré abrumada.
No se cómo lo hago, pero siempre acabo en problemas. Leí los papeles y gruñí. No es nada de otro mundo, pero, ¿por que yo? Esto lo puede hacer cualquier otra persona.
Llamé a mi hermano y le dije que no iba a cenar en casa, sin embargo, iba a pasar a cambiarme de ropa.
Salí de la oficina y fui a casa. Mi hermano había salido a hacer un par de cosas, por lo que iba a estar sola. Fui a mi habitación y busqué es mi armario. Saqué un par de opciones y me decanté por un vestido rojo con un buen escote, nada más por la forma que hacía relucir mi cuerpo.
